El miércoles 12 de enero, Fikadu Tafesse no esperaba despertarse con un mensaje de texto en el que su antiguo mentor lo culpaba del nuevo interés de sus hijos por la marihuana. A principios de esa semana, Tafesse, profesor de microbiología molecular e inmunología en la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón, en Estados Unidos, publicó evidencia de que algunos compuestos encontrados en las plantas de cannabis podrían impedir que el coronavirus infectara las células. Internet se aferró a la idea de que la hierba podría proteger contra la covid-19: algunos usuarios de Twitter hicieron memes sobre cómo la resina de los bongs supuestamente protegía los pulmones de la infección; los hijos del mentor de Tafesse se enteraron de los milagrosos poderes curativos de la marihuana, y los presentadores de programas de televisión nocturnos se deleitaron con la incongruente simplicidad de que la marihuana tal vez tendría éxito en lugares donde las medidas de salud pública, tan debatidas y cambiantes, habían fracasado.
Sería sencillo, ¿no? En Estados Unidos, las tiendas de CBD invaden los escaparates abandonados como moho oportunista; el THC, compuesto psicoactivo de la marihuana que hace que los consumidores “sientan el viaje”, es ahora legal en 18 estados de Estados Unidos. Qué más da que los compuestos cannabinoides analizados en el estudio fueran CBDA y CBGA, yno los más conocidos CBD y THC; al fin y al cabo, todos proceden de las plantas de cannabis. La flor de cannabis cruda contiene CBDA y CBGA, al igual que los aceites de CBD, aunque en pequeñas cantidades.
No obstante, los consumidores frecuentes de productos de cannabis no deberían sentirse inmunes, sin importar qué tan gruesa sea la capa de resina de bongs que cubre sus pulmones. “Es una interpretación completamente errónea”, explica Tafesse. “Esto es solo un estudio de laboratorio. No hicimos ningún tipo de ensayo clínico, ni siquiera usamos un modelo animal”.
Lo que los investigadores hicieron en realidad fue probar si el CBDA y el CBGA podían, al mezclarse con las células, protegerlas de la infección por coronavirus. Tenían una buena razón para hacerlo: habían observado previamente que estos cannabinoides se unen a la proteína espicular del coronavirus, que este utiliza para adherirse a las células y entrar en ellas. Los anticuerpos monoclonales también se unen a esta proteína, y así es como protegen a las personas de la covid: con otra molécula unida a ella de la forma adecuada, la proteína espicular queda inutilizada. Tafesse descubrió que, si se mezclan suficientes CBDA o CBGA en las células cultivadas, estos compuestos también pueden detener la infección.
“Es una primera observación interesante”, establece Nevan Krogan, director del Instituto de Biociencias Cuantitativas de la Universidad de California en San Francisco. “Pero se necesita mucho más trabajo para poder decir que tiene algún valor”.
Al fin y al cabo, funcionar en una caja de petri es una barra relativamente baja para un fármaco. La sabiduría convencional en las ciencias farmacéuticas sostiene que, de cada diez mil fármacos que demuestran su eficacia potencial, solo uno llegará al mercado. Los experimentos en cajas de petri deben ir seguidos de estudios en animales y luego en rigurosos estudios humanos. Muchas cosas pueden salir mal. En una caja de petri, los científicos pueden administrar un fármaco precisamente en donde se necesita, pero es difícil saber de antemano cómo se moverán los fármacos por el cuerpo de los seres humanos, y si llegarán a sus objetivos, como los pulmones y el tracto respiratorio superior. En este momento es imposible saber cómo les irá al CBDA y al CBGA, pero las probabilidades no son muy altas.
Otros fármacos que se mostraron prometedores para el tratamiento de la covid-19 han fracasado de forma rotunda, perjudicando a los usuarios y sembrando discordia política en el proceso. La ivermectina, la azitromicina y la hidroxicloroquina combatían la infección por coronavirus en las células, pero ahora sabemos que no sirven para prevenir o tratarla en los humanos. Sin embargo, al menos los cannabinoides son seguros en gran medida. Los humanos han sido conejillos de indias en su ensayo de fase 1 durante milenios. Richard van Breemen, profesor de química medicinal de la Universidad Estatal de Oregón y autor principal del artículo, espera que esta conocida seguridad que tienen le ayuden a él y a su equipo a llevar los compuestos a los ensayos en humanos pronto.
Incluso si en esos ensayos los cannabinoides obtienen mejores resultados de lo que cualquiera podría haber imaginado, no habría ninguna razón para fumar más porros o comer más brownies de marihuana, al menos en lo que se refiere a la covid. El CBDA y el CBGA son, en cierto sentido, la forma “cruda” de los más conocidos CBD y CBG (el THCA desempeña el mismo papel que el THC). Cuando los consumidores fuman cannabis o lo hornean, calientan el CBDA, el CBGA y el THCA, transformándolos en sus homólogos de nombre más corto. Si quieres ponerte pacheco, esto es una buena noticia, ya que el THCA no tiene efectos psicológicos. Sin embargo, si tu objetivo es obtener el CBDA y el CBGA, tendrás que buscar otro método de administración. En contra de lo publicado en Twitter, la resina del bong no contiene ningún CBDA o CBGA, y fumar marihuana, al igual que todas las distintas formas de fumar, podría aumentar el riesgo de que surjan complicaciones en caso de tener covid.
No es imposible conseguir CBDA. Algunas tiendas en línealo venden en forma de tintura, aunque parece que recientemente se ha agotado en algunos lugares, y siempre puedes comerte una planta de cannabis si estás realmente desesperado. Si la idea de consumir aceites con sabores desagradables te resulta atractiva, estos tendrán pocas posibilidades de causar daño, aunque Van Breemen advierte que “las dosis recomendadas existen por una razón”.
No obstante, basándose en la cantidad de cannabinoides que los científicos tuvieron que administrar para proteger las células, Joshua Brown, profesor de política farmacéutica de la Universidad de Florida, cree que es muy poco probable que las dosis recomendadas tengan efecto. Y para un aceite que probablemente no hace nada, el CBDA es caro: entre dos y cuatro dólares por dosis recomendada. Para tener siquiera una oportunidad de protegerse, estima Brown, habría que gastar más de 60 dólares al día, y se desconoce qué tan seguro es consumir dosis tan grandes, como señala Van Breemen.
“A excepción de la parte económica, probablemente no va a perjudicar a los usuarios de ninguna manera”, comenta Brown. Sin embargo, añade que en este momento también hay muy poca evidencia de que pueda ayudar. “El principal beneficio que podríamos obtener del cannabis ahora mismo”, dice, “es la relajación”.
Este artículo es publicado gracias a una colaboración de Letras Libres con Future Tense, un proyecto de Slate, New America, y Arizona State University.
es periodista científica independiente y candidata a doctora en neurociencias por la Universidad de Stanford.