No hay ni para dónde hacerse. Ponerle un “pero” a Across the Universe, la película más reciente de la directora Julie Taymor, es como declararse enemigo de las cosas nobles, puras y esperanzadoras del mundo. Cosas nobles como “tiempos de paz”, puras como el “amor juvenil” y esperanzadoras como una “canción de los Beatles”. En fin, de las películas que en tiempos difíciles “nos hacen sentir muy bien”.
Reaccionario, fundamentalista y agrio son adjetivos probables para aquellos que no celebren el pastiche pseudonostálgico de la directora Taymor. Una película musical de dos horas y diez minutos (el corte defendido por Taymor, y que el jefe de los Estudios Revolution consideraba una “vergüenza para el estudio y una amenaza para el éxito de la película”), Across de Universe arranca a principios de los años sesenta, cuando un joven llamado Jude (Jim Sturgess), nacido en Liverpool, viaja a Estados Unidos para buscar al padre que nunca conoció. En el proceso conoce a Max (Joe Anderson) y a su angelical hermana Lucy (Evan Rachel Wood, causante del divorcio del angelical Marilyn Manson). Los tres jóvenes emigran a Nueva York y, con ayuda de sus amigos Sadie (encarnación de Janis Joplin) y JoJo (híbrido de Jimi Hendrix y Marvin Gaye), mutan en, digamos, hippies.
En un mundo pretencioso pero mesurado, personajes de nombre Jude (Jude de Liverpool), Lucy, Sadie, Max, etc., reunidos en una película que toma su título de la canción que John Lennon consideraba su creación más poética, bastarían para apropiarse (y aprovecharse) del universo beatle. Pero este mundo es pretencioso, y también el de Julie Taymor. Por eso se incluyeron en la película 34 canciones del cuarteto, por las cuales el estudio pagó diez millones de dólares. Sobra decirlo, no son versiones originales. Las canciones son interpretadas por los distintos actores (incluido Bono, que canta “I Am the Walrus” en el papel de Dr. Robert, a su vez un Ken Kesey con todo y camión psicodélico.) Del total de las canciones, veintinueve fueron montadas como números musicales que irrumpen en la narración. El nombre del grupo ni siquiera se menciona en la campaña de publicidad.
Quizá no sea éste el momento de proclamar la muerte del género musical, pero sí de culpar a Taymor por la masacre de 34 canciones llevadas a la pantalla. El problema no es que los Beatles sean interpretados por otras voces (cuarenta años de buenos covers ponen fin a esa discusión), sino la ilustración boba y literal de la mayoría (hay excepciones dignas, como “I Want to Hold Your Hand”, transformada en lamento amoroso y callado de una joven lesbiana), o la puesta en cámara de “I Want You (She’s So Heavy)”, para narrar el entrenamiento militar de aquellos reclutados para pelear en Vietnam). A través de coreografías, animación y todo tipo de efecto digital (el fuerte de Taymor, ante todo una brillante escenógrafa), las viñetas son utilizadas como sostenes de un guión que, por sí solo, nunca despegaría del suelo.
En una entrevista reciente, Julie Taymor declaró que estuvo a punto de llamar a su película All You Need Is Love. La detuvo, dice, la convicción de que, sólo después de haber estado en contacto con su lado oscuro, una persona puede afirmar que “todo lo que se necesita es amor”. Aunque es una afirmación profunda, agrega, también puede interpretarse como una idea trivial.
Reconforta saber que la directora rechaza la trivialidad. Sabíamos, gracias a Frida, que no considera trivial el uso de clichés ideológicos y culturales, ni el reciclaje de la nostalgia y sus símbolos. Taymor también aceptó que en su nueva película había guiños a la situación post Iraq. En Across the Universe, sin embargo, premia a sus espectadores con un final apoteósico y un soundtrack de colección. Eso, suponemos, tampoco cuenta como trivial. ¿Tocar la culpa colectiva de sus paisanos, para luego paliarla con un poquito de amor? Para nada trivial. ¿Estratégico? Mucho menos. Si esto le reportara ganancias sería producto de la casualidad. ~
es crítica de cine. Mantiene en letraslibres.com la videocolumna Cine aparte y conduce el programa Encuadre Iberoamericano. Su libro Misterios de la sala oscura (Taurus) acaba de aparecer en España.