Una metĆ”fora no solicitada: el futbol americano podrĆa entenderse como una novela seriada en fascĆculos breves. Los episodios de esta trama ācada jugada del partidoā inician igual, con un silbatazo y un grupo de hombres uniformados en reuniĆ³n. Terminan todos de un modo similar: con un silbatazo, una pila de cuerpos extenuados sobre el campo y el balĆ³n ovoide al fondo. El Super Bowl, best y long seller de este mercado, tuvo que esperar hasta su ediciĆ³n cincuenta y uno para requerir de un capĆtulo extra para determinar a un ganador. Hasta el partido de ayer, ningĆŗn otro habĆa terminado empatado despuĆ©s de los sesenta minutos de competencia. Ganaron los Patriots āsu quinto campeonato en nueve ocasiones que ha llegado a disputar el trofeo. Si no lo vieron āporque lo suyo no es este deporte, o ninguno; porque hay cosas mĆ”s importantes que hacer un domingo por la tardeā no se perdieron de nada. O casi nada salvo el drama de dos fuerzas antagĆ³nicas personificadas por una tropa de uniformados que buscan imponer su voluntad a travĆ©s de argucias, fuerza bruta y destreza atlĆ©tica. Tan intrascendente como una funciĆ³n de danza o una partida de ajedrez.
DecĆa que la ediciĆ³n cincuenta y uno terminĆ³ en tiempos extras. Pero, como en una trama estimulante, lo importante estĆ” en la acumulaciĆ³n de suspenso. Y vaya que si este partido lo logrĆ³. Para estar a tono con los tiempos, vamos a los datos duros:
A look at the dramatic turn in win probability in the Patriots' Super Bowl win. pic.twitter.com/tfBpu81zLm
— ESPN Stats & Info (@ESPNStatsInfo) February 6, 2017
Aquella es la representaciĆ³n grĆ”fica de la tensiĆ³n; la lĆnea roja habrĆa sido su Ć”nimo, amable lector, al presenciar el espectĆ”culo. Pasar de una victoria casi cierta a un reverso de la fortuna, hasta perder todo en los Ćŗltimos minutos. La trama tĆpica de remontar un desahucio, esquivar la aparente descalificaciĆ³n y conseguir el triunfo que parecĆa imposible. En el caso del partido de ayer, sin embargo, la trama se complica un poco porque quien ganĆ³ no fue el mĆ”s desprotegido, el dĆ©bil, el ingenuo que no sabe contra quĆ© se encara. Los Patriots son el equipo mĆ”s dominante de las Ćŗltimas dos dĆ©cadas en este deporte y no sĆ³lo eso: estĆ”n comandados por dos personajes de siniestro semblante: un entrenador monomaniaco, muy parecido al tĆ³pico titiritero de pocas palabras con designios odiosos y por otro lado un jugador estrella, mĆ”s muƱeco de acciĆ³n, mezcla de Ken y G.I. Joe, que ser humano. Bill Belichick y Tom Brady, respectivamente. Ganaron los que siempre ganan. AdemĆ”s son el equipo de Trump. Y justo esta caracterizaciĆ³n āparcial sin duda pero no mentirosaā refuerza la idea de que cualquier evento deportivo es ante todo un ejercicio imaginativo. Frente a esos dos villanos, por ejemplo, estaba un hĆ©roe soso āla estrella del equipo rivalā un eficiente ejecutor de su oficio sin mayores atributos que la excelencia para hacer lo que ha hecho desde niƱo: lanzar balones ovoides por el aire. Matt Ryan, su nombre. Estas dos fuerzas, la de la blanda bondad y la de la excelencia siniestra se hacĆan daƱo en el campo de batalla. Y el arma literal de este combate imaginario es la ābelleza atlĆ©ticaā āla frase es de Gumbrecht. Por ejemplo.
HOW?!?!? pic.twitter.com/8Rbh5lPq0S
— Barstool Sports (@barstooltweetss) February 6, 2017
Son esos momentos de absoluta presencia, de acciones corporales fascinantes, que cautivan y no precisan mĆ”s justificaciĆ³n que sĆ mismos los que van llevando la trama hacia delante. āEn los deportes se trata, antes que nada, de estar ahĆ cuando y donde las cosas ocurren, y las formas emergen a travĆ©s de los cuerpos, cuando las cosas y las formas ocurren y emergen en presencia real y en tiempo realā, dice con toda razĆ³n el filĆ³sofo alemĆ”n. Aunque, si usted, amable lectora es un aficionada, quizĆ” valga solo frase: Ā”quĆ© partidazo! En cualquier de los dos casos, como con las novelas mĆ”s agradables, uno no precisa moraleja: uno solo siente. HabrĆ” quienes hallen euforia por el triunfo, que encuentren edificante este evento ācomo, por ejemplo, este desubicado. En mi caso rabia, desesperanza porque ganaron los que tenĆa yo en la casilla de los malos y completa identificaciĆ³n con los derrotados. Por fortuna, el deporte es una biblioteca imaginaria: maƱana hay otra trama con la que fascinarse.
(ciudad de MĆ©xico, 1980) es ensayista y traductor.