The Dark Knight

A juzgar por la segunda cinta en su trilogรญa, hay un lenguaje que Christopher Nolan necesita practicar: el cinematogrรกfico.
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Inmediatamente despuรฉs de los crรฉditos iniciales de Psicosis de Alfred Hitchcock encontramos una ciudad, Phoenix, Arizona, un viernes al mediodรญa. La cรกmara se acerca lentamente, en varias tomas que dan la impresiรณn de ser una sola, a una ventana. Ahรญ comienza el drama:

No estรก demรกs decir que Hitchcock querรญa usar un helicรณptero que recorriera el centro de Phoenix hasta concentrarse en esa ventana, pero Psicosis fue una pelรญcula de bajo presupuesto y el gran director tuvo que “conformarse” con esa elegante sucesiรณn de paneos y disolvencias. Muchos crรญticos (ejemplos: David Thomson en The moment of Psycho y Raymond Durgnat en A long hard look at Psycho) coinciden en que esta introducciรณn sirve para acentuar la realidad de la pelรญcula. Psicosis parece estar diciรฉndonos que la historia que estรก por comenzar puede suceder un dรญa cualquiera en una ciudad cualquiera: รฉsta no es una historia sobrenatural sino natural.

La apertura de la primera secuencia de El caballero de la noche de Christopher Nolan –el asalto al banco– es muy similar. Encontramos Ciudad Gรณtica, una entre cientos de ciudades gringas, y nos aproximamos en pleno dรญa a una ventana de una oficina cualquiera. (Suerte para Nolan: con un presupuesto ilimitado a la mano, รฉl sรญ pudo montar su cรกmara en un helicรณptero.) Ahรญ comienza el drama:

Esa Ciudad Gรณtica es reconocible, oficinista, cotidiana bajo el sol matutino o vespertino. Real. ร‰sta no es una historia sobrenatural sino natural: no hay hombres con superpoderes, hombres que se transformen en reptiles, sino asaltantes de bancos, mafiosos, locos vestidos de payasos o murciรฉlagos. Nolan mismo ha hablado del “realismo” en el que quiso colocar a su Batman. Por ejemplo, en esta entrevista con GreenCine:

Sentรญa que nunca habรญa visto una historia de superhรฉroes abordada con un verdadero grado de realidad, de seriedad. Y para mรญ Batman, que es el mรกs mortal, el mรกs ordinario de los superhรฉroes en tรฉrminos de habilidades –no tiene superpoderes–, pues era la elecciรณn natural para tratar de contar una historia de superhรฉroes de manera realista.

Esta primera toma es un buen paso hacia la consecuciรณn de ese textura de alguna forma parecida a la realidad. Es una toma bella e inteligente. Nos presenta un doble objeto de interรฉs: uno en voz alta –la ventana al fondo– y uno susurrado –la azotea sobre la que volamos, que se convertirรก un instante despuรฉs en el verdadero foco de nuestra atenciรณn: el banco asaltado. Elegantemente, es una “toma de ubicaciรณn” en mรกs de un sentido.

Y tambiรฉn es el principio del declive de El caballero de la noche.

*   *   *

Christopher Nolan y su hermano Jonathan son, ni modo, muy malos escritores. Son descuidados en lo importante, enredados en lo general e irritantemente desconfiados del espectador. Veamos. Dos ejemplos (entre muchos) de su descuido para lo que es de veras importante: la salida del Guasรณn al final de la secuencia del robo inicial estรก confiada a la coincidencia –que el gerente del banco, moribundo, decida dar un ridรญculo speech sobre cรณmo antes los criminales tenรญan sus creencias, que en ese momento una fila de camiones pase por ahรญ y abra un huequito para el del Guasรณn, que nadie se haya detenido en esos varios minutos a ver quรฉ diablos hacรญa un camiรณn estrellado en un banco– y la salida del mismo Guasรณn de la fiesta de Dent en el penthouse de Bruce Wayne estรก confiada al olvido –Batman se lanza por la ventana para salvar a Rachel, ¿y luego? ¿Guasรณn cenรณ y se fue?, ¿cรณmo le dejรณ el depa?–. Esas cosas, lamentablemente, importan. Y ese tipo de descuidos lleva a enredos (la mente empieza a vagar) y esos enredos a confusiรณn (“No entendรญ ni madres y todavรญa no le entiendo”, dijo por ahรญ Robert Downey Jr.): la confusiรณn central de la pelรญcula.

Los Nolan no confรญan en el espectador: no quieren que รฉste explore a sus personajes, que les atribuya otras cualidades o motivos que los que ellos han decidido imponerles. Creen que nos deben explicar a cada paso sus acciones. Cada uno de sus protagonistas tiene que decir en su momento cuรกles son sus intenciones, motivaciones, razรณn de ser –y luego repetirlo y repetirlo. El larguรญsimo monรณlogo del caoscon que el Guasรณn atormenta al pobre Dos Caras en el hospital es, para mรญ, el colmo de esta inclinaciรณn. (Sรณlo recuerdo una pelรญcula mรกs expositiva que รฉsta: Inception de los Nolan. Tal vez El caballero de la noche asciende las supere a todas. Ojalรก.)

