Monumento a colón ciudad de méxico
Guillermo Gutiérrez /NurPhoto via ZUMA Press

Cristóbal Colón, la obcecación de la jefa de gobierno

Contra la opinión de expertos, ordenamientos legales y expresiones públicas de rechazo, Claudia Sheinbaum retiró la estatua de Cristóbal Colón del Paseo de la Reforma. Este es el camino de lo que se presenta como un acto reivindicatorio, pero fue un acto de poder.
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I

A hurtadillas, la madrugada del 10 de octubre de 2020 fue retirado el conjunto escultórico de la Glorieta de Colón. Las esculturas del navegante genovés y los frailes Bartolomé de las Casas, Pedro de Gante, Juan Pérez de Marchena y Diego de Deza, se desvanecieron del paisaje urbano de Paseo de la Reforma. No fue una maniobra perpetrada por avezados maleantes sino por autoridades electas por el voto popular. Era el referente de lo que, para unos o para otros, simboliza el Descubrimiento o la Invención de América, el Encuentro de Dos Mundos o  el Día de la Raza y que, como estila la 4T, fue rebautizado el 18 de diciembre de 2020 como el Día de la Nación Pluricultural.

Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de gobierno de la Ciudad de México y precandidata a la presidencia de México, tal como lo ha puesto de manifiesto el propio jefe del Ejecutivo, había asegurado con anterioridad que le preocupaba que la escultura de Cristóbal Colón fuera dañada por los activistas indigenistas que desde años atrás acudían el 12 de octubre a expresar de manera violenta su animadversión, e inclusive a intentar desprenderla de su basamento. Sheinbaum les ahorró la faena y lo hizo por su propia cuenta.

Para justificar la remoción solapada por la oscuridad, argumentó que la estatua necesitaba restauración, acerca de lo cual había tomado providencias y conversado con el INAH y el INBAL. No obstante, de soslayo, comenzó a revelar su motivación original. A lo mejor valdría la pena, ahora que se está restaurando, iniciar una reflexión colectiva, deslizó la jefa de gobierno. Le preguntaron si se abría la posibilidad de que Colón no volviese a su lugar original, y aseguró que no tenía la facultad de tomar una decisión unilateral acerca del cambio de emplazamiento

En efecto, no tenía la facultad. La incorporación, reubicación y remoción de los monumentos de la capital son competencia del Comité de Monumentos y Obras Artísticas en Espacios Públicos de la Ciudad de México, COMAEP. El Comité fue creado con esa finalidad el 14 de marzo de 2013, por acuerdo publicado en la Gaceta Oficial a consecuencia del escándalo que originó la instalación de una escultura de Heydar Alíyev, ex presidente de Azerbaiyán, instalada el 22 de agosto de 2012 en Paseo de la Reforma, por el entonces jefe de gobierno Marcelo Ebrard Casaubón. La estatua de Alíyev fue retirada el 23 de enero de 2013, a consecuencia de las protestas de la comunidad armenia en México, los vecinos y activistas de derechos humanos. 

El primer punto del acuerdo relativo al COMAEP es, al respecto, puntual: se crea “como órgano de coordinación, asesoría, apoyo técnico, opinión y consulta del Jefe de Gobierno del Distrito Federal, en materia de monumentos históricos o artísticos, pinturas murales, esculturas y cualquier obra artística a incorporarse, reubicarse o removerse de manera permanente en los inmuebles del Distrito Federal, que tengan el carácter de bienes del dominio público de uso común, como plazas, calles, avenidas, paseos, jardines y parques públicos.

Ese 10 octubre, la Secretaría de Cultura confirmó que actuó en consonancia con las órdenes de la alcaldesa. “En atención”, reportó el boletín, “a la solicitud del gobierno de la Ciudad de México”, participó,  a través del INAH, “como una entidad normativa y coadyuvante en el desmontaje”. Para desembarazarse de los previsibles reclamos, la dependencia federal anticipó que era difícil saber con exactitud lo que demorarían las tareas de conservación y restauración. No se refirió ni a la “reflexión colectiva” ni al cambio de lugar, y desde entonces se mantuvo al margen de la controversia que iniciaba. Incluso dio a entender que volverían al mismo sitio, aunque el momento dependía también de Sheinbaum Pardo. “La fecha para la restitución de las piezas escultóricas será definida por el gobierno de la Ciudad de México”.

