Las estrellas olvidadas

Las viejas y olvidadas mansiones de Hollywood han sido escenario para grandes pelรญculas norteamericanas. Las mejores de ellas son, quizรกs, Sunset Boulevard y What ever happened to Baby Jane?
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“You see, this is my life. It always will be. There’s nothing else. Just us, and the cameras and those wonderful people out there in the dark.”

Norma Desmond, Sunset Boulevard

¿Quรฉ mejor escenario para una estrella de Hollywood en decadencia que las mansiones angelinas? Lugares de talla extra grande -como todo California- donde darle rienda suelta a los delirios de grandeza. Espacios que propician la locura, habitados por actrices que no son mรกs que sombras de su propio pasado. Casas hechas a la medida de los egos de sus habitantes. A travรฉs de Sunset Boulevard (1950)yWhat ever happened to Baby Jane? (1962), el cine nos convierte en testigos del daรฑo que Hollywood le hace a las estrellas que olvida. Norma Desmond (Gloria Swanson) y las hermanas Hudson (Bette Davis y Joan Crawford) son vรญctimas del star system; estrellas de un universo que dejรณ de existir hace muchos aรฑos y que ellas recrearon en su encierro. Adentro de sus casas, la lรญnea entre el pasado y el presente no existe. Como prueba estรกn las miles de fotos de su juventud que decoran sus mesas y paredes. Las pocas veces que cruzan la puerta, las divas, equipadas con kilos de maquillaje, se convierten en un manojo de nervios, deseando secretamente ser reconocidas por todos. “¿Quรฉ no sabes quiรฉn soy?”, es la frase favorita de Jane Hudson (Bette Davis) en What ever happened to Baby Jane? Y, obviamente, nadie sabe.

Desde el primer cuadro de Sunset Boulevard vemos descomposiciรณn. La cรกmara de Wilder nos pone a la altura del pavimento. Hojas muertas rodean el letrero de la calle que le da el nombre a la pelรญcula. Asรญ es Norma Desmond, y asรญ es su mansiรณn: decadente. El descuidado exterior de la casa es un guiรฑo a Dickens en Grandes Esperanzas: jardines sin podar, paredes corroรญdas por la humedad, polvo, telaraรฑas, y una alberca sin agua habitada por una familia de ratas. Es en esa misma alberca donde el guionista Joe Gillis (William Holden) termina ahogado, con tres balazos en el pecho. Y es ahรญ donde empieza la narraciรณn de la anรฉcdota. Haciendo uso de su caracterรญstico sentido del humor, Wilder pone a un hombre muerto a contar su propia historia: un guionista desempleado llega por error al palacio de una ex estrella del cine mudo y acepta reescribir el ambicioso guiรณn que marcarรก el regreso de la actriz a la pantalla. Lo que en principio parece una idea brillante que sacarรก a Gillis del hoyo en el que estรก metido, es en realidad un plan siniestro para atrapar al escritor en el mundo de Norma Desmond.

What ever happened to Baby Jane? cuenta la historia de las hermanas Hudson: dos actrices que viven encerradas en una mansiรณn de Beverly Hills (que parece una casita en comparaciรณn con el palacio que habita Norma Desmond.) Jane (Bette Davis), enloquecida ex estrella infantil del teatro vaudeville y mediocre ex actriz de Hollywood, cuida de su hermana Blanche (Joan Crawford), quien vive un retiro obligado despuรฉs de que un accidente la dejara paralรญtica y arruinara su prolรญfica carrera. A travรฉs de la lente siniestra de Robert Aldrich, la cinta se convierte en la hija de Sunset Boulevard y Psycho, con sus claroscuros y una iluminaciรณn que acaba con la vanidad de las protagonistas. Las hermanas viven en un mundo de sombras y fantasmas del pasado, entre flores muertas y muรฑecas hechas a imagen y semejanza de Jane. Blanche pasa los dรญas aislada en su habitaciรณn, aรฑorando su pasado a travรฉs de las pelรญculas de su juventud. Jane habita la planta baja de la casa, donde cocina, bebe en exceso y, en una escena macabra, le quita el moรฑo a su muรฑeca y canta como una niรฑa de diez aรฑos:

