La boda de Aracne

Entre lo mรกs interesante de 'La boda de Rosa' estรก el modo en que Bollaรญn muestra el contraste entre la pausa del espacio de la memoria al que viaja Rosa y el agobio del ritmo vital mundano, rodeado de gente hablando sin decir y oyendo sin escuchar.
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La boda de Rosa (Icรญar Bollaรญn, 2019) comienza con una premisa a primera vista poco apetecible: una mujer agotada por el dรญa a dรญa que decide escapar de todo y, en un arrebato de excรฉntrica autoafirmaciรณn, casarse consigo misma. Pero el enredo es mรกs un pretexto necesario para tejer (nunca mejor dicho) alguna que otra retahรญla sutil que no merece pasar desapercibida.

Es una pelรญcula con una frescura notable que recuerda a ยฟHola, estรกs sola? (1995). La รณpera prima de Bollaรญn tenรญa una luminosidad que tal vez ha decaรญdo en sus cintas de los รบltimos aรฑos, pues sin perder el timรณn de su perfil social, daba la sensaciรณn de no tomarse tan en serio esa cosa tan seria que es el compromiso. A ello ayudaba precisamente Candela Peรฑa, quien en un pestaรฑeo le arrebataba el protagonismo a una musa de los noventa llamada Silke. Han pasado veinticinco aรฑos desde entonces y Bollaรญn ha apostado tal vez por la รบnica actriz que podรญa defender este personaje. Ademรกs, Peรฑa tiene algo de las grandes: no va ella al personaje, es como si los personajes se encajasen en su cuerpo y ya son inimaginables sin sus gestos y sus modos, sin su rotunda fragilidad, como Giulietta Masina, Barbara Stanwyck o Jeanne Moreau, como el traje que Rosa se va haciendo a medida. Incluso en un terreno tan resbaladizo como es la comedia costumbrista, Peรฑa consigue mantener una credibilidad pasmosa: con una ternura que me ha hecho pensar en Alfredo Landa (casualidad que la actriz pensara en Sancho Panza cuando perfilรณ a Rosa), y sin excesivos aspavientos, hay segundos de emociรณn intensa que trabaja de puntillas. Pocas actrices no sentirรญan la tentaciรณn de aprovechar el momento. Ella no lo necesita.

La segunda razรณn es que es una cinta sin excesos, hay sencillez y un guion muy medido. Pocos decorados, pocos extras, limpieza y efectividad. Todo el espacio se reserva para un elenco de actores en sincronรญa: Nathalie Poza, ya experta en aprovechar papeles pequeรฑos para brillar; Sergi Lรณpez que hace de perfecto y barrigudo fallero; Paula Usero, el flamante descubrimiento de la cinta, y Ramรณn Barea, aportando esa honestidad tranquila a la que nos tiene acostumbrados.

Pero lo mรกs interesante es el modo en que Bollaรญn muestra el contraste entre la pausa del espacio de la memoria al que viaja Rosa y el agobio del ritmo vital mundano, rodeado de gente hablando sin decir y oyendo sin escuchar, colgada de los videojuegos, del mรณvil, de los favores ajenosโ€ฆ Como una fรกbula muy precisa del tiempo que se nos ha venido encima. Resulta especialmente acertado el contraste entre el blanco agresivo de la ciudad de Valencia, donde Bollaรญn violenta adrede el pulso de la cรกmara para mostrarnos la acelerada vida actual, y la fotografรญa cรกlida y suave que enmarca el espacio melancรณlico de la mercerรญa materna en Benicร ssim. Allรญ se conservan las huellas de un tiempo dilatado y emocional, haciendo trajes de boda al son inconfundible de aquel antiquรญsimo estรกndar titulado โ€œAmapolaโ€. Solo escuchar esa melodรญa retrotrae a un cinรฉfilo a las secuencias mรกs hermosas de ร‰rase una vez en Amรฉrica (Sergio Leone, 1984) y no parece casual por parte de la directora, pues ha tenido a bien bautizar la vieja casa de costuras precisamente asรญ: Mercerรญa Amapola.