II

El retiro de las estatuas de Colón y los frailes ocurrió en la misma fecha en que el papa Francisco recibió una carta del presidente de México solicitándole la “devolución temporal” de los códices Borgia, Vaticano B/3773 y Vaticano 3738, más algunos mapas de Tenochtitlan, para la exposición México diverso, territorios, culturas y civilizaciones. La petición fue rechazada de inmediato. La misiva también exigía que la Iglesia Católica ofreciera una “disculpa pública” por las “oprobiosas atrocidades” cometidas contra los “pueblos originarios”. Las disculpas a modo no llegaron tampoco. En su mensaje, del 27 de septiembre de 2021, dirigido no al Ejecutivo sino a monseñor Rogelio Cabrera López, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, que incluyó sus saludos a los obispos, a “las autoridades nacionales” y al pueblo de México, Francisco zanjó que, “en diversas ocasiones, tanto mis antecesores como yo mismo, hemos pedido perdón”.

El sainete apenas iniciaba. Al día siguiente de la remoción, el 11 de octubre, el todavía secretario de Gobierno de la ciudad, Alonso Suárez del Real, en su inclaudicable función de hermeneuta de Mesoamérica, se pasó dos pueblos y habló de más. El cambio lo dio por un hecho, y aprovechó para compartir sus condolencias a quienes estuvieran en desacuerdo: “la historia no se pierde por reubicar monumentos”. Del Real también desdeñó a la COMAEP y sugirió, fuera del ámbito de su responsabilidad, que las ubicaran en el patio conventual de algún inmueble federal, “porque se trata de un conjunto escultórico de un valor estético notable”. En talante democrático, también garantizó que se realizaría la consulta.

Un día después, el 12 de octubre, Día de la Raza o la Nación Multicultural, la alcaldesa no tuvo reparos en desmentirlo. Luego de inaugurar obras hidráulicas en Santa Cruz Meyehualco, comenzó a descartar la posibilidad de tomar en cuenta la opinión de los habitantes de la Ciudad de México. “Se va a abrir el debate, vamos a abrir el debate primero, antes que nada, y eso es lo importante. Ya vamos a ver si se hace una consulta o si no”. La había removido, sin autorización de la COMAEP y dejaba claro que la consulta sería opcional. La decisión estaba tomada, y de manera unilateral. Colón y los frailes no regresarían a la glorieta. La restauración era el pretexto.

III

El 30 de enero de 2021, María del Carmen Castro, coordinadora de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, informó de los avances en la restauración. Había concluido la primera etapa, la limpieza en un 96% de la pintura en aerosol, efectuada por los restauradores Diego Arturo Jáuregui, David Vega, Martha Amparo Fernández, Ana Miramontes, Cristina Noguera y Ángel García. Le seguirían dos etapas más, la remoción de las capas de suciedad –grasas, polvos y mugre– y el retiro de los recubrimientos de cera.

La titular de Conservación fijó su postura sobre el cambio de lugar:

Su valía es por la memoria histórica. Esta escultura fue la primera que estuvo en Paseo de la Reforma. […] Se trata de una obra de finales del siglo XIX de muy buena calidad. Existen muchos datos que se perderían si deciden llevarla a otro sitio de un momento a otro. Independientemente de que haya muchas ideas sobre la escultura, hay mucha gente que se relaciona con ella. En lo que sí no estaría de acuerdo es en la destrucción.

Se prometió que la restauración concluiría a finales de julio. Luego de un mes y medio de atraso, el 11 de septiembre, Diego Arturo Jáuregui pospuso la fecha hasta mediados de 2022, debido a que los restauradores no estaban dedicados exclusivamente a esa responsabilidad, tenían otras cosas quo hacer, pues. Los avances, asimismo, eran desiguales. Las esculturas de Bartolomé de las Casas y Diego de Deza llevaban el 75%. La de Colón solo 33%, la de Juan Pérez de Marchena 25% y la de Pedro de Gante 10%.

En realidad, explicó Jáuregui, los trabajos estaban contemplados desde 2012, es decir diez años antes, pero no se habían llevado a cabo por falta de personal, de coordinación entre las instituciones involucradas, de una propuesta integral y, naturalmente, de presupuesto. El costo correspondiente a la restauración de las esculturas ascendería a los 3millones de pesos, una estimación conservadora que por el momento sufragaba el INAH. Este monto no contempla los basamentos hechos de piedra, parte integral del conjunto, cuyo costo no se sabe aún quién cubrirá, ni si se ocupará de la labor la Ciudad de México o una empresa privada.

Sobre el retiro del monumento, atajó:

—Estoy hablando como un empleado federal. Me reservo mis comentarios.

Para el 10 de octubre de 2021, un año y un mes más tarde de haber pospuesto la fecha, los avances eran ridículos. Bartolomé, De Peza y De Marchena seguían igual. Colón llegó al 50%, y Pedro de Gante al 25%. El costo pasó de 3 a 3.5mdp. No les importaba la restauración.

