Hay ocasiones en las que la geografรญa de una pelรญcula es mucho mรกs que un mero escenario para contar una historia. Desde que Fritz Lang โquien fue arquitecto antes que cineastaโusara la luz para enfatizar la sensaciรณn del espacio arquitectรณnico en una sociedad totalitaria del futuro en Metropolis (1926), los artistas se han encargado de retratar y reinventar las ciudades, de contarnos sus historias y recorrer sus calles por nosotros.
Basta hablar de dos ciudades (o dos islas) y los directores que se han encargado de inmortalizarlas en la memoria colectiva: el Nueva York de Woody Allen y el Hong Kong de Wong Kar Wai. Se trata de dos miradas con mรกs elementos en comรบn de lo que a simple vista parece. Para estos dos creadores, su ciudad es el pretexto para situar una historia; para recrear un lugar cargado de tintes autobiogrรกficos, donde la trama es parte de la ciudad y la ciudad es la trama.
Woody Allen y Nueva York
Para Woody Allen, la isla de Manhattan es una postal de rascacielos, puentes al amanecer y caminatas nocturnas. Manhattan es un emblema. Es una ciudad romanceada, adorada y poderosa. Es la ciudad como a รฉl le gustarรญa que fuera: รญntima, romรกntica y sofisticada.
Es una ciudad en blanco y negro โpor su carรกcter nostรกlgicoโ como nos mostrรณ en Manhattan (1979), una carta abierta de amor a la ciudad que le valiรณ dos nominaciones al Oscar; o en Broadway Danny Rose (1984), su homenaje a las รฉpocas perdidas de Broadway, de los comediantes y sus agentes, los jugadores y las showgirls. El Times Square de Woody Allen huele a pastrami y a humo de puro. No es casualidad que el Carnegie Deli, inmortalizado por el propio director, ofrezca un sรกndwich con su nombre.
El Central Park de Woody Allen huele a otoรฑo, a veces a invierno. Los rostros de los personajes brillan con el sol de la tarde, en especial los de las mujeres. Es un lugar de proposiciones matrimoniales, paseos en carreta y discusiones sobre Schopenhauer.
Allen nos enseรฑa la ciudad a travรฉs de tomas largas, en las que los personajes apenas se ven o salen de cuadro. Solo queda la imagen del espacio, mientras se escuchan las voces de los protagonistas exhibiendo sus neurosis. Es la ciudad del pavimento; de los delis abiertos 24 horas, con neoyorquinos discutiendo en voz alta e interrumpiรฉndose a gritos; de los cabarets tocando clรกsicos de Cole Porter; de las viejas salas de cine exhibiendo pelรญculas de Chaplin, los hermanos Marx; de las galerรญas de arte moderno; y de los restaurantes, porque no existe un neoyorquino que coma en su casa.
Los departamentos son sobrios, con estantes rebosantes de libros, y vistas magnรญficas de los rascacielos. Sus interiores sirven como el escenario para organizar reuniones apretadas, discutir temas existenciales, ver partidos de los Knicks y tener sexo โde preferencia con un amante prohibido.
La ciudad estรก habitada por artistas afligidos, pseudointelectuales, madres judรญas, neurรณticos, profesores egรณlatras, jรณvenes atormentadas y psiquiatras freudianos que atienden a todos los anteriores. Y es que en ningรบn otro lugar podrรญa existir esta amalgama de personajes. El director lo deja claro. Incluso en sus pelรญculas filmadas fuera de su ciudad โya sea por falta de presupuesto o por requerimientos del guiรณn- Nueva York es un personaje. En Londres, en Barcelona, en Parรญs, en el infierno, y hasta adentro de un cerebro humano, la ciudad que nunca duerme se hace presente. Hasta el diablo, interpretado por Billy Crystal en Deconstructing Harry (1997), es un neoyorquino hecho y derecho. El personaje vive feliz en el Infierno โpese al calor-, ama su independencia y afirma que no podrรญa vivir en ningรบn otro lugar.
El Nueva York de los atlas es enorme. No asรญ el de Woody Allen. El director marca sus propios lรญmites: al norte, por la calle 96 โdonde empieza Harlemโ, y al sur, por Chinatown. Nunca llega a Wall Street. Brooklyn aparece muy de vez en cuando, como en aquel flashback desproporcionado en el que Alvy Singer (Annie Hall, 1977) explica el origen de sus nervios: el niรฑo vivรญa exactamente debajo de una montaรฑa rusa. Los personajes rara vez sienten la necesidad de salir de la isla. Para el cineasta โy para la mayorรญa de los neoyorquinosโ la ciudad es el centro y origen de todo: del arte, de los negocios, de la delincuencia y de los pordioseros. ยฟSu Nรฉmesis? Los รngeles, un lugar donde la gente no se esfuerza en caminar y cuya โรบnica ventaja cultural es que puedes darte vuelta a la derecha cuando el semรกforo estรก en rojoโ. Una ciudad sin crimen y sin nieve, una ciudad de โarquitectura inconsistenteโ, que tiene la costumbre de โconvertir su basura en programas de televisiรณnโ (Annie Hall).
Hay un barrio para cada personaje. El Upper East Side es donde vive el โWoody Allenโ de Woody Allen. Es donde sus personajes se enamoran. Es ahรญ donde estรก el departamento de Annie Hall y el Cafรฉ Carlyle. Del otro lado del parque, en el Upper West Side viven los pseudointelectuales y las familias. Chinatown es un barrio mรญstico, de edificios rancios y apretados, donde los personajes buscan remedios mรกgicos a sus problemas amorosos y angustias innecesarias. Es tambiรฉn, donde los mรกs atrevidos se van a vivir, como Mia Farrow en Alice (1990) o el personaje de Larry David en Whatever Works (2009).
En la ciudad de Woody Allen se escucha la orquesta de Benny Goodman, el saxofรณn de Glenn Miller, el score de Gershwin y la voz rasposa de Louis Armstrong. Woody Allen recrea su ciudad desde la nostalgia. Para รฉl, su ciudad โes una metรกfora de la decadencia de la sociedad contemporรกnea” (Manhattan). Nueva York es la isla donde estรกn contenidas las memorias de cรณmo รฉl quisiera que su ciudad se recuerde. Ciudad idealizada, engrandecida y sinรณnimo de un paraรญso perdido que quizรกs nunca existiรณ.
-Olga de la Fuente
(Continรบa aquรญ: Wong Kar-wai y Hong Kong)
Escritora y guionista.