Ahora bien, lo mรกs sugerente de la cinta quizรก sea una asociaciรณn casual. Una alegre coincidencia o tal vez, lo reconozco, una enfermiza tendencia a hilvanar los personajes de la pantalla con las viejas fรกbulas ancestrales. No he podido evitar relacionar a Rosa con los hilos de Aracne: otra soltera empedernida, otra dueรฑa de su destino pero condenada por ello, otra tejedora.

Pensar en Aracne es pensar en un talento autรณnomo, asociado al trabajo femenino de las hilanderas que no parecen necesitar de nada ni de nadie y resultan sin embargo insustituibles, como le ocurre a Rosa. En el mito, Aracne compite con Minerva por ambiciรณn creativa, pero tambiรฉn por autoafirmaciรณn, y es castigada por su atrevimiento, pero no sin antes provocar la piedad de la diosa. La transformaciรณn final de la tejedora lidia en araรฑa no es mรกs que un acto de conmiseraciรณn ante su inminente suicidio, como si la convirtiera en una mรกs de sus fabricaciones textiles. Ademรกs, recuerda Carlos Goรฑi en Alma femenina. La mujer en la mitologรญa (2005),Minerva condena a Aracne a la prรกctica invisibilidad, pero a la vez la conmina a โ€œtejer tapices transparentesโ€. Artista de la invisibilidad pues, como invisible parece ser tambiรฉn la propia Rosa.

Resulta evidente que en el mito hay un duelo fundacional entre Minerva y Aracne con la tela como forma de medir las capacidades creativas, pero observando las huellas antropolรณgicas del mito descubrimos que las asociaciones a la araรฑa se vierten mรกs en la diosa que en la tejedora lidia. Vamos, que en realidad podrรญamos estar ante dos caras de la misma moneda mirรกndose al espejo: la araรฑa primigenia Minerva y la araรฑa aspirante Aracne, como en una versiรณn grecorromana de Eva al desnudo. Tal vez sea por eso que en la versiรณn de Velรกzquez no nos quede claro quiรฉn es la heroรญna del cuadro, si la diosa o la hilandera.

En todo caso se trata de un mito emancipatorio, liberado y liberador, ni victimista ni fatalista, trabajador y paciente como el trabajo mismo de la costura, como costureras son las Parcas, o Ariadna y su hilo laberรญntico, o por supuesto Penรฉlope y sus retahรญlas. Heroรญnas inteligentes que se zurcen su propio destino.

En el cine espaรฑol, Rafael Azcona tuvo a bien plagar sus guiones de hilvanes y pespuntes como homenaje a su padre sastre: desde el Lรณpez Vรกzquez que tomaba medidas a Josรฉ Luis Rodrรญguez para hacerle el traje de verdugo y con desprecio le espetaba: โ€œยฟTira de la sisa?โ€; hasta el cobarde padre de Moncho, que quemaba en secreto el carnรฉ de comunista en La lengua de las mariposas (Josรฉ Luis Cuerda, 1999); pasando por la Trini, sastra y cรณmplice de folclรณrica en La niรฑa de tus ojos (Fernando Trueba, 1998). Mรกs engarzada a Aracne todavรญa es la trama de De tu ventana a la mรญa (Paula Ortiz, 2011), donde precisamente la costura conectaba a mujeres de distintos tiempos para hacerse fuertes frente a la adversidad; y mรกs potente aรบn resulta en Dolor y gloria (Pedro Almodรณvar, 2018), donde al cabo de los aรฑos Salvador Mallo conservaba en el ajuar el viejo huevo de fruncir de su madre. La costura servรญa precisamente como hilvรกn contra el correr del tiempo y como engarce entre ficciรณn y realidad.

No parece casual, por tanto, que el dedal que Rosa coge del costurero de su madre se convierta en el amuleto con el que decide fabricarse su alianza de boda. En su conquista de la autoafirmaciรณn la costura es la herramienta, el catalizador de la memoria y de la creatividad, del ayer de su recuerdo y del maรฑana de su nueva vida.

Hay muchas razones por las que animarse a ver La boda de Rosa. Estรก el espรญritu de verbena, estรก Calabuch, la luz y la ternura berlanguiana de la Albufera, estรก Candela Peรฑa en estado de gracia y estรก Aracne, labrando pacientemente su propia autonomรญa. Toda una hazaรฑa mitolรณgica.

 

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