Imagen: escena de Good luck to you, Leo Grande (2022)

Las mujeres de Sundance

Tanto en documentales como en ficción de varios géneros, mujeres cineastas de origen diverso ofrecieron una galería de historias en las que abundan los deseos, los sueños, las pesadillas y las fantasías femeninas durante la edición 2022 del festival de Sundance.
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Una mujer de 62 años se quita su bata y admira, frente al espejo, su cuerpo completamente desnudo. Se nota en su mirada un dejo de orgullo y satisfacción. Por vez primera en su vida se siente a gusto consigo misma. Una jovencita veinteañera, empuñando con firmeza un arma, le pide a su sádico carcelero ya derrotado una sonrisita, cual implacable Clint Eastwood juvenil y femenino. Una mujer casada de unos 30 años de edad voltea a ver a su marido, un cero a la izquierda, con un dejo de hartazgo, más que de triunfo, ya sin ganas de decir “te lo dije”, acaso porque es obvio que a estas alturas del juego ya no es necesario. Imágenes femeninas desafiantes.

Escribo estas líneas cuando está a punto de terminar el Festival de Sundance 2022 en su segunda emisión completamente en línea, y me queda claro que su equipo de programación tomó como hilo conductor de sus diferentes secciones no solo la presencia femenina detrás de las cámaras –la mitad de las cintas en competencia fueron dirigidas por mujeres– sino los intereses femeninos como temática central y común denominador. Sea en el terreno del documental, en la competencia dramática internacional o estadounidense, en la popular selección de cine “de medianoche” y hasta en la sección de premieres, mujeres cineastas de distintas partes del mundo ofrecieron una galería de historias en las que abundan los deseos, los sueños, las pesadillas y las fantasías femeninas.

Por ejemplo, en el meritorio documental Mija (E.U., 2022), presentado en la sección NEXT, la cineasta mexicoamericana Isabel Castro siguió durante más de dos años a sus protagonistas, Doris Muñoz García, una joven chicana de primera generación, hija de inmigrantes indocumentados que se dedica a representar jóvenes cantantes y en el camino se encuentra con Jacks, una adolescente texana que, como ella, es hija de padres indocumentados. Los retos profesionales de ambas se cruzan y entrecruzan con las preocupaciones familiares: ¿alguna vez podrán vivir sus padres sin temor a ser deportados?

Al otro lado del mundo, en la ágil y vital cinta de ficción Girl picture (Finlandia, 2022), dirigida por Alli Haapasolo e inscrita en la competencia internacional, seguimos los ires y venires de tres jovencitas muy distintas a Doris y Jacks, con tribulaciones muy diferentes, mucho más mundanas, que tienen que ver con el amor, el sexo y la importancia del placer. Están aprendiendo apresuradamente a ser mujeres, a ser jóvenes, a decidir por ellas mismas.

Esto último, la búsqueda del placer sin culpa alguna, está en el centro cómico-dramático de Good luck to you, Leo Grande (Reino Unido, 2022), tercer largometraje de la cineasta australiana Sophie Hyde, presentado fuera de competencia en la sección de premieres. Escrita por la actriz y comediante británica Katy Brand, estamos ante una sencillísima propuesta formal, con dos actores que comparten un solo escenario durante casi toda la cinta. El Leo Grande del título es el nombre “artístico” de un joven y atractivo trabajador sexual (Daryl McCormack), que llega a cumplir con su chamba al cuarto de un hotel donde lo espera una mujer de unos sesenta años de edad que dice llamarse Nancy Stokes (Emma Thompson, en plena forma).

Lo que sigue a lo largo de cuatro encuentros, todos ellos en ese cuarto, es algo más que el contractual y bien pagado intercambio de fluidos: es la exploración del reprimido y nunca experimentado deseo femenino representado por esta profesora de escuela, viuda desde hace un par de años, quien desde el primer encuentro con Leo confiesa que nunca ha sabido qué es un orgasmo. Como buena docente –y de moral, por cierto– la señora Stokes tiene claro qué quiere hacer y experimentar, por lo que en algún momento le pasa la lista de sus deseos al muy articulado muchacho. Nancy quiere, en ese orden, felación, cunnilingus, un 69 (“¿se sigue haciendo eso, verdad?”) y hacer el amor montando al muchacho. Todo anotado en un papelito, para que no se le olvide.

