Hace unos días se anunció que Edgar Wright, el geniecillo responsable de la trilogía Cornetto y Scott Pilgrim vs. The World, abandonaba la dirección de Ant-Man, la nueva película de Marvel Studios. Aunque su sustituto, Peyton Reed, es un solvente director de cine y televisión, la tristeza embargó a más de uno: la visión de Wright era precisamente lo que mantenía a mucha gente emocionada por la nueva cinta, que ahora solo existirá en nuestra mente. Los proyectos perdidos despiertan un entusiasmo que no despertaron en su momento; el tiempo les ha añadido, además, visos de leyenda. Estos trabajos tienen la virtud de no poder ser derrotados por la realidad: intangibles, sus cualidades derivan de los nombres involucrados en ellos y de la imaginación de quien decide pensarlos. Su encanto, entonces, es el de un sueño, o si se quiere, el de un sueño roto.
1. Dune, de Alejandro Jodorowsky
Es innegable que Alejandro Jodorowsky es un director ambicioso: esto es evidente desde Fando y Lis, filmada con poquísimo dinero pero nutridas ideas —no muchas películas tienen a un pianista real tocando un piano que de verdad está en llamas— hasta Santa Sangre, un delirante descenso a un circo que mucho tiene de infierno. De todas estas cintas, el mismo Jodorowsky ha dicho que ninguna es más ambiciosa que su intento de adaptar Dune, de Frank Herbert. Sin haber leído la novela, Jodorowsky decidió que ese era el material indicado para filmar una película que, en sus propias palabras, “replicara los efectos del LSD pero sin probar la droga”. Jodorowsky reclutó a Pink Floyd, Peter Gabriel, H.R. Giger —el creador de la identidad de Alien—, Salvador Dalí, Jean Giraud —mítico ilustrador francés—, Orson Welles, David Carradine y Mick Jagger —entre algunos otros— para crear, diseñar y protagonizar su versión de Dune. Gastándose tan solo en preproducción dos millones de dólares de los nueve que tenía destinados el proyecto —y con un guion del tamaño de una guía telefónica, previsto para una película de catorce horas de duración—,Dune de Jodorowsky estaba irremediablemente destinada al fracaso. Del enorme storyboard ilustrado por Giraud se imprimieron unas cuantas —e inconseguibles— copias que fueron distribuidas a algunos estudios de cine de todo el mundo, y de los sueños de Jodorowsky solo queda la pálida esperanza de que alguien decida adaptar su película en una animación.
Todo esto es contado en Jodorowsky’s Dune, el imperdible documental de Frank Pavich que condensa toda la historia del proyecto malogrado.
2. El Padrino III—con Robert Duvall
La tercera entrega de El Padrino, filmada y escrita casi a fuerza y un poco en contra de los deseos de Francis Ford Coppola —quien no pudo rechazar la oferta que le hizo la Paramount con tal de dirigirla—, fue un casi unánime fracaso de crítica, aunque no de taquilla. A casi veinticinco años de su estreno, hay pocas dudas respecto a su incómodo lugar en la saga: si El Padrino II destruyó el mito que reza “Nunca segundas partes fueron buenas”, El Padrino III ayudó a erigirlo de nuevo. Sin embargo, otra versión pudo ser posible: originalmente, Robert Duvall —encargado de interpretar a Tom Hagen, el abogado de los Corleone y quizá el último reducto de moralidad de la familia— estaba contemplado en un papel protagónico. Duvall sintió que lo que recibía por interpretar a su personaje era demasiado poco —“Si deciden pagarle el doble de lo que a mí a Pacino, está bien, pero no lo está si deciden pagarle el triple o el cuádruple”, afirmó el actor—, y declinó la oferta. El guion escrito por Coppola y Puzo —el autor de la novela original— tenía como eje un enfrentamiento —una guerra, se ha dicho en algunos sitios— entre Tom Hagen y Michael Corleone, padrino y consigliere, hermano y hermano, vicio y moralidad. No se conoce más y quizá sea mejor así: solo aumentaría el deseo por verla y la frustración de su inexistencia.