IV

A Sheinbaum Pardo nunca le interesó organizar un evento formal para referirse ni al retiro de la estatua de Colón, ni a su incierto futuro, mucho menos a la consulta. Iba haciendo los anuncios en el contexto de distintos actos sin relación con la cultura. Respondía sobre la marcha a los reporteros, le daba largas al asunto, engañaba a los capitalinos y a la opinión pública. O al menos se esforzaba por hacerlo, y aumentaba la confusión. Ni la secretaria de Cultura de la ciudad, Vanessa Bohórquez, ni la directora general de Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural, María Guadalupe Lozada León, aparecían por ningún lado.

El 14 de julio de este año, durante una entrega de viviendas en la alcaldía Tláhuac, la jefa de gobierno retomó sus simulacros. En esa ocasión informó que se efectuarían unas mesas de debate entre julio y agosto, aunque ya había transcurrido la mitad del mes y no había asomos de su organización, y resucitó a medias la posibilidad de la consulta para decidir la nueva ubicación de las esculturas. “Ya lo informaremos en su momento”. El retiro de Colón y los frailes lo dio por hecho, puesto que resultaba “fundamental en la reconstrucción de la historia de nuestro país y también en la reivindicación de los pueblos originarios”. Las mesas, por supuesto, no se efectuaron, y nunca se informó de la fecha de la consulta.

No hubo más novedades hasta que el 5 de septiembre, durante la inauguración de la segunda etapa del parque Cantera, la gobernante de la capital anunció que Tlali, “tierra” en náhuatl, una escultura que preparaba el artista Pedro Reyes, ocuparía el lugar de Colón, y que la presentación se haría el 12 de octubre próximo. No quedó claro si la presentación consistiría en la colocación de la nueva escultura o en el anuncio del proyecto como tal. Lo que sí quedó claro es que el artista ya había puesto manos a la obra.  “Reyes está haciendo una escultura de la mujer olmeca, es el origen de los orígenes”. También informó del destino de la escultura del navegante genovés: el parque América en la colonia Polanco. Al igual que para la remoción de Colón y la designación de Pedro Reyes, para el traslado del conjunto escultórico al parque tampoco contaba con la autorización de la COMAEP.

Eso sí, por primera vez Sheinbaum Pardo se cobijó en otras instancias para darle una maquilladita institucional a sus decisiones. La decisión de colocar una escultura que reconociera a la mujer indígena se había tomado con base en un punto de acuerdo en el Senado, al que se había llegado el ocho de agosto, casi un mes antes, y acerca del cual apenas se sabía. Entre senadoras, puntualizó, aunque solo aludió a la exartista Jesusa Rodríguez. Desde esa fecha comenzaron a recibir, aseguró, “muchas cartas” de mujeres indígenas. No era así, estaban recolectándolas. Además, la jefa de gobierno alteraba el punto de acuerdo, que en realidad planteaba que se erigiera un monumento a Malintzin, la Malinche, sin precisar dónde se situaría. Fue Jesusa Rodríguez quien sugirió que fuera en el lugar que ocupaba Cristóbal Colón.

V

Un día después de haber anunciado el traslado del conjunto escultórico al parque América, Sheinbaum procedió a desdecirse. El 6 de septiembre informó que la nueva ubicación del conjunto escultórico saldría de entre las propuestas que le plantearan el INAH y el INBAL, “en tanto guardianes del patrimonio artístico de nuestro país”, pues “no se trata de que no exista [Colón] en la ciudad, sino que tenga un lugar adecuado, digno”. Solo que no se habían puesto bien de acuerdo, pues esa misma fecha el INAH informó a través de un comunicado que el lugar se elegiría con base en las sugerencias de Sheinbaum. “El conjunto escultórico será trasladado a un lugar seguro, digno y adecuado, el cual se habrá de definir de acuerdo con las propuestas que presente el gobierno de la Ciudad de México”. 

Entonces, Pedro Reyes subió el 9 de septiembre a su cuenta en Instagram un video de más de cinco minutos para explicar las características de su proyecto. Al parecer no había pedido autorización, y lo retiró minutos después. Al día siguiente, Claudia Sheinbaum salió a aclarar que lo que el artista había difundido solo era un bosquejo. Lo hacía justo el mismo día que el presidente Andrés Manuel López Obrador avalaba la propuesta del artista: “sí estoy de acuerdo con la cabeza de mujer estilizada de rasgos olmecas […] porque a partir de la invasión, hace 500 años, se quiso ocultar el pasado artístico cultural de los pueblos originarios, las grandes culturas del México prehispánico, y eso lo tenemos que exaltar”.

