Dos siglos del Museo del Prado
El 19 de noviembre de 1819, el Gabinete de Ciencias Naturales del rey Carlos III, albergado en un recinto diseñado en 1785 por el arquitecto Juan de Villanueva, se convirtió en el Museo del Prado por decreto del rey Fernando VII. Pocos años después de la inauguración del Louvre (1793) y antes de la fundación de la National Gallery de Londres (1824) y la Gemäldgalerie de Berlín (1830), el Prado recibió a sus primeros visitantes con el deseo de reivindicar el arte español y darlo a conocer fuera de sus fronteras. Su exposición inaugural, dedicada a la escuela española, contó con 311 obras provenientes de las colecciones reales. El objetivo de difundir el arte español se logró con creces y décadas después el Hermitage y el Louvre empezaron a exhibir obras de artistas españoles.
A lo largo de dos siglos, la colección del Museo del Prado ha ido evolucionando. En 1868, el museo dejó de ser una propiedad real para convertirse en nacional, lo cual trajo una renovación en su acervo. Cuatro años después, la colección de arte religioso del Museo de la Trinidad se incorporó al Prado, como resultado de la desamortización de los bienes eclesiásticos. En 1971, el Prado absorbió las obras decimonónicas que pertenecían al Museo de Arte Moderno. Desde entonces, no solo albergó arte clásico, sino medieval, renacentista y moderno, y lo mismo a exponentes de la escuela española que de la italiana, la flamenca y de otras latitudes. De acuerdo con Fernando Checa, quien fue su director de 1996 a 2002, a diferencia de otras pinacotecas, “el Prado es una lección de historia del gusto, y no de historia de la pintura”.
Para comprender su lugar dentro de la cultura occidental bastan algunos números: en 2018 lo visitaron 3 millones 672 mil 853 personas de todo el mundo; ha tenido una treintena de directores, entre ellos Pablo Picasso, quien fue designado en el cargo por el Gobierno de la Segunda República durante la Guerra Civil, pero que nunca tomó posesión ni fue destituido; posee 8 mil 100 obras, de las cuales mil 300 se exhiben en su colección permanente; su obra más cara es El barbero del papa realizado por Velázquez y adquirido por 23 millones de euros en 2003.
La pinacoteca más importante de España ha sido testigo de revoluciones, bombardeos y una dictadura. Lo que la ha convertido en un símbolo de la resistencia de la cultura y el arte. Y aunque el 71.54% de los españoles se siente orgulloso ella, el 37.5% nunca la ha visitado, de acuerdo con un sondeo realizado por el museo con motivo de su bicentenario.
Las tres obras de arte más asediadas por los visitantes son Las meninas, de Velázquez, El jardín de las delicias, de El Bosco, y La maja desnuda, de Goya. Pero en sus muros también cuelgan otros tesoros, como Las tres Gracias, de Rubens, las Pinturas negras, de Goya, La Anunciación de Fra Angelico y La Trinidad, del Greco. Una colección que es imposible de apreciar en una sola visita.
A primera vista, el museo luce como un gran almacén de pinturas, pero también alberga esculturas, artes decorativas y obras sobre papel, de la Antigüedad al siglo XIX. Esta vastedad lo convirtió en una fuente de inspiración para artistas. Manet, sus contemporáneos realistas e impresionistas y Giacometti recorrieron sus galerías para dejarse sorprender por las obras de sus predecesores, lo que le otorgó el sobrenombre de “museo de pintores”.
El Prado es un museo celoso de sus piezas. Los visitantes tienen prohibido tomar fotografías. A pesar de contar con convenios de préstamo con otras instituciones de renombre, solo puede prestar siete cuadros de Velázquez al mismo tiempo y las joyas de la colección no pueden abandonar los muros del palacio de Villanueva. Así ocurrió con El jardín de las delicias cuyo préstamo al Noordbrabants Museum fue negado, a pesar de tratarse de una petición especial por el 500 aniversario del nacimiento del Bosco. Mientras que los permisos de préstamo de Extracción de la piedra de la locura y El carro del heno del mismo pintor fueron revocados después de una polémica en torno a su autoría. En 2019, los directivos del Prado negaron al Louvre el préstamo de tres cuadros del Greco para la retrospectiva más grande del pintor en Francia. En aquella ocasión, el museo español explicó que se aprobó una moratoria de préstamos por la conmemoración del bicentenario para evitar que las salas estuvieran vacías durante sus celebraciones. Pero parece que olvidaron su propia norma meses antes cuando prestaron El tránsito de la Virgen, de Andrea Mantegna, a la National Gallery de Londres y pinturas de Rubens, José de Ribera y Van Eyck a la exposición Arte y mito. Los dioses Del Prado organizada por la Obra Social de La Caixa. El cuadro de la colección permanente que mayores distancias ha viajado es La maja vestida de Goya, que ha recorrido un total de 47,185 kilómetros alrededor del mundo, 20 mil más que su hermana desnuda.
