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DĆ©jame entrar, de Tomas Alfredson

Ahora que la Cineteca ha reestrenado este filme, es una buena oportunidad para aquellos que se lo perdieron. Dentro de la oleada de obviedades vampĆ­ricas ā€“tanto en cine como en literaturaā€”que creĆ³ el fenĆ³meno CrepĆŗsculo, DĆ©jame entrar destaca por su original abordaje del mito de los chupasangre. Situada en un suburbio de la helada Estocolmo, esta historia es en realidad un estudio sobre la crueldad infantil y sobre el aislamiento al que son condenados aquellos considerados ā€œdiferentesā€. El niƱo Oscar, quien es fanĆ”tico de la nota roja y sufre el permanente acoso de sus compaƱeros de escuela, encuentra al cĆ³mplice perfecto en la extraƱa y enigmĆ”tica Eli, una niƱa que se acaba de mudar a su vecindario, de ojos sospechosamente grandes y movimientos insĆ³litos. Conforme se involucra con ella descubre el amor, pero tambiĆ©n tiene un acercamiento de primera mano con los sucesos sangrientos que aparecen en los periĆ³dicos. Una pelĆ­cula sin concesiones y, sobre todo, sin las ridiculeces emo a las que han sido reducidos hoy en dĆ­a los nietos de DrĆ”cula.

Sherlock Holmes, de Guy Ritchie

Hagamos a un lado la principal crĆ­tica que ha caĆ­do sobre este filme: sĆ­, es verdad, el Sherlock Holmes de Sir Arthur Conan Doyle no peleaba como Tyler Durden ni hacĆ­a espionaje a lo James Bond. Pero es un placer ver al legendario personaje reinventado en la pirotecnia visual de Guy Ritchie. Y, sobre todo, encarnado por el genial Robert Downey Jr., quien ha sabido moverse muy bien entre los filmes independientes y los de gran presupuesto. Para ver al Sherlock de gorrito y lupa (la pipa sĆ­ se conserva), ahĆ­ estĆ”n decenas de filmes que se realizaron anteriormente. HacĆ­a falta la versiĆ³n del nuevo siglo. Y resultĆ³ divertida, con la suficiente adrenalina y buenos momentos para complacer al espectador. La mancuerna de Downey y Jude Law como el inseparable Watson, funciona. Finalmente, no deja de llamar la atenciĆ³n que se haya eliminado la parte cocainĆ³mana del personaje original –en busca de un ā€œpara todo pĆŗblicoā€–, pero el hecho de que sea Downey –famoso por sus adicciones– quien lo interprete. Un pequeƱo guiƱo reivindicador.

Avatar, de James Cameron

ĀæCambiarĆ” en verdad Avatar para siempre la manera de hacer cine? ĀæEs un antes y un despuĆ©s en la corta historia del SĆ©ptimo Arte? Eso sĆ³lo lo dirĆ” el tiempo. Mientras tanto, James Cameron ha vuelto a captar la atenciĆ³n de las masas y de los medios como hiciera hace mĆ”s de diez aƱos con Titanic. Y no debe sorprendernos, porque siempre ha sido un efectivo creador de mundos en los que sus personajes se mueven entre los sentimientos y la acciĆ³n extrema. Su mĆ”s reciente fĆ”bula neohippie funciona porque se sostiene a pesar de su excesiva duraciĆ³n, pero carece de la originalidad de sus anteriores historias. Avatar es, en pocas palabras, una mezcla de Matrix con Danza con lobos. Nada nuevo, vaya, salvo los mencionados efectos especiales, que vuelven escalofriantemente realistas a los personajes de animaciĆ³n. QuizĆ” pronto, como en el DĆ­a del Juicio que imaginĆ³ en Terminator, las criaturas digitales terminarĆ”n por dominar a los hombres de carne y hueso. Por lo pronto, quien esto escribe prefiere quedarse con el Cameron de Aliens y El secreto del abismo.

-Bernardo Esquinca

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Su libro mƔs reciente es el volumen de relatos de terror Mar Negro (Almadƭa).


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