El Ejecutivo liquidaba así dos siglos de rescate y difusión de las culturas mesoamericanas, iniciados por el presidente Guadalupe Victoria, quien creó en 1825 el Museo Nacional Mexicano donde se exhibía el Calendario Azteca y la Coatlicue, y también emitió la primera ley de protección del patrimonio cultural. También olvidó la existencia de las 193 zonas arqueológicas y una paleontológica, más los 162 museos bajo la responsabilidad del INAH, fundado en 1939 durante la presidencia de Lázaro Cárdenas, a quien se refiere como el gestor de la “tercera transformación” de México y es, según su lógica, su inmediato antecesor. No importaba. La cabeza de Tlali en la glorieta de Colón subsanaría ese inexistente ocultamiento.

Y para que ya nadie más comiera ansias, la Ejecutiva de la Ciudad de México precisó también ese 10 de septiembre que en cuatro días informaría dónde se ubicaría Colón, más el costo y los detalles del proyecto de Reyes.

VI

Aunque le habían bajado su video en Instagram, Pedro Reyes declaraba a los medios a diestra y siniestra. El artista había dado a conocer que Tlali tendría una altura de seis metros y medio y estaría compuesta por capas de piedra de 75 centímetros, que ya estaban siendo preparadas por artesanos de los “pueblos originarios” en tres talleres ubicados en Iztapalapa, Coyoacán y Chimalhuacán.

Tlali “guardaría en sus entrañas más de 700 mil años de historia”, pues sería esculpida utilizando la lava petrificada del volcán Popocatépetl. No cobraría, subrayó, por el proyecto. En la más memorable de sus entrevistas cuestionó a los artistas que solo se dedican a la crítica pero no abandonan su “posición de confort” y solo se engañan a sí mismos, conminándolos a hacer los cambios “desde adentro”. Reyes sí se ponía “el saco”:

Uno tiene la fantasía de que la crítica produce cambios y no es verdad; lo que produce cambios es buscar colaborar al interior de las instituciones para que las cosas salgan bien […] Creo que el artista que cree que está ayudando a su país nada más señalando los errores del gobierno está en una posición de confort, en donde se está engañando a sí mismo […] el cambio se produce trabajando con las comunidades y con los servidores públicos que atienden esas comunidades.

Explicó también cómo lo seleccionaron, lo que confirmaba que la decisión de Sheinbaum había sido unilateral:

Había hecho una escultura con este nombre, Tlali, desde finales de 2020, y la presenté en una exposición en mayo [de 2021], está inspirada en las cabezas olmecas y en una reflexión en los otros nombres de este continente antes de que fuera América –Cem Anahuac y Abya Yala–. Tlali, que significa tierra, me pareció una palabra muy hermosa. Coincidió con que participé en una convocatoria de dos curadores, José Esparza y Guillermo Ruiz, llamada Pedestales vacíos, para proyectos en torno del basamento vacío de Colón; les dije que me parecía más interesante un monumento nuevo. Y coincidió, además, con que en el Senado se presentaron cinco mil firmas de mujeres indígenas pidiendo un monumento a los pueblos originarios. En ese contexto tuve un encuentro con el gobierno de la ciudad, para otra iniciativa que estoy haciendo de activar bibliotecas; salió el tema de la exposición Monumental [en el MAM] y les dije que tenía una propuesta de poner una cabeza en la glorieta. Así fue como me llamaron y me dijeron que les gustaba.

El cotorreo empezó a contagiarse. El presidente de la sede veracruzana de la Academia Nacional de Historia y Geografía de México, Armando López Macip, propuso al alcalde de Orizaba, Igor Fidel Rogí López, que solicitara al gobierno de la Ciudad de México la donación del conjunto escultórico de Colón. La razón era que un oriundo de Orizaba, el empresario Antonio Escandón y Garmendia, se lo había encargado al escultor Charles Cordier, quien lo concluyó en 1873. La obra desembarcó en el puerto de Veracruz en 1875, y procedió a donarla la capital, para su inauguración en 1877.

Pero nadie le prestó atención.

VII

A Sheinbaum se le atravesó el feminismo. Las suscribientes de una carta fechada el 12 de septiembre consideraron “inadmisible” la elección de Pedro Reyes,

un artista hombre que no se autoidentifica como indígena, para representar a ‘la mujer indígena’: así, generalizada, negando con ello la particularidad y diversidad de las mujeres que se autoidentifican como miembros de pueblos y naciones originarias, y poniendo su imagen en manos de la mirada de un hombre blanco-mestizo.

Desde esta perspectiva, seguía la carta, la designación del artista “reproduce la triple discriminación de género, racista y de clase socioeconómica que las mujeres de los pueblos originarios enfrentan a diario, esta designación vuelve a darle voz a un representante de quienes han detentado la hegemonía hasta ahora, apropiándose de nuevo de los términos y la manera de representar a las mujeres, y en particular, a las mujeres indígenas”.

