La “revolución cultural”, otro fracaso

Luego de tres años de gestión, el Programa Cultura Comunitaria no logra apuntalarse. Sus debilidades se ocultan con la organización de espectáculos para el registro mediático.
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I

Alejandra Frausto ha denominado a los “semilleros creativos”, que impulsa a lo largo de México a través del Programa Cultura Comunitaria (PCC), como una “revolución cultural”. La locución, desacreditada de inmediato, causó alerta. Evocaba a los sanguinarios regímenes autoritarios que durante el siglo XX impusieron una noción única de la cultura a costa de la persecución, el exilio o los campos de concentración. Los temores eran fundados. No era necesario repasar el acoso cotidiano a intelectuales, científicos o creadores en las conferencias matutinas del Ejecutivo. Bastaba la advertencia: “o se está con la transformación o se está en contra de la transformación del país”.

A estas alturas del sexenio, es difícil saber si la secretaria de Cultura es consciente de las implicaciones de lo que declara. Por lo demás, el entusiasmo no era para tanto. Básicamente, los semilleros creativos son talleres para el fomento de las vocaciones y destrezas artísticas, dirigidos a la población infantil y juvenil. Esas actividades se remontan al menos a los orígenes del Conaculta, como parte de los proyectos estratégicos del Programa Nacional de Cultura 1990-1994. La dirección de Culturas Populares, que Frausto dirigió de 2013 a 2017, la dirección de Desarrollo Cultural Infantil y el Programa Nacional de Orquestas y Coros Juveniles de México, entre otras instancias, se han ocupado de esas encomiendas.

Por contraste, luego de tres años de gestión, los talleres que organiza el PCC no han logrado apuntalarse. Lo mismo los abren que los cierran, sin ninguna lógica de continuidad institucional. La contingencia sanitaria solo agravó las debilidades de origen del proyecto prioritario de la secretaria, que fueron documentadas desde antes de la pandemia. En su comunicado del 7 de agosto del 2020, “Avances y retos del Programa Cultura Comunitaria”, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, Coneval, llamó la atención sobre sus numerosas deficiencias.

El PCC no contaba con una estructura operativa, reglas de operación ni mecanismos para el ejercicio fiscal. Las actividades se circunscribían a las cabeceras municipales y zonas contiguas, donde existía ya una oferta cultural, por lo que no se cumplía el objetivo de atender a los municipios con los índices más altos de violencia y marginación. La coordinación y comunicación con los niveles estatales y municipales era baja y protocolaria, desaprovechándose la experiencia en ambos niveles. Existían demoras en los pagos e irregularidades en las contrataciones. Adicionalmente, el intento de Registro Nacional de Agentes Culturales, Telar, tenía cuellos de botella y no era útil para la elección de los gestores.

Las cosas siguen igual. Otro fracaso.

II

“El Magno evento de Cultura Comunitaria Tengo un sueño 2021”, un “espectáculo artístico multidisciplinario”, se presentó el 7 de diciembre en el Auditorio Nacional. Fue justo eso, un espectáculo para el registro mediático y el solaz de los funcionarios, las familias de los participantes y los habitantes de la capital. El pago en especie que se estableció para la entrada fue la donación de juguetes que no necesitaran pilas, para distribuirlos entre niños de la zona mixteca de la montaña de Guerrero. La 4T cultural combate la brecha social con regalitos de Navidad.

En el evento participaron mil 955 niños y jóvenes de 129 talleres ubicados en 111 municipios de 32 entidades del país. De ellos, 1,417 apoyaron en las faenas de la escenografía, registro audiovisual y la logística, y los 538 restantes –de 82 semilleros de 67 municipios de 27 estados– subieron al foro del Auditorio Nacional. No escatimó Frausto en gastos para su espectáculo. El sueño del 2019, anterior a la pandemia, ascendió a 16 millones. El sueño de 2021, a 30 millones.

El “Detrás de cámaras” de la edición de “Tengo un sueño 2019” es un videoclip de cuatro y medio minutos. A una jovencita se le asigna el rol de entrevistadora de Frausto: “¿qué expectativa tiene de esto y de lo que sigue para los semilleros?” La secretaria responde en busca de la cámara, aunque luego corrige: “¿Sabes qué, Sam? Que se contagie la emoción. Nosotros queremos que este proyecto crezca, y crezca, y crezca. El arte está construyendo paz. Ustedes, con cada una de sus acciones diarias, están haciendo un país mejor y están haciendo que ahí donde se desató la violencia en nuestro país, ustedes están desatando la paz”. (A la fecha, la 4T acumula más homicidios que durante los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto en el mismo periodo.) Hasta ahora, no se tienen contemplados eventos similares en al menos algunos de los municipios de los niños y jóvenes talentos, lo cual sí sería relevante.

III

El PCC está adscrito a la Dirección General de Vinculación Cultural, que dirige Esther Hernández Torres. Su lanzamiento se realizó el 26 de febrero de 2019 en las instalaciones del deportivo Cuauhtotoatla, San Pablo del Monte, Tlaxcala. Al acto oficial fueron trasladados en autobús los funcionarios y 40 invitados especiales. En el gimnasio se instaló una pantalla y una decena de carpas para una exposición fotográfica, los talleres infantiles –que tuvieron poca asistencia debido a la desorganización y que Frausto no visitó– y el comedor.

