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El Super Bowl como un ejercicio de imaginaciĆ³n

La ediciĆ³n 51 del Super Bowl fue un partidazo y un recordatorio de que cualquier evento deportivo es ante todo un ejercicio de la imaginaciĆ³n.
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Una metĆ”fora no solicitada: el futbol americano podrĆ­a entenderse como una novela seriada en fascĆ­culos breves. Los episodios de esta trama ā€“cada jugada del partidoā€“ inician igual, con un silbatazo y un grupo de hombres uniformados en reuniĆ³n. Terminan todos de un modo similar: con un silbatazo, una pila de cuerpos extenuados sobre el campo y el balĆ³n ovoide al fondo. El Super Bowl, best y long seller de este mercado, tuvo que esperar hasta su ediciĆ³n cincuenta y uno para requerir de un capĆ­tulo extra para determinar a un ganador. Hasta el partido de ayer, ningĆŗn otro habĆ­a terminado empatado despuĆ©s de los sesenta minutos de competencia. Ganaron los Patriots ā€“su quinto campeonato en nueve ocasiones que ha llegado a disputar el trofeo. Si no lo vieron ā€“porque lo suyo no es este deporte, o ninguno; porque hay cosas mĆ”s importantes que hacer un domingo por la tardeā€“ no se perdieron de nada. O casi nada salvo el drama de dos fuerzas antagĆ³nicas personificadas por una tropa de uniformados que buscan imponer su voluntad a travĆ©s de argucias, fuerza bruta y destreza atlĆ©tica. Tan intrascendente como una funciĆ³n de danza o una partida de ajedrez.

DecĆ­a que la ediciĆ³n cincuenta y uno terminĆ³ en tiempos extras. Pero, como en una trama estimulante, lo importante estĆ” en la acumulaciĆ³n de suspenso. Y vaya que si este partido lo logrĆ³. Para estar a tono con los tiempos, vamos a los datos duros:

Aquella es la representaciĆ³n grĆ”fica de la tensiĆ³n; la lĆ­nea roja habrĆ­a sido su Ć”nimo, amable lector, al presenciar el espectĆ”culo. Pasar de una victoria casi cierta a un reverso de la fortuna, hasta perder todo en los Ćŗltimos minutos. La trama tĆ­pica de remontar un desahucio, esquivar la aparente descalificaciĆ³n y conseguir el triunfo que parecĆ­a imposible. En el caso del partido de ayer, sin embargo, la trama se complica un poco porque quien ganĆ³ no fue el mĆ”s desprotegido, el dĆ©bil, el ingenuo que no sabe contra quĆ© se encara. Los Patriots son el equipo mĆ”s dominante de las Ćŗltimas dos dĆ©cadas en este deporte y no sĆ³lo eso: estĆ”n comandados por dos personajes de siniestro semblante: un entrenador monomaniaco, muy parecido al tĆ³pico titiritero de pocas palabras con designios odiosos y por otro lado un jugador estrella, mĆ”s muƱeco de acciĆ³n, mezcla de Ken y G.I. Joe, que ser humano. Bill Belichick y Tom Brady, respectivamente. Ganaron los que siempre ganan. AdemĆ”s son el equipo de Trump. Y justo esta caracterizaciĆ³n ā€“parcial sin duda pero no mentirosaā€“ refuerza la idea de que cualquier evento deportivo es ante todo un ejercicio imaginativo. Frente a esos dos villanos, por ejemplo, estaba un hĆ©roe soso ā€“la estrella del equipo rivalā€“ un eficiente ejecutor de su oficio sin mayores atributos que la excelencia para hacer lo que ha hecho desde niƱo: lanzar balones ovoides por el aire. Matt Ryan, su nombre. Estas dos fuerzas, la de la blanda bondad y la de la excelencia siniestra se hacĆ­an daƱo en el campo de batalla. Y el arma literal de este combate imaginario es la ā€œbelleza atlĆ©ticaā€ ā€“la frase es de Gumbrecht. Por ejemplo.

Son esos momentos de absoluta presencia, de acciones corporales fascinantes, que cautivan y no precisan mĆ”s justificaciĆ³n que sĆ­ mismos los que van llevando la trama hacia delante.  ā€œEn los deportes se trata, antes que nada, de estar ahĆ­ cuando y donde las cosas ocurren, y las formas emergen a travĆ©s de los cuerpos, cuando las cosas y las formas ocurren y emergen en presencia real y en tiempo realā€, dice con toda razĆ³n el filĆ³sofo alemĆ”n. Aunque, si usted, amable lectora es un aficionada, quizĆ” valga solo frase: Ā”quĆ© partidazo!  En cualquier de los dos casos, como con las novelas mĆ”s agradables, uno no precisa moraleja: uno solo siente. HabrĆ” quienes hallen euforia por el triunfo, que encuentren edificante este evento ā€“como, por ejemplo, este desubicado. En mi caso rabia, desesperanza porque ganaron los que tenĆ­a yo en la casilla de los malos y completa identificaciĆ³n con los derrotados. Por fortuna, el deporte es una biblioteca imaginaria: maƱana hay otra trama con la que fascinarse.

 

 

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(ciudad de MĆ©xico, 1980) es ensayista y traductor.


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