Las abajofirmantes, entre ellas varias blanco-mestizas, exigieron que se le retirara la comisión de la obra y se instalara “un comité curatorial conformado por mujeres artistas, gestoras y curadoras que se autoidentifiquen como miembros de pueblos y naciones originarios para elegir a una artista, también mujer y perteneciente a alguno de los pueblos originarios, para sustituirlo. Creemos también que deben ser las mujeres de los pueblos originarios quienes se encarguen de la producción y manufactura del nuevo monumento”. La misiva reunió 422 adhesiones.

En dirección opuesta, también el 12 de septiembre, “Ciudadanos tuiteros por la Ley” lanzó a través de change.org la solicitud #ClaudiaRegresaAColón. La remoción de la escultura, señalaron, violaba la Ley Federal sobre Zonas y Monumentos Arqueológicos, Artísticos e Históricos. Era además “una decisión de carácter populista de la jefa de gobierno que solo hace caso a una minoría de la población que comulga ideológicamente con su visión revisionista de la historia […] como funcionaria pública, respaldada o no por el INAH, está obligada (os) a cumplir la Ley””. La convocatoria fue suscrita por 33 mil 242 personas.

Sheinbaum Pardo no había hecho la consulta que inicialmente planteó como “reflexión colectiva”. Luego dijo que más adelante se vería si sí o si no, posteriormente anunció unas mesas de debate, y al final no instrumentó nada. Lo cierto es que el no de la ciudadanía a la remoción de la estatua de Colón era rotundo. Mientras, Reyes concedió una entrevista más, esta vez, a la agencia EFE, el 13 de septiembre, lo que le daba más revuelo internacional a la polémica. No lo habían puesto al tanto de que, al día siguiente, la jefa de gobierno lo sacrificaría.

VIII

Sheinbaum había sido confrontada por los movimientos feministas durante la marcha del 8 de marzo pasado, debido a los actos de violencia en los que incurrió la policía de la capital, el vergonzoso muro de metal que rodeó a Palacio Nacional, y sus muestras de apoyo a Félix Salgado Macedonio en su búsqueda de la candidatura a gobernador de Guerrero. Vaya que tenía antecedentes.Para evitar un conflicto más, el 14 de septiembre realizó por fin el primer evento dedicado exclusivamente al tema. En el acto de “Entrega de firmas para la descolonización del Paseo de la Reforma” en el Museo de la Ciudad de México, canceló el proyecto. Era la fecha en la que había prometido que anunciaría los detalles de la escultura que preparaba Reyes.

Por primera vez aceptó, a regañadientes, aunque sonriente, que había tomado la decisión unilateral de remover la estatua de Colón, pero que de ahora en adelante sí se apegaría a la ley.

Para que no haya ningún problema, que no sea la jefa de gobierno quien lo decida, lo ponemos, como lo establece la ley, los reglamentos, a la decisión de este comité [el COMAEP, al que se refería también por primera vez] de qué es lo que va a ir o cuál es la escultura de la mujer indígena que irá en este espacio.

A Reyes le tocaría un incierto premio de consolación:

Queremos agradecer al arquitecto Pedro Reyes porque, realmente, él lo tomó como algo fundamental, y es muy probable que también parte de su obra esté también exponiéndose en la capital.

Pero, nuevamente, no se habían puesto de acuerdo. Horas después, la oficina de comunicación social de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México la enmendaba, o al menos matizaba la cancelación: “No está descartado que Tlali vaya a sustituir la escultura de Colón en el Paseo de la Reforma. Ahora el proceso estará avalado por el Comité de Monumentos y Obras Artísticas en Espacios Públicos de la Ciudad de México”.

Reyes aceptó su calamidad: “Lo importante es que sea lo mejor para las mujeres, los grupos indígenas y para la ciudad. Tenemos instituciones que regulan el espacio público y a ellas corresponde tomar la decisión. Para mí será un honor presentar mis propuestas si el comité me lo solicita”.

No se las solicitaron.

IX

Sheinbaum mostró, para la foto de los medios, las carpetas engargoladas con las firmas para la “descolonización” de Reforma, cinco mil en total. Liquidaba en definitiva la consulta que nunca tuvo interés en hacer, pero con esa presentación formal se contaba ya con tres mediciones relativas a la percepción de los ciudadanos. Una, las 422 firmas de la misiva feminista contra la elección de Reyes y a favor de una escultura de mujer realizada por una artista indígena. La otra, las cinco mil del Senado. La tercera, las 33 mil 242 adhesiones a la solicitud #ClaudiaRegresaAColón, 78.7 veces más que las reunidas por la misiva y 6.6 veces más que las del Senado.

