Vidas en el museo

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Mucho mรกs que a su propia obra maestra El arca rusa, Francofonia, la nueva pelรญcula de Aleksandr Sokรบrov, remite a Toute la mรฉmoire du monde (1956), haciรฉndole guiรฑos y yo dirรญa que mรกs de un homenaje. En ese breve filme de veinte minutos, una de las piezas esenciales de la importante y larga fase inicial de Alain Resnais como documentalista, la Biblioteca Nacional de Parรญs era el cuerpo viviente y el objeto de una ficciรณn romรกntica en la que el almacenamiento y el cuidado de los volรบmenes, el infinito de sus anaqueles, las figuras anรณnimas de usuarios y empleados del organismo (ese vigilante escondido que observa con cautela a los lectores) adquirรญan, por medio de los sinuosos travellings, las tomas cenitales de sus espacios internos, la mรบsica expansiva de Maurice Jarre y la cadencia retรณrica del narrador, un aura sublime. “La Biblioteca Nacional es un museo”, se dice en un pasaje del texto narrado (escrito por Remo Forlani), y Resnais acercaba la cรกmara golosamente a los lapidarios y el medallero que hacen compaรฑรญa a los libros, abriendo y cerrando sin embargo su documental con unos artilugios extraรฑos, “una maquinaria semejante a la del Capitรกn Nemo”, que, mostrada misteriosamente en los planos de arranque, resultan ser los aparatos de mediciรณn de la humedad del aire que el papel impreso requiere para no abarquillarse.

Tambiรฉn Francofonรญa arranca como un filme de aventura fantรกstica y acuรกtica, en el que el Autor, en su anticuado despacho, se conecta a travรฉs de las ondas con un amigo, capitรกn de un barco azotado por una furiosa tormenta marina que amenaza y finalmente se traga la carga del navรญo: la colecciรณn de arte de un museo. Insertado a lo largo de la pelรญcula mรกs bien como resorte dramรกtico que como alegorรญa, el destino de dicho cargamento deja pronto de interesar, ya que Sokรบrov, que ha inventado ese innecesario contrapunto, se distrae de รฉl para centrarse con gran potencia de imaginaciรณn en lo que verdaderamente le encargaron los franceses del Ministerio de Cultura y la cadena Arte: un historial o florilegio del Museo del Louvre, que รฉl transforma en una perorata sobre el espรญritu del lugar que lo alberga, Parรญs, y una apologรญa trascendental de la propia nociรณn de museo. La riqueza y variedad de sus procedimientos le dan a Francofonia un carรกcter heroico mรกs que lรญrico, sin el tour de force del รบnico plano secuencia de El arca rusa en el Hermitage pero con algรบn brote similar de grand guignol en los perfiles de la Marianne revolucionaria y el Napoleรณn ufano de sus colecciones; tienen a veces chispa guasona, pero no son desde luego equivalentes al protagonista y narrador de aquel filme, el fascinante Marquรฉs de Coustine.

En Francofonia interesan tanto los excursos pictรณricos, a veces en forma de caricia de la tela y รฉxtasis ante el cuadro, como las ocurrencias, por ejemplo en el bellรญsimo plano del bombardero alemรกn volando sobre la Cour du Louvre, una de las numerosas secuencias de truca digital de excelente acabado. Pero ademรกs, o encima, Sokรบrov quiere contar la historia de un duelo que empezรณ por la confrontaciรณn y terminรณ en un fuerte vรญnculo amistoso. Se trata de la relaciรณn de Jacques Jaujard, director del museo en tiempos de la ocupaciรณn, y el conde Wolf-Metternich, oficial de las fuerzas nazis al mando de la requisa y resguardo de las obras de arte francesas. La tirantez del principio, que va dejando paso a la confianza mutua entre ambos, estรก contada en los momentos mรกs trascendentales como si se tratara de un material filmado en los aรฑos de la Segunda Guerra Mundial, con falsos araรฑazos en los extremos del celuloide y algรบn que otro salto en la imagen. La estrategia forma parte del correlato de Sokรบrov, que incluye asimismo canciones de รฉpoca, fragmentos de pelรญculas clรกsicas francesas y una especie de fantasรญa aeroespacial sobre el cielo de Parรญs y sus mรกs altos edificios, por los que la cรกmara planea sin รกnimo de bombardeo; solo con la impertinencia amorosa del curioso.

Sokรบrov ha declarado que Francofonia, hecha trece aรฑos despuรฉs de El arca rusa, forma parte de un sueรฑo suyo: un ciclo de loas fรญlmicas en las que tuviesen cabida el Museo Britรกnico y el Prado. Apetecerรญa verle en esas nuevas empresas, y saber mรกs de sus obsesiones museรญsticas, tan distintas a las de Frederick Wiseman en su รกrida e interminable reconstrucciรณn de los quehaceres de la National Gallery londinense. El cineasta (y artista plรกstico) ruso cree en las musas, aunque no desdeรฑe las mรกquinas. No le interesa reflejar el funcionamiento de esas gigantescas arcas llenas de cuadros, sino comprobar el latido que tantos de ellos mantienen en la frialdad de las salas o en el calor de las masas que se apiรฑan ante los muros donde estรกn colgados. En esas exaltaciones del mรกs glorioso arte antiguo y sus mรกs excelentes contenedores, Sokรบrov sigue siendo un atrevido antimoderno para quien el alma de la pintura y las galerรญas y bรณvedas que la preservan son no solo espacios memoriosos del pasado sino formas fundamentales de nuestro futuro: depรณsitos de lo mejor que podrรกn hablar incluso en el peor de los tiempos. ~

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Vicente Molina Foix es escritor. Su libro
mรกs reciente es 'El tercer siglo. 20 aรฑos de
cine contemporรกneo' (Cรกtedra, 2021).


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