3. La conquista de México, de Werner Herzog
Pocas cosas se saben acerca de este proyecto más allá de que Werner Herzog buscó financiamiento —veinticinco millones de dólares, nada más— para hacerlo. La nota surgió por allá de 1995 —acála recoge Proceso— y no fue sino hasta su visita al Festival de Cine de Morelia, en 2003 —inaugurado con la proyección de una cinta suya— que Herzog aseguró que consiguió presupuesto de parte de algún estudio hollywoodense, pero que se negó a filmar la cinta debido a las restricciones creativas y comerciales que pretendieron imponerle. (Una nota de un periódico costarricense consigna: “Werner Herzog rechaza hacer la Conquista de México con Hollywood”.) Dada la escasa información que hay sobre este tema, solo queda imaginar los resultados de cruzar el músculo creativo de Herzog —quien dirigió Aguirre, la ira de dios, sobre el conquistador español Lope de Aguirre— y la historia de la conquista de México a manos del imperio español.
4. Who Killed Bambi?, de Russ Meyer, Roger Ebert y Malcolm McLaren
A Roger Ebert se le conoce como crítico de cine, pero parte de su labor literaria incluyó también el guión cinematográfico. Uno de sus proyectos jamás fue filmado: Who Killed Bambi?, una especie de versión punk de A Hard Day’s Night —la comedia de The Beatles dirigida por Richard Lester—. La producción corría a cargo de la 20th Century Fox, y la película comenzó a rodarse con el legendario Russ Meyer en la dirección y los Sex Pistols como actores protagónicos, pero todo el apoyo fue retirado después de una lectura del guion. Ebert afirmó que hubo un día y medio de rodaje y muchos años después, el 26 de abril de 2010, colgó su versión del guion en su sitio. “Los comentarios están abiertos”, diría en su presentación del texto, “pero no puedo discutir lo que escribí, por qué lo escribí o qué debí haber escrito o no. Francamente, no tengo idea”.
El guion de Roger Ebert, aquí.
5. A Clockwork Orange —con The Rolling Stones
La novela original de A Clockwork Orange fue escrita deprisa —Burgess declaró en alguna ocasión haberlo terminado en tres semanas— y, según cuenta la leyenda, motivado por el afán de ganar dinero rápido. Se cuenta que los derechos de la adaptación cinematográfica fueron vendidos por quinientos dólares a Mick Jagger, quien pretendía actuar como Alex de Large. El proyecto pasó por varias manos de candidatos a directores —Tinto Brass y Ken Russell sonaron fuerte— pero, después de un rato de elucubrar, Mick Jagger olvidó su deseo de convertirse en drugo y los derechos de la cinta cayeron sobre el regazo de otro director, quien sí filmó su adaptación: Stanley Kubrick.
6. Bola extra: Twilight of the Superheroes,de Alan Moore
De Alan Moore se sabe que ha redefinido el género superheroico en más de una ocasión: los golpes de timón dados al mito con Watchmen y The League of Extraordinary Gentlemen bastan para asegurarle un lugar en el Olimpo de los grandes guionistas. No obstante, hubo un proyecto que Moore planeó por encargo de DC Comics y que, desafortunadamente, jamás vio la luz: Twilight of the Superheroes. Apoyado en la idea de que los grandes mitos llegan a trascender gracias a que concluyen sus historias, Moore trazó un argumento en el que todos los superhéroes de DC —pero en serio todos: de Batman a John Constantine, pasando por toda la familia Marvel— terminaban su historia en ese universo. La historia que escribió contenía héroes que habían perdido la razón —Capitán Marvel—, vigilantes que asumían una personalidad fascista —no es necesario subrayar que estamos hablando de Batman— y un Estados Unidos distópico en el que los superhumanos y las familias de los superhumanos habían tomado el control de todo como si de casas reales se trataran —entre esas casas contamos a la Casa del Acero, nacida del matrimonio entre Superman y Wonder Woman— . Aunque muchas de sus aportaciones fueron retomadas más tarde por Mark Waid en Kingdom Come, DC decidió que el proyecto era demasiado y no le dio luz verde. De él solo tenemos un larguísimo outline, en el que Moore describe detalladamente cómo su historia concluiría la continuidad del universo de DC al tiempo que permitiría la creación de nuevas historias, y nada más. Al poco tiempo, Alan Moore salió de DC furioso por un pleito de control autoral que hasta la fecha no ha terminado, haciendo aún más difícil que el proyecto llegue a realizarse; actualmente se dedica a echar pestes del cómic de superhéroes —aunque no ha dejado de escribir The League of Extraordinary Gentlemen, que es un cómic de superhéroes victorianos. Solo queda soñar. ~
Luis Reséndiz (Coatzacoalcos, 1988) es crítico de cine y ensayista.