El COMAEP no era garantía de legalidad e institucionalidad. Para empezar, nunca avaló el retiro de la estatua de Colón. No se le consultó y nunca expresó su malestar porque lo hayan excluido de la decisión que le correspondía por mandato de la ley. Involucrándose ahora como la instancia que decidiría, por una parte, la estatua que debía colocarse en su reemplazo, y por la otra el lugar donde sería reubicado el monumento del navegante como sucedería más adelante, el recién resucitado comité avalaba la remoción ilegal. Lo que se avecinaba con su participación era una simulación más.

Es, además, un organismo anexo a la jefa de gobierno. Lo integran siete funcionarios de su administración –incluido quien lo presidía en ese momento, Carlos Alberto Ulloa Pérez, secretario de Desarrollo Urbano y Vivienda–, dos miembros del Fideicomiso del Centro Histórico –un órgano descentralizado de su gobierno–, los titulares del INAH y el INBAL, más cuatro representantes de la sociedad civil de carácter ornamental. Todos comparten la misma dirección electrónica y el mismo teléfono.

El 15 de septiembre, luego de realizada su IX Sesión Extraordinaria, durante la cual se evaluaron más de veinte alternativas, el Comité eligió el parque América como nuevo destino de la estatua de Colón.

Para ello valoró que no hubiera afectaciones al entorno como la tala de árboles, que el peso del conjunto escultórico no causara daños al espacio a la redonda ni afectaciones a la traza urbana, que permitiera apreciar el valor artístico de las esculturas, y hasta los índices de vandalismo. Los datos para la evaluación exprés los proporcionó, quién más, el INAH. No se precisó cuáles fueron las otras 19 opciones, ni si se contaba con los estudios correspondientes El comité tan solo se prestaba para ratificar la decisión de Sheinbaum.

El COAMEP tampoco informó cuál será el nuevo destino del busto de Pedro Domingo Murillo, precursor de la independencia de Bolivia (el Miguel Hidalgo de ese país), que se localiza en el mismo parque América. Lo donó la embajada boliviana en México, con motivo del bicentenario de “La revolución de la Paz”, celebrado el 16 de julio de 2009. El busto fue colocado durante la jefatura de gobierno de Ebrard, actual secretario de Relaciones Exteriores y principal rival de Sheinbaum a la candidatura de Morena por la presidencia. Está por verse si fue intencional, o solo se trató de un traspié más de la jefa de gobierno y su comité. ¿Qué explicación se le dará a la representación diplomática, y quién?

El mismo 14 de septiembre, la asociación de activismo jurídico Artículo 27 presentó una queja ante la Comisión de Derechos Humanos de la CDMX, que preside Nashieli Ramírez Hernández, en contra de la jefa de gobierno y/o autoridades que estuvieran involucradas tanto en el retiro de la estatua de Colón, como en la intención de reemplazarla por la de una mujer indígena. Estos dos actos de autoridad violarían los artículos 12 y 15 de la Constitución de la Ciudad de México.

La queja enfatizaba “la violación flagrante y la omisión de las atribuciones del Comité y la inobservancia de la legislación existente relacionada con la consulta al consentimiento previo, libre e informado al que tienen derecho la ciudadanía, las comunidades indígenas y grupos originarios”, según establece la Suprema Corte de Justicia, el artículo 2 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, y numerosas disposiciones internacionales, como el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, entre otras. La desatención a la queja podría derivar en la presentación, por parte de Artículo 27, de un  amparo.

Con celeridad, el 15 de septiembre, el tercer visitador general de la Comisión, Zamir Andrés Fajardo Morales, informó del inicio de una indagación, dado que de la “valoración preliminar” se desprendían “posibles violaciones a los derechos a la consulta y seguridad pública, imputables a servidores públicos de la Jefatura de Gobierno y el Comité de Monumentos y Obras Artísticas en Espacios Públicos de la Ciudad de México”.

Antes de presentar la queja, Artículo 27 ya le le había planteado a Sheinbaum su preocupación. En una carta fechada el 8 de septiembre, la asociación señalaba que, para  la ubicación de la escultura de una mujer olmeca en la Glorieta de Colón, no se había cumplido con la consulta que establece la ley. La oficialía de partes acusó recibo a la petición el día 14, con la notificación del folio 21- 015032.

Pero Sheinbaum insistió en su obcecación y acudió a aseveraciones calumniosas. El 18 de septiembre, durante un evento del Fondo de Cultura Económica, acusó de clasistas y racistas a quienes se oponen a la remoción de la escultura de Colón:

La Cuarta Transformación ha dejado relucir un enorme y profundo clasismo que hay no solo en nuestra ciudad sino también en muchos lugares de México. Y se nota cuando decimos que se va a mover a la estatua o monumento de Colón a otro sitio, para poner en el centro de Reforma a una mujer indígena porque queremos darle voz a quien nunca ha tenido voz. Y entonces salen ahí todas las manifestaciones de racismo que estaban ahí, como ocultas.

