Hace un par de meses estaba en Nogales, Arizona, frente al muro fronterizo. Iba como parte de un grupo de nueve periodistas de todo el mundo, que habรญamos recibido becas para estudiar en la Escuela Cronkite de Periodismo de la Arizona State University. Del otro lado, a unos metros de distancia, alcanzaba a ver un paรญs cuya cultura e idioma me son familiares, aunque soy de Rumania y nunca he estado ahรญ.
No me avergรผenza decir cรณmo aprendรญ sobre Mรฉxico: sentada frente a la televisiรณn, viendo telenovelas latinoamericanas.
Las telenovelas fueron un gran รฉxito en Europa del Este y Rusia en los aรฑos 90, poco despuรฉs de la caรญda de los regรญmenes comunistas. โHabรญa mucha hambre de ver otra cosa, lo que estaba pasando en otros rincones del mundoโ, explica la traductora Iulia Baran, al hablar de la popularidad de las telenovelas en los aรฑos 90 en Rumania. Durante la dictadura de Nicolae Ceauศescu (1965-1989), la serie estadounidense Dallas fue uno de los pocos vistazos al occidente capitalista al que tenรญan acceso muchos rumanos. Ceauศescu permitiรณ la transmisiรณn de la serie porque creyรณ que sus ciudadanos se asombrarรญan de la corrupciรณn y la decadencia en los Estados Unidos. Pasรณ lo contrario: al ver el programa, la gente aspiraba a la vida lujosa de J.R. Ewing y los petroleros texanos.
Baran tradujo telenovelas brasileรฑas, que tambiรฉn eran muy populares, en los aรฑos 90 y 2000. โUna gran parte de quienes veรญan telenovelas eran personas con un nivel educativo mรกs bajoโ, opina ella, y relata cรณmo le encantaba escuchar conversaciones sobre telenovelas entre los pasajeros del transporte pรบblico.
El documental Nasha Natasha (2020) intenta explicar el รฉxito que la actriz y cantante uruguaya Natalia Oreiro, estrella de la telenovela argentina Muรฑeca brava, tuvo fuera de su patria. Despuรฉs de mostrar escenas donde la actriz es recibida por millares de fans (la mayorรญa niรฑas y adolescentes) en Rumania, Filipinas o Tahitรญ a inicios de los aรฑos 2000, el documental sigue con shows y encuentros con fans de Rusia. Una joven rusa explica por quรฉ la gente de su paรญs amaba a Natalia Oreiro: โLos rusos son cรกlidos, pero no expresan sentimientos, se les dice que sean durosโ. โNatalia es un puente entre Rusia y Amรฉrica Latinaโ, dice otra joven.
Las telenovelas fueron eso mismo para mi paรญs.
Crecรญ en un barrio modesto de Bucarest, en un departamento de tres habitaciones, con mi hermana, que es un aรฑo mayor, mi padre, que era piloto, y mi mamรก, diseรฑadora tรฉcnica. Yo sabรญa leer desde que tenรญa unos cuatro aรฑos, me encantaban los crucigramas y era buena estudiante. Y desde los siete me fascinaron las telenovelas.
Mi hermana fue la primera adicta. A ella le gustaba mucho mรกs que a mรญ ver televisiรณn, y a veces me llamaba para ver algo que disfrutaba especialmente. Recuerdo que llegaba yo a medio programa y le preguntaba (antes de darme cuenta de que la musiquita casi siempre te lo dice): โยฟEse es malo? ยฟY esa? ยฟY esos son buenos?โ. Ella me respondรญa: โยกCรกllate y espรฉrate a ver!โ.
Thalรญa, Natalia Oreiro y Gabriela Spanic fueron mis primeras heroรญnas.
Me sentรญ atraรญda por ese mundo telenovelero. La pasiรณn de los actores, la similitud entre nuestras lenguas romances y la tensiรณn de sus historias, las grandes mansiones con una fuente en el jardรญn, los mayordomos, las fiestas de baile tan alegresโฆ todo aquello representaba el mundo mรกs exรณtico que habรญa visto.
Mirรกbamos las novelas por la tarde, despuรฉs de regresar de la escuela (solas, mientras nuestros padres estaban en el trabajo). Ni siquiera nos cambiรกbamos del uniforme escolar (un vestido con cuadrados azules y un delantal encima) antes de prender la tele. Luego, cuando empezamos a ir a la escuela por la tarde, veรญamos las retransmisiones por la maรฑana. A veces tenรญamos suerte y podรญamos ver el mismo episodio dos veces.
En total, vi unas quince telenovelas entre mis siete y mis 16 aรฑos. No todas las vi completas, pero al menos sรญ algunos episodios de cada una. La usurpadora, sobre dos hermanas gemelas separadas al nacer, que se reรบnen aรฑos despuรฉs y deciden intercambiar sus vidas, me tenรญa obsesionada. Siempre me imaginaba cรณmo serรญa si mi hermana y yo hiciรฉramos lo mismo (que lรกstima que no seamos gemelas). Gabriela Spanic interpretรณ a las dos hermanas (una pobre y otra rica, con personalidades totalmente diferentes) y su talento sigue vivo en mi memoria. Marรญa la del barrio, sobre una niรฑa huรฉrfana que es acogida en una familia rica y se enamora de uno de sus hijos, fue otra de mis favoritas. Me parecรญa injusto como niรฑa que Marรญa (interpretada por Thalรญa) fuera rechazada por algunos de los miembros de la familia debido a sus orรญgenes humildes. Admiraba a los personajes que pasaban por dificultades y las superaban, como los de Mi gorda bella (Venezuela) o Yo soy Betty, la fea (Colombia). โCambio dolor por libertadโ, el tema musical de Muรฑeca brava, fue mi lema durante muchos aรฑos.
