La mediocridad como atributo de dos personajes y el patetismo como efecto de su interacción pueden hacer que una película oscile entre la comedia y el drama y genere en su público carcajadas o compasión. Este filme navega en esas aguas, peligrosas toda vez que ahogan la intención de su autor. La antihistoria de amor entre Marina (Cecilia Suárez), empleada ratonil de una tienda de uniformes, y Víctor (Enrique Arreola), el ex compañero de escuela al que elige para acompañarla en un viaje, es más efectiva cuando los desencuentros entre los personajes son consecuencia de su introversión, y menos cuando sus gestos y diálogos vuelven explícita la timidez. Suárez, más que Arreola, construye su personaje hacia adentro, sin ilustrar la emoción, y logra las escenas que más resuenan en el espectador. ~
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