Thompson está formidable como esta señora jubilada, sin marido ni hijos a la vista, que decide descubrir un mundo desconocido para ella. Los diálogos, tan gráficos como desenfadados, contrastan con la ausencia de sexo gráfico en pantalla. Las elipsis en corte directo nos escatiman los coitos que suceden en cada una de las sesiones, aunque nos queda claro cuál es el resultado de cada uno de esos encuentros. El efecto, hacia el desenlace, es evidente: la profe encarnada –en todo el sentido del término– por Emma Thompson no solo ha conquistado un nuevo mundo sino que, a fin de cuentas, se ha conquistado a sí misma. Y no hay vuelta atrás.

Algo similar, aunque en un contexto muy diferente, se presenta en dos notables thrillers dirigidos también por mujeres y con protagonistas femeninas. En Watcher (E.U., 2022), presentada en la competencia oficial estadounidense, Julia (Maika Monroe) llega a Bucarest con su marido, un ejecutivo de marketing. Como no conoce el idioma ni tiene empleo ni amigos ni conocidos, se enconcha en su soledad y en la ¿fantasía? de que alguien –el mirón del título en inglés– la está espiando desde el edificio de departamentos de enfrente. La aparición de un asesino en serie que decapita a mujeres solitarias es la gota que derrama el paranoico vaso de Julia. Aunque, ¿no será que la mujer dice la verdad y nadie, ni el marido siempre ocupado ni la inútil policía rumana, la toma en serio?

La influencia de Polanski es más que clara en la directora debutante Chloe Okuno, en la creación de un ambiente genuinamente inquietante y malsano que rodea a la protagonista, una mujer que no puede convencer a nadie de que está diciendo la verdad, porque en sentido estricto, le dicen todos una y otra vez, no le ha pasado nada: nadie la ha agredido, nadie la ha atacado, no corre ningún peligro… Los signos amenazantes son claros para ella, pero para nadie más. Por lo mismo, llegado el momento, tiene que ser ella quien se salve a sí misma. No hay nadie más.

Un problema idéntico enfrenta Noa (Daisy Edgar-Jones), la protagonista de Fresh (E.U., 2021), cinta dirigida por la debutante Mimi Cave y presentada en la sección Midnight, destinada al cine de género, especialmente de horror y fantástico. Noa es una mujer solitaria de veintitantos años de edad, pero podría compartir frustraciones similares a las de la profesora jubilada de Emma Thompson. La muchacha vive sola, no tiene pareja a la vista y cada nuevo intento de cita a ciegas a través de alguna inevitable aplicación telefónica termina en desastre, sea una cena con algún barbaján, sea que algún otro “galán” cree que la mejor manera de romper el hielo es enviarle una foto de su pene.

Por lo mismo, cuando Noa se encuentra en el supermercado con Steve (Sebastian Stan), un tipo joven, atractivo, ingenioso, soltero, ¡médico cirujano!, que no cree en las citas a ciegas y que además ¡sabe escuchar!, la muchacha no puede creer que ha tenido tanta suerte. Es más: Steve es tan caballeroso que tiene dudas sobre si es prudente terminar en la cama después de la primera cita. ¡Este hombre parece mentira! Spoiler: claro que lo es. Mucho antes de que aparezca el título del filme en pantalla, en el minuto 38, cualquier espectador sabe que nada de lo que estamos viendo puede terminar bien. Nadie puede ser tan perfecto como lo es el tal Steve. Lo siento, muchachas.

De todas las cintas mencionadas en esta crónica festivalera, Fresh es, acaso, la más previsible de todas, pero al mismo tiempo, la más lograda en sus objetivos y en su contundente ejecución. No describiré nada de lo que pasa después del ya mencionado minuto 38, aunque el placer que ofrece esta sólida cinta de género no radica tanto en las sorpresivas vueltas de tuerca sino en el talento de la directora en montar un eficaz ambiente de horror psicológico –otra vez hay mucho de Polanski en los primeros minutos de la película– que se transforma, hacia el desaforado desenlace, en un escenario de desatado horror gore.

Digamos que estamos ante una suerte de Hostal (Roth, 2005), pero en los tiempos del Me too, y con una protagonista que podrá ser mujer y muy joven, pero no está indefensa. Interpretada, además, por la ascendente Daisy Edgar-Jones, quien no tiene un pelo de tonta ni, mucho menos, vocación de víctima, al igual que las otras mujeres de Sundance 2022.

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(Culiacán, Sinaloa, 1966) es crítico de cine desde hace más de 30 años. Es parte de la Escuela de Humanidades y Educación del Tec de Monterrey.


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