El problema, parecía olvidar la jefa de gobierno, no era si hay o no racismo en México. El problema es que removió a Colón sin apego a la ley.

X

El rechazo al retiro de la estatua de Colón no solo se expresó a través de comentarios de especialistas, de la cobertura pormenorizada que realizó en Facebook el grupo “El Caballito, Conservación” (tutelado por José Carlos Canseco y fundado hace ocho años por Guillermo Tovar de Teresa, a consecuencia de la desastrosa intervención a la estatua ecuestre de Carlos V autoría de Manuel Tolsá) y de la solicitud de “Ciudadanos tuiteros por la Ley” vía change.org. El repudio se exteriorizó también a través de actos vandálicos.

El Monumento del Encuentro, de Oscar Ponzanelli, compuesto por las estatuas de Fidel Castro y Ernesto Guevara sentadas sobre una banca y con atuendo militar, ubicado en el Parque Tabacalera, contiguo al Museo de San Carlos, amaneció el 22 de septiembre cubierto de pintura blanca. Los dos responsables, que fueron detenidos por patrulleros que se percataron del suceso y a quienes al final se les concedió el perdón, habían dejado una bandera de México y una hoja con el dibujo de la hoz y el martillo atravesados con la señalética de prohibido, y la leyenda “Fuera AMLO”.  

El monumento había sido develado el 2 de diciembre de 2017, durante la administración de Miguel Ángel Mancera, pero fue retirado y embodegado porque tampoco contó con la aprobación del COMAEP. El Comité propuso su reubicación y que se iniciara la rehabilitación integral del jardín. No obstante, el 17 de octubre de 2020, el gobierno de Sheinbaum volvió a ubicarlo en el mismo lugar, tan solo para que, cinco días después, unos maleantes intentaran robarse las estatuas. Ante ello, las rodeó con una estructura metálica. Este 2021, el 11 de septiembre, los vecinos de la colonia Tabacalera expresaron su inconformidad y pidieron al Senado su intercesión ante la jefa de gobierno. La petición también se formuló a través de change.org: “Remover de la CDMX las estatuas de Fidel Castro y el ‘Che’ Guevara y fundirlas”, de manera tal que pudieran ser reutilizadas en un monumento dedicado “a la clase media y trabajadora contribuyente de México”. La petición ha congregado 14 mil 857 firmas de apoyo. El triple de las que solicitaban la “descolonización” de Avenida Reforma.

El acto vandálico se asoció también con que el presidente López Obrador, durante el desfile militar del 16 de septiembre que atestiguó desde el palco de Palacio Nacional, tuvo como invitado de honor al presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, distinción inusual con un Jefe de Estado de otro país y más aún por tratarse de las fuerzas armadas de México. El pasado 12 de julio, Díaz-Canel reprimió las multitudinarias protestas por la escasez de alimentos y medicinas. El alzamiento cívico, que sorprendió al mundo, recibió cuantiosas muestras de simpatía y apoyo. No del gobierno de México.

Esas son las estatuas, y no la de Colón, que los capitalinos han solicitado que remueva la autoridad.

XI

Once días después de la cancelación del proyecto de Reyes, irrumpió una vez más el feminismo. El 25 de septiembre, acompañadas de padres y madres de desaparecidos y víctimas de feminicidio, las activistas ensancharon el espectro de la representación de las mujeres mexicanas y trascendieron los intentos de acotarla a la mujer indígena.

Resguardadas por la Brigada Marabunta, colocaron en el pedestal de Colón “La Antimonumenta”, una silueta de madera de 1.90 metros de color morado, que evoca a una mujer con vestido debajo de las rodillas, el cabello a la mitad del cuello y el puño izquierdo en alto. Bautizaron el sitio como “La glorieta de las mujeres que luchan”, escribieron el nombre en las vallas que resguardan al basamento y propusieron convertir a la glorieta en un memorial para las víctimas de feminicidio y las personas desaparecidas. Al día siguiente, el gobierno de la ciudad pintó las vallas de gris. El 27, Sheinbaum indicó que se retiraría La Antimonumenta, que avanzaría la propuesta de una escultura inspirada en la mujer indígena, y que la decisión le correspondía a su comité, sumergido en el descrédito.

Sí es muy importante que sea para las mujeres indígenas. Por supuesto que estamos de acuerdo en reconocer a todas las mujeres que han luchado por los derechos de las mujeres, y en general […] Vamos a platicar con ellas también [las feministas], porque es importante platicar con ellas, pero ya está en decisión de este comité y ya, muy pronto, tomarán la decisión. Y repito: es fundamental que sea para las mujeres que históricamente no han tenido voz. Creo que en eso estamos de acuerdo todas las mujeres y todos los habitantes de este país y de esta ciudad.