En sus dos siglos de vida ninguna mujer lo ha dirigido ni ha presidido su Patronato. Asimismo, la presencia femenina en su colección es mínima: de las más de 8 mil obras que la conforman, solo 69 fueron realizadas por mujeres y 12 de estas se exhiben en sus galerías. Aunque todavía falta un largo camino por recorrer, con motivo de las celebraciones por su bicentenario se montó una exposición dedicada a las dos principales representantes de la pintura italiana del Renacimiento: Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. Por otro lado, la colección es enteramente europea. Sin embargo, con exposiciones temporales de piezas provenientes de museos hispanoamericanos intenta abrir poco a poco su mirada hacia la producción artística de otras regiones. De cara al futuro, el principal reto para el Prado es volverse un museo más incluyente y diverso.
Yeezus ahora compone ópera
En lo que parecía una noticia falsa o una broma, Kanye West anunció que montaría una ópera con un tema bíblico. Nebuchadnezzar está inspirada en el relato del Libro de Daniel sobre Nabucodonosor II, el rey malvado y autoritario de Babilonia que pierde la razón, pero es redimido al reconocer el poderío divino. De acuerdo con el comunicado que su equipo de prensa difundió, “West concibió esta ópera como una expresión de su compromiso tanto con su fe como con su paleta musical en constante expansión. Nebuchadnezzar reúne elementos de diferentes mundos, incluyendo ópera, bellas artes, danza moderna y música gospel, para crear una presentación innovadora. El sonido de West es el puente entre estas formas de arte”.
Muy pocos detalles se conocen de su primer acercamiento al mundo de la ópera, solo que será dirigida por la artista de performance Vanessa Beecroft, con quien ha trabajado desde 2008, y que contará con las participaciones de su grupo de gospel Sunday Service, el cantante Peter Collins y el grupo indie Infinity’s Song.
La decisión de elegir un tema cristiano no resulta sorpresiva. Desde hace algunos años, el rapero, diseñador, conferencista y ahora compositor de ópera ha nombrado y conceptualizado sus discos a partir de referencias bíblicas o a la vida de Jesús: Yeezus (2013), The Life of Pablo (2016), y Jesus is King (2019). Como expresó John Legend en el documental Hip Hop: The songs that shook America, “Kanye hizo que estuviera bien hablar de tu fe en canciones que no fueran cristianas”. La historia de su conversión está plasmada en su última producción discográfica y ahora su ópera pretende ser una extensión de dicha experiencia religiosa. Durante su participación en el servicio dominical del predicador evangelista Joel Osteen, West habló sobre cómo el diablo se robó a los buenos cantantes y productores, pero que Jesús ganó la batalla porque “el artista más grande que ha creado Dios ahora está trabajando para él”. Por supuesto que se refería a sí mismo.
Más allá de los cuestionamientos que provocará su ingreso al mundo de la ópera y el escepticismo que genera su conversión espiritual, pues puede interpretarse como un culto a su personalidad o una estrategia comercial, resulta interesante que West, una superestrella que saltó a la fama gracias al hip hop, voltee a ver a la ópera, un género que tiene cuatrocientos años de vida, porque considera que es la mejor plataforma para cumplir con su propósito de innovar musicalmente y difundir el Evangelio.
Parece que West no es el primero en pensar eso. En 1841, Giuseppe Verdi compuso Nabucco, una ópera que presenta a un Nabucodonosor que, después de sus delirios de grandeza, sufre una crisis nerviosa posterior a la destrucción del Templo de Jerusalén y a la expulsión de los judíos en su tierra natal. La ópera es una de las favoritas de los aficionados al género por el dramatismo de los personajes y por el coro de esclavos que interpreta el tema “Va pensiero”.
No sabemos si la ópera de Kanye será un grito de libertad y un anuncio de esperanza, como la de Verdi. Lo que es cierto es que la vara es sumamente alta. Tendremos que esperar hasta su presentación en el Hollywood Bowl este 24 de noviembre, en domingo, día del Señor.
estudió literatura latinoamericana en la Universidad Iberoamericana, es editora y swiftie.