La Secretaría de Cultura no pagó ni los ingredientes ni los honorarios de las quince cocineras tlaxcaltecas invitadas, oriundas de Tenancingo, San Pablo del Monte y Santa Cruz. Les estaban dando la oportunidad de promover la gastronomía de la entidad. A cambio se les prometió recompensarlas con talleres e invitaciones a más eventos de esa índole. Esther Hernández dijo que sí había habido una remuneración, pero las cocineras lo negaron. Los comensales eligieron entre los platillos de su predilección: pescado capeado o al temazcal, pipián con puerco, mole con pollo criollo o guajolote, conejo en mixiote, mixiotes de carnero con arroz, tamales de limón rellenos de mermelada de capulín y agua de cuatro sabores.

El PCC, se dijo entonces, constaría de cuatro ejes: “Misiones por la Diversidad Cultural”, “Comunidades Creativas y Transformación Social”, los “Territorios de Paz” y los “Semilleros Creativos”. Para 2019 contó con un presupuesto de 400 millones de pesos (mdp), que ascendió a 637 mdp para 2020, reducidos a 355 mdp por el recorte a los gastos de operación a nivel federal. A fines de ese 2020, la Secretaría de Cultura firmó un memorándum de entendimiento con el Programa de las Naciones Unidad para el Desarrollo, PNUD, en busca de apoyo. El representante residente del PNUD en México, Lorenzo Jiménez de Luis, aclaró que el organismo solo tenía presupuesto para apoyar “proyectos piloto”, a la espera de “los musculosos” que le dieran “un poco de enjundia”. Los musculosos no han llegado aún. Para 2021 el presupuesto bajó otra vez, a 221 mdp, el 34.7% menos.

El compromiso fue que el programa se extendería durante 2019, el año mismo de su lanzamiento, “al menos” a 720 municipios con los mayores índices de violencia y marginación. Llegó a 535, un 74%, pero con los agravantes señalados por el Coneval. Desde entonces la cifra se ha desplomado, aunque no se saben con exactitud cuántos hay. El 30 de noviembre de 2020, Hernández Torres afirmó que 329 “habían logrado mantenerse a flote” a lo largo del año, el 45.6% de la meta prevista para 2019. El 17 de abril de 2021, aseguró que los semilleros sumaron 296 en 2020, 33 menos, el 41% de lo prometido para dos años antes. Al ritmo actual no se cumplirá para 2024 la meta prometida para el arranque del sexenio.

IV

Hay presupuesto para las ediciones de los “sueños” pero no para los honorarios de los trabajadores. A principios de 2021, trabajadores del capítulo 3000 informaron que por segundo año consecutivo su recontratación era incierta y que, también por segunda ocasión, les serían reducidos sus ingresos, en algunos casos hasta un 40%, como estrategia para que presentaran sus renuncias. Hubo también personal al que se les informó por WhatsApp que no había condiciones presupuestales para su continuidad. La secretaría alegó que las renuncias eran voluntarias o que las contrataciones habían llegado a su conclusión. Tal como acostumbra, también en esta ocasión la dependencia federal aseguró que no se afectarían las actividades “sustantivas”.

Los trabajadores también denunciaron que tanto antes como durante la pandemia se les imponían jornadas de 14 horas diarias, que la Dirección General de Vinculación Cultural no les ofrecía los mínimos protocolos de seguridad y que, en muchas ocasiones, cubrían los costos de traslado a los municipios por su propia cuenta. Menos aun se cumplió el compromiso de otorgarles la seguridad social que les ofreció la directora de Vinculación Cultural. Por tratarse de trabajadores del Estado, les correspondía el ISSSTE pero, dado que a los maestros, talleristas y facilitadores los contratan como capítulos 3000, Hernández los mandó al inoperante Instituto de Salud y Bienestar, “brindándoles”, eso sí, “todas las facilidades” para registrarse.

Esther Hernández se mantiene inmutable. Atrás quedó el escándalo de la “Desactivación de colectivos”, revelado el 2 de diciembre de 2020, el lastimoso ChatGate, del cual se responsabilizó. El puesto lo conservó, al igual que el resto de los funcionarios involucrados de alto nivel. Lo conserva hasta la fecha, junto a su impericia para negociar con colectivos en circunstancias de respeto, y a pesar de su desastrosa gestión. Mientras salgan más o menos adelante los shows en Auditorio Nacional, con el aval de artistas mexicanos con renombre internacional, no tiene motivo de preocupación.

Tal como le “declaró” a “Samy”, a Frausto lo que le gusta es que se contagie la “emoción”. Esa fue la motivación que hace unos días la llevó a ofrecer los servicios funerarios del Palacio de Bellas Artes a la familia del recién fallecido cantante y compositor de música ranchera Vicente Fernández:

Nos ponemos a sus órdenes y queremos despedir al gran Vicente Fernández como se merece. Me imagino los cientos de miles de mariachis que podemos conjuntar para despedirlo, y hacerle un homenaje tan grande y épico como eran sus conciertos.

Cientos de miles de mariachis. No, menos, como millones.

Otro sueño.

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Es autor del libro digital 80 años: las batallas culturales del Fondo (México, Nieve de Chamoy, 2014), de Política cultural, ¿qué hacer? (México, Raya en el Agua, 2001, y de La palabra dicha. Entrevistas con escritores mexicanos (Conaculta, 2000), entre otros. Ha sido agregado cultural en las embajadas de México en la República Checa y Perú y en el Consulado General de México en Toronto.


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