El 28 respondió el colectivo: “Ustedes decidan la figura, nosotras renombramos la glorieta”.

Hasta el día de hoy, la Antimonumenta sigue en el pedestal. Apenas se atisba, si se conduce sobre Reforma en dirección hacia el Zócalo. Eso, solo si se sabe de antemano que está ahí y se tiene la intención de observarla, pues de otra manera pasaría desapercibida. Es hasta que uno se aproxima que comienza a revelarse. No parece en realidad una mujer, sino una muchacha frágil, y grácil. Es tan abstracta que concretiza a las chamacas con las que uno se topa en el metro, en el micro, en las banquetas, las morras. Estremece que el puño en alto de la silueta no transmita enojo. No el enojo que tiene razón y que hay en las marchas que tratan de aplacar, sin lograrlo, las vallas, los gases lacrimógenos o los granaderos, a quienes también la 4T les cambió el nombre. El puño casi es un saludo. La silueta, que no tiene ni nombre ni apellido, tiene nombre y apellido. Las chavas la volvieron a pintar.

Engolosinada, Sheinbaum continuó con sus intervenciones escultóricas sobre Paseo de la Reforma. El 29 de septiembre inauguró, en el Paseo de las Heroínas, que comprende el tramo que va de la glorieta del Ángel a la Puerta de los Leones, las esculturas de Josefa Ortiz, Gertrudis Bocanegra, Sor Juana y Margarita Maza de Juárez. “Es el reconocimiento a las mujeres que luchamos y no estamos escondidas en la historia, por el contrario, somos protagonistas de los cambios y forjadoras de la patria”, escribió en Twitter. Omitió referirse a las autoras de las esculturas y al costo de las obras.

Y, al fin, encontró la manera de imponer su decisión unipersonal. El 12 de octubre informó que el comité había decidido ubicar una réplica de una escultura femenina descubierta el 1 de enero en la cuenca del río Tuxpan, al sur de la huasteca veracruzana, que actualmente se exhibe en México diverso, territorios, culturas y civilizaciones.

La Asociación Artículo 27, en consecuencia, informó que su queja quedaba sin efecto. 

A la escultura la bautizaron “La joven” o “La mujer” de Amajac. El comité no le dio importancia a que la figura representa a una indígena de la élite, y no a una invisibilizada, como deseaba la jefa de gobierno. Es probable también que se trate de una deidad, pues apenas están haciéndose las investigaciones. La obra proviene del postclásico tardío (1450-1521), periodo que incluye los años del descubrimiento y de la Conquista. Sólo faltaría que futuras investigaciones arrojaran que Amajac trató con la Malinche y Cortés.

La réplica, que hará el INAH, también suscita desconfianzas. La escultura está desgastada y al reproducirla idéntica desluciría en la glorieta. La otra alternativa es recrearla o reinventarla para que no desmerezca con el entorno urbano, lo cual implicaría alterar la versión original para darle más vistosidad.

No ha quedado claro tampoco si el basamento del conjunto escultórico se trasladará al parque América, lo que implicaría la construcción de un nuevo pedestal para la réplica de Amajac. De mantenerlo en su lugar actual, Colón y los frailes requerirían de un nuevo basamento. En cualquier caso, el presupuesto, ¿lo aportará la Ciudad de México o la Secretaría de Cultura?

Sea como sea, la mujer o la joven o la deidad de la Huasteca es la prioridad de la jefa de gobierno. El INAH tendrá que apurarse, pues Sheinbaum la querría lista para inaugurarla el próximo 12 de octubre de 2023, volviéndolo un momento estelar de su precampaña en busca de la candidatura de Morena para la presidencia de México. Ya demostró qué obcecada es, y proclive a las decisiones unilaterales y a no rendir cuentas, también.

El 12 de agosto, en otro contexto, ya había dado una muestra del bajo perfil de sus respuestas a los cuestionamientos de los medios. En conferencia de prensa, se le preguntó por qué durante su administración no había utilizado los colores que identifican a Morena, y comenzó a hacerlo tres años después. Mientras jugueteaba con el cubrebocas que sostenía en las manos, con voz y mirada sardónicas, respondió:

—Pues en ese momento fue así y en este momento es así. Tal cual.

Y, tal cual: Colón no regresa a la glorieta. Es así.

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Es autor del libro digital 80 años: las batallas culturales del Fondo (México, Nieve de Chamoy, 2014), de Política cultural, ¿qué hacer? (México, Raya en el Agua, 2001, y de La palabra dicha. Entrevistas con escritores mexicanos (Conaculta, 2000), entre otros. Ha sido agregado cultural en las embajadas de México en la República Checa y Perú y en el Consulado General de México en Toronto.


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