Imagen: mexicoescultura.com

El sector cultural, víctima de la Cuarta Transformación

Los recortes presupuestales y la falta de claridad en cuanto a planes y programas hacen pensar que la cultura no es una prioridad para el primer gobierno mexicano que se define de izquierda.
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A lo largo de sus diferentes campañas presidenciales, Andrés Manuel López Obrador contó con el apoyo abierto de numerosos miembros de la comunidad artística y cultural. Pero la ineficiente administración de la Secretaría de Cultura y la falta de atención a las demandas de creadores y promotores culturales han provocado su distanciamiento en los primeros siete meses de gobierno.

El primer desencuentro ocurrió en diciembre, cuando se dio a conocer el Presupuesto de Egresos para el 2019. El proyecto planteaba una reducción de mil millones de pesos en comparación con el presupuesto asignado para el ejercicio fiscal de 2018. Tras una serie de manifestaciones encabezadas por representantes de la comunidad artística, se llegó a un acuerdo para incrementar el presupuesto para este año, que llegó así a los 12 mil 894 millones de pesos.

En un comunicado, la Secretaría de Cultura explicó que los recortes se debían a que se habían  eliminado funciones duplicadas, suspendido compras de materiales y suministros y retirado privilegios a altos funcionarios, por lo que los apoyos a creadores, instituciones y programas estaban garantizados. Sin embargo, las políticas de austeridad han afectado a los trabajadores de las dependencias culturales. A inicio de año, empleados del Fonca, la Biblioteca Vasconcelos, el INAH y el INBAL fueron despedidos. Además, la situación de quienes estaban contratados por honorarios se volvió más precaria: quedaron fuera del amparo de la Ley Federal del Trabajo, se les negó el registro en el ISSSTE, se les dieron contratos anuales no de enero a diciembre sino de marzo a noviembre, aunque trabajen en diciembre, enero y febrero, y sus pagos se retrasaron. Estos problemas han provocado diversas protestas. La última ocurrió entre el 10 y el 14 junio, cuando trabajadores afiliados al Sindicato Nacional Democrático de Trabajadores de la Secretaría de Cultura realizaron un paro para denunciar el recorte de plazas y exigir el incremento salarial del 3.35% que se había acordado en reuniones previas entre representantes de los sindicatos y de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Junto con la toma de las instalaciones de la Secretaría de Cultura en Reforma, los trabajadores sindicalizados protestaron en la Biblioteca de México y en la Biblioteca Vasconcelos, la cuales permanecieron cerradas varios días. Para evitar afectaciones a los usuarios, las bibliotecas abrieron sus puertas el domingo 16, aunque todavía no se llega a un acuerdo con las autoridades.

La Biblioteca Vasconcelos ha estado en el ojo del huracán desde febrero, cuando Daniel Goldin y su equipo salieron por desacuerdos con la manera en que Marx Arriaga, nuevo titular de la Dirección General de Bibliotecas, planeó la incorporación de la Vasconcelos a la DGB. Algunos usuarios se han quejado en redes sociales por los cambios en la atención de su personal y la escasa oferta de talleres y actividades. Alejandra Quiroz, ex coordinadora de Servicios Educativos de la Vasconcelos, ha sido una de las voces más críticas de la nueva Dirección General de Bibliotecas. De acuerdo con ella, “se esperaba que la Cuarta Transformación fuera la oportunidad de reconocer el enorme potencial que tiene en las bibliotecas públicas para cerrar la brecha de desigualdad”, pero los resultados son otros. Arriaga y su equipo “restringen el sentido de las bibliotecas públicas al fomento a la lectura cuando son espacios educativos completos decisivas para la construcción y el cuidado de la democracia”. Las decisiones que han tomado “son reiterativas de un paradigma caduco” y solamente buscan “acatar la austeridad”, por lo que “urge una transformación de los discursos sobre las bibliotecas, las prácticas de lectura y las actitudes de las y los bibliotecarios”. Quiroz concluye: “Las bibliotecas públicas son los lugares donde verdaderamente cabemos todos. La administración de Arriaga insiste en echarnos fuera”.

Los cambios administrativos también se resintieron en el Fonca. Mario Bellatin fue su encargado por unos meses, hasta que presentó su renuncia después de que los becarios externaron su malestar por la suspensión del primer encuentro de Jóvenes Creadores y el retraso en sus pagos, lo que incrementó la incertidumbre en torno a la continuidad de los programas. La llegada de Marina Núñez Bespalova como encargada de despacho tranquilizó a los beneficiarios del programa y sin contratiempos se realizó el primer encuentro que había sido aplazado. Pero el futuro del programa podría verse amenazado, pues hace unas semanas la senadora Jesusa Rodríguez criticó el financiamiento del Estado a artistas y propuso la desaparición de las becas por considerarlas un “privilegio”. Al respecto, la coreógrafa Claudia Lavista comentó: “No tenemos seguridad social ni laboral, ni estímulos fiscales. ¿Dónde está el privilegio?”.

La austeridad republicana también golpeó al Programa Cultural Tierra Adentro. La revista impresa que durante 44 años se publicó bimestralmente, dejó de editarse en diciembre para darle un mayor impulso a su blog. Aunque los premios que entregan año con año a jóvenes escritores seguirán, doce de los veinticinco títulos que el FETA había dictaminado el año pasado para su publicación en el periodo 2019 a 2024 no verán la luz. Así lo notificó Tierra Adentro en un comunicado, pues la nueva administración no consideró que las obras cumplieran con los estándares editoriales. Por lo tanto, este año solo se publicarán doce títulos, entre ellos los nueve correspondientes a los ganadores de los premios nacionales. A los autores cuyas obras fueron rechazadas se les ofreció publicar un fragmento de su obra en el sitio web y que manden otros textos a concursar. Víctor Santana, director de Tierra Adentro, afirmó que el procedimiento de dictaminación anterior “no era necesariamente transparente” porque se dejaba a externos y la publicación de los libros dictaminados durante la transición fue una promesa que él no hizo.

