Con admiración a ese
creador de instituciones
Más de quince años han pasado desde que cité a una persona muy cercana a Raúl Padilla para que me contara cómo funcionaba el grupo político que este lideraba en la Universidad de Guadalajara (UdeG).
Para los que no lo saben, la vida política estudiantil en la U de G es muy intensa y la que pesa en el consejo, en las decisiones y hasta en el manejo de los auditorios es la que se realiza bajo el paraguas de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), que es el brazo joven del Grupo UdeG.
El grupo UdeG es el nombre que se le da a un grupo político informal liderado por Raúl Padilla en Jalisco. Este grupo controla la universidad, pero además tiene incidencia e influencia en todos los partidos políticos, en el Congreso y en gran parte de las instituciones públicas y organismos públicos descentralizados. Su fuerza no le da para gobernar, pero le da para vetar y para influir. En el área académica y cultural, ese grupo es el líder indiscutible en Jalisco y en México.
Dicho esto, regreso a la anécdota. Nunca falta un rebelde, me decían. Un estudiante inconforme con la FEU. Contrario al Grupo UdeG. Crítico de su escuela, de su director, de su rector o de Raúl Padilla. Eso pasaba un día sí y otro también entre jóvenes inteligentes con potencial disruptivo. Hombres y mujeres.
¿Qué hacían con alguien así? Primero lo intentaban amansar, generalmente sin éxito, los mismos jóvenes aliados de la prepa o centro. Luego, la dirigencia de la FEU. Si esto no daba resultado, seguían los directivos de la prepa o centro universitario. Si el disidente seguía rebelde (a veces podía ser porque quería un nuevo método para asignar horarios en un auditorio controlado por la FEU), entonces Raúl Padilla lo citaba a solas en su oficina y hacía su magia seductora: qué necesitaba, qué le molestaba.
Era la solución definitiva y un método muy eficiente de cooptación. Ustedes quizá no dimensionen eso, pero para un estudiante eso era como ir con el papa. O con el Padrino mismo, que quizás es un símbolo más fuerte.
Ignoro si había prebendas de por medio, amenazas o solo seducción, como me contaba mi fuente, por lo que no sé si esta anécdota añade brillo o sombras a la figura del exrector. Pero la traigo a colación porque me he percatado, con la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que la biografía de Padilla está entrando en la historia.
En la ceremonia inaugural de la FIL, en el homenaje que se le hizo al exrector y en diversos salones, la biografía se abre paso. No me refiero a un libro, que por cierto ya hay. Me refiero a muchos libros, pero sobre todo, a la leyenda, al personaje histórico.
Ahora hay quienes cuentan que durante sus viajes familiares daba mucho dinero a unos adolescentes por leer, que fue cácaro, que se daba a conocer en las pláticas posteriores de un cineclub y que le hacían fiesta de patrono de pueblo cuando inauguraba las prepas que llevó a todas las regiones de Jalisco. Ahora hay quienes cuentan que tenía mil medicamentos en su recámara, que se inventó la FIL en la calle de Kensington en Inglaterra, que Fuentes y García Márquez le vieron cara de depositario de sus premios en dinero, que tenía muchísimas mujeres capaces de enseñar unas a otras o que tenía la ética aaronesca del que pierde su alma para salvar su ciudad. Ahora sabemos que era molesto para sus amigos porque competía por ser el mejor en todo aun si eso incluía bucear, pero que era buena cosa que se mudara cerca de uno porque él era tan peligroso que entonces la colonia se volvía segura.
Eso se añade a todo lo que ha circulado, durante años, sobre él. Sus manías, sus obsesiones, su visión estratégica, la impactante muerte de su padre, sus anhelos políticos, la forma en la que él mismo murió.
Enrique Krauze hizo una invitación pertinente durante el homenaje: hay que contar la historia de Raúl Padilla. Tiene toda la razón. Solo agrego que la historia de Padilla ya se está abriendo paso y que además de la universidad, la FIL, las cátedras, las bienales, el museo de ciencia, el Festival de Cine, las bibliotecas, los espacios culturales y el grupo político, Raúl Padilla dejó para la historia un personaje. Ese fue su último legado. ~
es politóloga y analista.