Luis Mario Sarmiento

Clerks: veinte aniversario

A veinte años de su estreno, Clerks sigue siendo considerada una de las mejores comedias de los noventa, aunque Kevin Smith, su director, ya no goce de una buena reputación.
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1984 y 1994, dos grandes años para la cosecha cinematográfica. Con esta conversación continuamos una serie en la que hablamos de las virtudes y defectos de las grandes películas cumpleañeras. 

Luis Reséndiz: Hoy por hoy, cuando Kevin Smith es un poco un payaso de la industria, resulta difícil salir a defenderlo. No obstante, creo que es necesario platicar de Clerks, quizá no la mejor, pero sí la más emblemática película de Smith, la que mejor sintetiza sus talentos.

Hay que decirlo: muchas cosas están “mal” en Clerks. No es difícil hallarlas. Es una cinta que —bajo los lineamientos tradicionales usados para juzgar a una película— tiene varias actuaciones deficientes, diálogos dichos a destiempo, una edición que comete torpezas en más de una ocasión. Creo que todos esos reclamos serían válidos a la hora de juzgar a Clerks con dureza, sí, pero también serían insuficientes. Porque Clerks tiene más aciertos que errores. Su mayor virtud no es su argumento —un día en la vida de Dante Hicks, cajero de QuickStop—, sino su guión, escrito con chispa e ingenio. Pensemos en una de las primeras escenas de la película: Vilification. La dejo aquí para recordarla:

http://youtu.be/GTbusMZEL0Q

La secuencia dura dos minutos y en ese tiempo se dicen aproximadamente cuatrocientas palabras, que construyen un muy buen chiste con una punchline incontestable. A base de prácticamente nada —y bebiendo quizá de la velocidad de diálogos y la temática de los chistes de Seinfeld, que se transmitía por NBC justo en esos años—, Clerks pone un gag enfrente de otro para armar una película. Los temas son recurrentes: la estupidez de Dante y Randal, el dependiente del videocentro a un lado de la tienda de Dante, pero también de sus clientes, de los vendedores de mariguana de la calle, vaya: del mundo, el conformismo el conformismo de Dante, quien se queja de todo sin notarlo con la frase «I'm not even suppposed to be here today!», y de Randal, quien se asume conformista y disfruta serlo por el momento, las relaciones amorosas. Clerks se va erigiendo ante el espectador no sólo como una gran comedia, sino como un comentario a la anhedonia que provoca el empleo mal pagado pero seguro, el miedo al riesgo, la rutina a la que uno termina acostumbrándose aunque sea odiosa.

Rodrigo Rothschild: Veinteaños después de su estreno creo que su influencia tal vez es más fuerte que nunca. Curiosamente no tanto sobre el trabajo del mismo Smith, que con Red State y Tusk se ha movido a algo que podría considerarse cine de horrorla sombra de Clerks se siente en otros lados. Algo de la verborrea de Smith fue heredada por el movimiento mumblecore. Y su “situational comedy” la encontramos en series de slackers como The League o Workaholics. Y si volvemos a la famosísima escena en la que Dante y Randal discuten sobre los trabajadores inocentes que murieron en la construcción de la segunda Estrella de la Muerte en Return of the Jedi, con su puntual observación sobre lo casual en un ícono de la cultura popular es posible origen de los famosos “cut-away gags” de Seth MacFarlane en Family Guy. Después de que Randal pregunta “Do you think the average Storm Trooper knows how to install a toilet main?” MacFarlane habría cortado a una escena de dos Storm Troopers intentando instalar un inodoro, por ejemplo.

Claro, personajes conversando sobre cultura popular en el cine no eran cosa nueva. Apenas dos años antes Tarantino ya tenía una mesa de matones hablando sobre Madonna y el verdadero significado de ‘Like a Virgin’. Pero lo novedoso en Clerks es que los personajes tenían poco más que hacer que hablar de cultura popular. Si Jay grita «I’ll fuck anything that moves» como Frank Booth en Blue Velvet o Randal dice «We’re going to need a bigger boat» mientras simula un tiburón con un totopo en un frasco de salsa, no lo hacen a expensas de una observación inteligente o un chiste. Es su forma de no aburrirse tanto. Tal vez como una especie de antídoto a esa anhedonia que mencionas; un sentimiento común a toda una generación, criada frente al televisor y al reproductor de VHS. ¿Te acuerdas de la angustia existencial de Kurt Cobain y Nirvana? Ah, pues creo que es la misma cosa.