Mรกs allรก de la exposiciรณn, como dialoguistas los Nolan tienen dos modos: el pomposo y el piloto automรกtico. Al parecer no son mucho de tener conversaciones con seres humanos. Sus diรกlogos o estรกn sacados del costal de lugares comunes del cine hollywoodense de acciรณn (“School’s out” grita el payaso asaltante cuando sale del autobรบs escolar; “This is not good” pondera un policรญa cuando ve caer un helicรณptero; “We got company!” considera otro cuando, ejem, tiene compaรฑรญa) o se quieren meter con calzador a la secciรณn de citas memorables de Internet Movie Database (“Know your limits, Master Wayne”, “Some men just want to watch the world burn”, “This is what happens when an unstoppable force meets an immovable object”, “He’s the hero Gotham deserves, but not the one it needs right now”, etcรฉtera etcรฉtera).

*   *   *

Ya sรฉ: el guiรณn no es la pelรญcula. Pero Nolan, director, no hace mucho por salvarlo. Innegablemente es un tipo que puede crear o encontrar imรกgenes bellas o despampanantes. El shot que inaugura la primera secuencia; aquel que se abre paso entre los edificios y se asoma al rรญo citadino con un rรญo paralelo de habitantes de Ciudad Gรณtica a la huida; aquel que, desde un helicรณptero, mira a otro helicรณptero que a su vez mira a un convoy policiaco en el silencio nocturno; un trรกiler volteรกndose verticalmente, como un juguete, al final de una persecuciรณn; Batman volando sobre Hong Kong. Y aquel, inolvidable, del Guasรณn en la patrulla con la cabeza de fuera: pura destrucciรณn y gozo puro:

(Entre parรฉntesis: esa pequeรฑa escena deberรญa tener como epรญgrafe estos versos de Wordsworth: “Bliss was it in that dawn to be alive,/ But to be young was very heaven!”)

Pero la direcciรณn y la ediciรณn son tan errรกticas, tan distraรญdas y tan aceleradas que prรกcticamente no podemos digerir o siquiera disfrutar estos hallazgos. E, inversamente, se detienen en piezas de informaciรณn innecesarias (cuatro minutos en el pinche choro del caos, por dios). Toda obra que sucede en el tiempo implica un ritmo, un paso: el de El caballero de la noche es atrabancado, a tropezones. Toda pelรญcula, tambiรฉn, sucede en el espacio: el espacio de El caballero oscuro estรก trazado arbitrariamente: la derecha y la izquierda se intercambian sin razรณn, autos y personas aparecen y desaparecen, desplazados, porque sรญ. (Las secuencias de acciรณn son un dolor de cabeza.) La sintaxis se quiebra no como se quiebra en el poema sino como en el texto del principiante. Hay un lenguaje que Christopher Nolan necesita practicar: el cinematogrรกfico.

Y que necesita enriquecer. Su vocabulario es paupรฉrrimo. Una y otra vez: campo/contracampo sobre el hombro de gente hablando; tracking shot hacia el que habla; como transiciรณn: una toma aรฉrea de la ciudad. Los personajes apenas si interactรบan en el mismo cuadro: sea de derecha a izquierda o (¡brincos diera!) en primero y segundo o tercer plano. Para acabarla: con un hombre hablando sobre el fondo inmutable de una pared o un pedazo de ciudad, el cuadro se queda vacรญo de informaciรณn, de textura. ¿En quรฉ se gastaron toda la lana? (Nadie estรก pidiendo un cuadro de La ventana indiscreta pero, carajo, hasta Sector 9, que saliรณ poco despuรฉs y costรณ 155 millones de dรณlares menos,es interminablemente mรกs rica en cosas que ver.)

Por รบltimo: el drama. Ocasionalmente bien actuada –Morgan Freeman aporta una solitaria sutileza, Gary Oldman y Michael Caine cumplen con la chamba, Heath Ledger le atina a una nota y, ya a salvo, se estaciona ahรญ–, muchas veces mal –Aaron Eckhart, Maggie Hyllenhaal y el bello pedazo de plomo que llaman Christian Bale–, รฉsta es una historia envalentonada por su propia grandilocuencia. Las muchas subtramas dan la apariencia de complejidad y los personajes enuncian los temas que la pelรญcula supuestamente trata, pero la direcciรณn/ediciรณn no logra unir esas tramas en un tejido coherente y complejo –de nuevo: cuadro por cuadro es casi arbitraria– ni llevan, creo, el dicho al hecho. Un ejemplo tambiรฉn entre muchos: el mentadรญsimo caos que el Guasรณn dice que representa. ¿Lo vemos, lo intuimos o nomรกs se nos dice que estรก ahรญ? Si lo vemos, ¿llegamos a sus consecuencias naturales? No son preguntas retรณricas. Dejen sus respuestas en los comments.

Nota. El aรฑo pasado Jim Emerson publicรณ en Press Play un excelente trรญo de ensayos en video: In the cut: Piecing together the action sequence. Uno de ellos era sobre una secuencia de El caballero oscuro. Si tienen 20 minutos, vรฉanlo.

 

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Escritor. Autor de los cรณmics Gabriel en su laberinto y Una gran chica (2012)


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