Son los aรฑos cincuenta, pero la casa de Desmond es una mรกquina del tiempo de la รฉpoca del cine mudo: drapeados, terciopelo, y pisos de azulejos para bailar tango acompaรฑada de una orquesta privada. Luego estรก la cama de madera tallada en forma de barco, digna de una diva que se corta las venas y se acuesta a llorarle a su amante. Habitaciones y mรกs habitaciones, ventanas de triple altura, arcos romanos, una pantalla de cine, y un รณrgano a la mitad de la sala. No importa que casi nunca salga a la calle: cualquier pretexto es bueno para que Desmond se vista de gala y se eche encima sus mejores trapos. Las visitas que recibe (Buster Keaton, por nombrar uno) son fantasmas de una รฉpoca que nadie recuerda. Los espacios son amplรญsimos, y, sin embargo, la sensaciรณn que provocan es claustrofรณbica. En sus escapes nocturnos, Gillis tiene una probadita de la libertad en los lugares mรกs diminutos de Los รngeles: un cubรญculo de dos por dos en los estudios Paramount, una fiesta apretada en una casa con escritores desempleados y asistentes de direcciรณn, una tina en el baรฑo miniatura de un departamento.

Con sus rejas de metal en cada puerta, las mansiones bien podrรญan ser cรกrceles que contienen a las mujeres en una atmรณsfera tรณxica. Ahรญ, encerradas, Jane Hudson y Norma Desmond planean su regreso a los reflectores. ¿Regreso? ¿Cuรกl regreso? Si ellas nunca se fueron de los corazones de sus fans. Podemos culpar al entorno, al mayordomo-ex director-ex marido de Desmond, y a los aires de grandeza que Hollywood les alimentรณ. El chiste es que no hay salida para estas pobres mujeres. Blanche Hudson sueรฑa con vender la casa, irse a la playa con su sirvienta y mandar a su hermana a una clรญnica. Uno, como espectador, desea que ella abandone su encierro. Sin embargo, Jane, demente, se encarga de que nadie salga de ahรญ. La silla de ruedas no ayuda, y menos la conveniente ubicaciรณn de la habitaciรณn de Blanche en el segundo piso de la casa. Las escaleras son pasarela, son escenario que sirve para las galas mรกs sofisticadas. Son el lugar perfecto para arrojar a una rival, y son el elemento que contiene a Blanche en la parte alta de la casa. Para ella, la escalinata representa un abismo entre el telรฉfono, que es su รบnica oportunidad de salir de la casa, y la pesadilla que vive. Sunset Boulevard no serรญa lo que es sin esa escena final, gloriosa y sublime. Norma Desmond se desliza por la escalinata, como suspendida en el tiempo y en el espacio. Parece una diosa. Y por unos minutos, vivimos su fantasรญa: esos ojos que la observan inmรณviles no pertenecen a los policรญas, a los reporteros y a los doctores del psiquiรกtrico: son los empleados de Paramount, filmando su escena estelar. Este es su momento:

Reclusas, las divas han hecho de sus casas un pedacito del Hollywood que tanto aรฑoran. Pagaron un precio tan alto por su fama, que lo mรญnimo que les podemos conceder es un poquito de redenciรณn, aunque sea en forma de fantasรญa. Las hermanas Hudson terminan en la playa de Malibu, un lugar que representa la libertad y el recuerdo de una infancia feliz. Blanche yace moribunda en la arena mientras Jane baila como una niรฑa, rodeada de baรฑistas curiosos y policรญas a punto de apresarla por el asesinato de la sirvienta. Norma Desmond se detiene al pie de la escalinata. “Sr. DeMille, estoy lista para mi close-up.” Vaya close-up que obtuvo la Desmond: su rostro por demรกs expresivo llena el cuadro, y la cรกmara hace una disolvencia hasta que su cara se funde con la pantalla y la estrella desaparece en el paraรญso de los reflectores.

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Escritora y guionista.


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