Por otro lado, creo que estos veinte años han hecho un poquito más claras esas cosas que están “mal” con Clerks. Fuedesde que vimos Mallrats que Smith evidenció que las actuaciones acartonadas, la falta de puesta de escena interesante o los errores de edición que originalmente culpamos a la falta de presupuesto eran en verdad carenciasdel director. A lo largo de su carrera ha demostrado su falta de interés en trabajar un lenguaje cinematográfico propio. Le basta con poner su cámara frente a un actor y dejarlo hablar, y si bien eso puede resultar en una parquedad poco interesante en otras cintas suyas, en Clerks funciona bien. Con su fotografía en blanco y negro y grano reventado, las escenas dentro de la tienda casi parece que las estamos viendo en una cámara de seguridad de la tienda. ¿Discovered footage acaso, Luis?

Luis Reséndiz: ¡Probablemente haya algún parentesco con el discovered footage, sí! Por otro lado, el discovered tampoco está tan alejado del Dogma '95, con el que, por alguna coincidencia, Clerks tiene varios puntos en común. No es tan raro: pensemos en cómo varias películas de los noventa privilegiaron ese estilo verité, casi documental; allí encontraremos a Husbands and Wives, de Woody Allen o Kids de Larry Clark. Casi al mismo tiempo, Von Trier y Vinterberg lanzaron la proclama del Dogma y el resto es historia. Recientemente, como apuntas, el mumblecore ha levantado de nuevo esa consigna —si bien no de manera explícita— y la ha llevado a su punto más alto con Frances Ha y al extremo de la experimentación formal con Computer Chess. En la genealogía de ambas películas está Clerks.

Quiero apuntar aquí que el humor de Clerks también es memorable por autodestructivo. Es tal su corrosión que Randal dice a Dante punzantes frases como «This is a life of convenience and any attempt to change it would shatter the pathetic microcosm you've fashioned for yourself», o crueles chistes de una sola línea de la talla de «My mom's been fuckin' a dead guy for 30 years. I call him “dad”» (mi frase favorita de la película). Y estas escenas están a un corte de otras totalmente hilarantes, como la secuencia en la que Caitilin, la exnovia de Dante, tiene sexo con un cadáver al que confunde con Dante; o la burla al machismo de Jay, quien después de decir a Silent Bob —interpretado por el mismo Kevin Smith en una especie de cameo extendido— que está dispuesto a practicarle sexo oral, se incorpora rápidamente para gritar «Ewww! You fucking faggot! I fucking hate guys! I LOVE WOMEN!»

La ironía de Clerks puede ser todo lo burda y escatológica y deschavetada que se quiera, pero la agudeza de su guión es tal que aquí todos esos adjetivos bien pueden enumerarse como virtudes. No sé si ya viste Tusk, pero sé que viste Red State: ¿cómo fue que se jodió tanto la carrera de Smith?

Rodrigo Rothschild: No tengo idea. No sé tampoco el momento exacto en el que se jodió. Creo que hay valores a la vista en Mallrats, Chasing Amy, Dogma y Zack and Miri Make a Porno. Y Jay and Silent Bob Strike Back, Clerks 2 y Red State se dejan ver. Sus únicos verdaderos churros podrían ser Jersey Girl y Cop Out. Ésta última, curiosamente, es la única película que ha dirigido que no ha escrito. Mi sospecha es que no ha sabido sacarle provecho a su fuerte. No he visto Tusk, y no me gustó mucho Red State, pero queda claro que la pluma de Smith sigue siendo una fortaleza. Para muestra basta mirar  este sermón de Michael Parks, que es sin duda la mejor y más aterradora escena de toda Red State. El tipo sigue escribiendo bien, y en Red State se probó versátil. Es una pena que nunca hayamos visto un guión de Smith en manos de un director más talentoso. Estuvimos cerca, cuando escribió Superman Lives para Tim Burton. Y si leemos sus etapas en los cómics de Daredevil o Green Arrow, es posible imaginar una película donde él esté a cargo del guión y alguien más a cargo de la composición de encuadres y cortes.

Creo que parte del declive de Smith tuvo que ver con su presencia en redes sociales: siempre obstinado, bravucón con críticos y admiradores que se atrevieran a cuestionar sus películas. Y sé que debemos de separar a la figura pública de su obra, pero es difícil desde el momento que en los créditos deTusk el tipo firma con su usuario de Twitter. Frente a cámaras sucede igual, es uno de esos autoproclamados nerds que habla bien de la adaptación fílmica de Daredevil (cuando le conviene), de Ben Affleck como Batman (cuando le conviene) o de las nuevas películas de Star Wars (cuando le conviene). El suyo es un sello de aprobación de falso-geek.

Pese a que Smith me parece ahora una presencia desagradable, siempre seguiré curioso sobre su obra. Tarde o temprano veré Tusk. Y volver a Clerks siempre es un deleite. Lo digo de corazón: en ella encuentro una de las grandes comedias americanas de los noventa. Estos veinte años de distancia sólo han sabido acentuar sus virtudes. Como los proverbiales buenos vinos, vaya. 

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Luis Reséndiz (Coatzacoalcos, 1988) es crítico de cine y ensayista.


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