A muchos rumanos, las telenovelas nos abrieron los ojos a las desigualdades econรณmicas y de gรฉnero, realidades cotidianas no solo del otro lado del mundo, sino en nuestro entorno. Ojalรก hubiรฉramos discutido y contextualizado estos temas con padres o profesores, pero pocos adultos entendรญan la importancia educativa de nuestros escapes latinoamericanos.
Oana ศenter, documentalista rumana de 27 aรฑos, escuchรณ por primera vez sobre el virus de la inmunodeficiencia humana, los condones y la anorexia en las telenovelas. Tenรญa alrededor de diez aรฑos cuando le preguntรณ a su mamรก quรฉ era un condรณn, luego de escuchar la palabra en una telenovela. โSe quedรณ totalmente en silencio y no dijo nadaโ, recuerda, riรฉndose. Oana hablaba sobre la anorexia con sus amigos adolescentes que tambiรฉn veรญan Rebelde, que presentaba a una actriz que habรญa estado luchando contra los trastornos alimenticios. โFue una gran campaรฑa de concientizaciรณn, en cierto modoโ, concluye.
Radu ศenter, psiquiatra infantil de 30 aรฑos, empezรณ a ver telenovelas cuando tenรญa siete aรฑos, pero no porque le atrajeran las historias, sino porque la niรฑera que los cuidaba a รฉl y a su hermana no leรญa muy bien los subtรญtulos en rumano, ya que ella era hรบngara (una de las minorรญas mรกs grandes de Rumania). A Radu le tocaba leerlos en voz alta. Al principio le molestaba no poder terminar de leer las lรญneas cuando los subtรญtulos cambiaban, pero con el tiempo mejorรณ, de modo que nunca tuvo problemas con la lectura en la escuela. Radu me cuenta que no podรญa seguir la trama al estar tan concentrado en la lectura, pero captaba algunas palabras en espaรฑol y aรบn recuerda la letra del tema musical de Carita de รngel, una telenovela mexicana para niรฑos, que le leรญa a Oana, su hermana menor.
La transmisiรณn de Carita de รngel (que contaba la historia de Dulce Maria, una niรฑa huรฉrfana de madre que vivรญa en un internado catรณlico) coincidiรณ con la noticia de que mi padre tenรญa cรกncer de cerebro y morirรญa pronto. Ahora reconozco que el show fue el sustituto del psicรณlogo que no tenรญamos.
Ileana Cecanu, directora de Pelรญcula, el รบnico festival de cine latinoamericano de Rumania, vio novelas entre los 20 y 28 aรฑos, mientras trabajaba en HBO Rumania como asistente en el departamento de marketing. Esa era la forma en que pasaba el tiempo con su abuela, me dice. Vivรญan juntas, y recuerda volver del trabajo por las tardes y encontrar a su abuela en el sillรณn frente al televisor, con un cigarrillo en la mano y โcompletamente cautivada por el poder de la tramaโ. Muchas veces, Ileana llegaba en medio de un episodio y la abuela le contaba quรฉ habรญa pasado antes. Ella le respondรญa sarcรกsticamente que bastaba con ver el primer y el รบltimo episodio para entender toda la telenovela. โMe parecรญan demasiado exageradas. A veces me reรญa, otras veces me molestaba que mi abuela no tuviera algo mejor que hacer. Pero a ella la relajaban y la hacรญan reรญrโ, recuerda Ileana.
Y aunque se burlara de ellas, a Ileana las telenovelas le enseรฑaron espaรฑol, que le fue รบtil aรฑos despuรฉs, cuando se fue a Argentina para bailar tango, y ahora, cuando trabaja con directores de cine de Amรฉrica Latina.
A mรญ, el espaรฑol que aprendรญ de las novelas me ayudรณ para ganarme una beca Erasmus para estudiar en Madrid, cuando tenรญa 20 aรฑos. Allรญ descubrรญ las pelรญculas de Pedro Almodรณvar y Alejandro Amenรกbar, que se volvieron mis favoritas. Mรกs recientemente, me conmoviรณ ver Roma, de Alfonso Cuarรณn, y obtener respuesta a una de las preguntas que tenรญa de niรฑa, viendo telenovelas: ยฟcรณmo es la vida de una trabajadora domรฉstica en la casa de familias ricas?
Nunca menospreciarรฉ las telenovelas o a quienes las aman. Las telenovelas fueron mi modo de descubrir el mundo exterior y sus disparidades, y tambiรฉn me introdujeron en mi mundo interior. Nos dieron la oportunidad de pasar tiempo con nuestras familias y acercarnos los unos a los otros cuando nadie nos enseรฑaba cรณmo hablar de nuestros sentimientos. Y gracias a ellas, cuando un dรญa estรฉ en Nogales, Sonora, del otro lado del muro, me voy a sentir menos extranjera de lo que me siento en Estados Unidos.