La noche de los rebeldes

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La edición número 81 de los Oscares confirma las manías de la Academia -¿alguna vez dejarán de nominar a Meryl Streep y Kate Winslet?-, pero también presenta situaciones interesantes. La más destacable es que, entre los nominados, se coló un grupo personas que cimentó su reputación en Hollywood como “chicos malos” y que ahora finalmente son abrazados por el mainstream: les han puesto su “estrellita”, vaya. Empezando por el inglés Danny Boyle: con sus dos primeras películas, Tumba al ras de la tierra (una cinta de humor negrísimo sobre la amistad y la avaricia) y Trainspotting (fenómeno mundial en su momento con el tema del vacío existencial y las drogas) se convirtió en cineasta de culto, y quien ahora con su brillante Slumdog millionare no para de cosechar premios. Está claro que su película, ubicada en la india a ritmo de M.I.A., se llevará los premios más importantes de la Academia, hecho que lo transformará en un director con más poder del que él mismo hubiera podido imaginar.

Al mismo tiempo, la nominación de Mickey Rourke, el otrora enfant terrible de los sets de filmación, tiene una especial relevancia en la adormecida Meca del Cine. A principios de los noventa, Rourke se dio el lujo de menospreciar las mieles con las que sueñan la mayoría de sus colegas, y durante cinco años cambió la actuación por lo guantes de box. Ahora, a pesar de los obstáculos y las hipocresías del medio, está de regreso en el primer plano, gracias a su brutal encarnación de un loser en El luchador, dirigida por Darren Aronofsky.

Otro proverbial “mal portado” tiene nominación en esta entrega: Robert Downey Jr. quien, como sabemos, en más de una ocasión tuvo que obtener permiso especial para dejar la cárcel y rodar películas. Su caso emociona, no porque se trate del ex drogadicto que se reivindica, sino por el papel que lo ha puesto de nuevo en la alfombra roja: el de un negro-no negro (curioso trasunto de Michael Jackson) en la sátira Una película de guerra, dirigida por Ben Stiller. Nada más alejado que eso de los gustos de la Academia, pero no les quedó de otra, porque en verdad su actuación es tan hilarante como notable.

Habría que destacar también la nominación del director David Fincher, quien en sus inicios entregó obras profundamente perturbadoras, como Seven y El club de la pelea. Y, aunque ahora se ha descafeinado a sí mismo, según señalan sus críticos más agudos, no deja de ser saludable que un realizador de su talento y visión esté ahora gastando altos presupuestos, como sucede en El curioso caso de Benjamin Button. Si alguien va a despacharse las arcas de los estudios, es mejor que sea él y no uno de los tantos advenedizos que abundan en la Meca del Cine.

Finalmente, la noche de los rebeldes se verá coronada este 22 de febrero por el triunfo póstumo de Heath Ledger, quien a todas luces se convertirá en el segundo actor en la historia en llevarse la estatuilla al otro mundo (Peter Finch lo consiguió en 1977 por Network). El Oscar más cantado de la entrega reivindicará también a la película más ninguneada: El caballero oscuro, uno de los mejores filmes salidos de Hollywood en los últimos años, y que, salvo por Ledger y otras nominaciones secundarias, pasó desapercibido para la Academia. El Guasón reirá al último, y reirá mejor.

– Bernardo Esquinca

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Su libro más reciente es el volumen de relatos de terror Mar Negro (Almadía).


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