Sin embargo, algunos de los autores afectados expresaron que en un inicio la respuesta de la editorial fue que por falta de presupuesto la publicación de sus textos se pospondría hasta el siguiente año, mas no que serían descartados por falta de calidad. En un acto de protesta, dirigieron una carta a Alejandra Frausto exigiendo que se respete su trabajo y el de los dictaminadores involucrados y, sobre todo, para que se reconsidere el rumbo que está tomando el programa. Eduardo Cerdán, uno de los autores afectados, recuerda que “desde sus inicios, el FETA –como parte del Estado mexicano– ha aspirado a tener un catálogo diverso que dé voz e impulso a los creadores jóvenes del país”. Por lo que “los dictámenes externos, que provienen de lectores con estéticas y preferencias variadas, contribuyen a esto”. El que la dictaminación recaiga en un solo funcionario público “atenta contra el objetivo primigenio del FETA”.

Por si fuera poco, cuatro convocatorias de los Premios Bellas Artes de Literatura convocados por el INBAL tuvieron que repetirse después de que las plicas de los autores fueran abiertas ya que “no se contó con la suficiente comunicación e información entre las partes” y la recepción de obras continuaba. En la historia de los premios nunca antes se había presentado una situación así. Las irregularidades vulneraron el prestigio e imparcialidad que había distinguido a los premios, pues nunca antes se había presentado una situación así.

La fusión entre el Fondo de Cultura Económica, Educal y la Dirección General de Publicaciones que se planteó desde que Paco Ignacio Taibo II asumió la titularidad del FCE carece de un plan de acción. La DGP y Educal actualmente dependen de la Secretaría de Cultura, pero no se ha realizado el procedimiento de adhesión administrativa para que formen parte del FCE, pues el Congreso tendría que realizar una serie de modificaciones para crear la Subsecretaría de Diversidad Cultural dentro de la Secretaría de Educación Pública. Sin embargo la DGP recibió un presupuesto de 127 millones 306 mil pesos para operar en 2019 sin que esté claro si seguirá realizando sus tareas de edición y distribución de publicaciones, así como si mantendrá las actividades en las 2 mil 500 salas de lectura que tiene a lo largo del país. Los trabajadores de la DGP también perciben la incertidumbre, no saben cómo será la fusión ni cuántos despidos habrá. “Nos han relegado del trabajo que veníamos haciendo año con año. Incluso no había problemas así con el cambio de administraciones porque seguíamos trabajando, los proyectos se seguían haciendo y ahora estamos parados, en el desconcierto, temerosos”, dijo a El Economista un trabajador de base de la SC.

Los mecanismos burocráticos de la Cuarta Transformación también afectaron la entrega de recursos a festivales como Despertares y entregas de premios como los Fénix y las Diosas de Plata. Isaac Hernández, primer bailarín mexicano en recibir el Benois de la Danse, llevaba ocho años organizando la gala Despertares. Este año será el último porque no consiguió recursos federales para financiar su proyecto. “Entendí que hay mucha incertidumbre en diferentes ámbitos […]  y entiendo que no existen esos mecanismos para incentivar el apoyo de la iniciativa privada”, dijo el primer bailarín del English National Ballet. Por otro lado, los organizadores del Premio Iberoamericano de cine Fénix, el cual reconoce a producciones audiovisuales del continente americano y de la península ibérica, anunciaron su cancelación indefinida por falta de presupuesto. Sus organizadores esperan “que esta administración y las venideras faciliten los apoyos, a través de marcos legales, que posibiliten la existencia de empresas culturales e iniciativas ciudadanas que alimenten la diversidad cultural y que no dependan del Estado mientras complementan labores que éste no puede garantizar en su totalidad”.

En un intento por dar una noticia positiva durante su gestión, Frausto y Pável Granados, director de la Fonoteca Nacional, presentaron el que podría ser el único registro de la voz de Frida Kahlo. Al tratarse de una voz dulce y con una entonación cercana a la de una locutora profesional, muchas personas, entre ellas el nieto de León Trotski y la familia de Kahlo, negaron que se tratara de la voz de la pintora y la locutora Amparo Garrido reconoció su voz en la grabación. Granados dijo que los resultados de la investigación no son concluyentes y que la próxima semana un especialista de la Universidad de Berkeley analizará la voz con un programa especial para despejar dudas. El director de la Fonoteca no considera que se precipitó en dar a conocer el audio sin tener la certeza de que se trata de la voz de la pintora mexicana más conocida a nivel mundial: “Nosotros hicimos el estudio con los elementos que cuenta la Fonoteca Nacional. Lo que no quería era que lo hiciéramos en secreto, sino hacer una convocatoria para discutir este audio”.

Durante la transición se anunció que la Secretaría de Cultura sería la primera en trasladarse a otro estado para favorecer la descentralización. En siete meses solamente cinco empleados del área de comunicación social despachan en Tlaxcala, mientras que la secretaria Alejandra Frausto y sus subsecretarios siguen trabajando en el edificio ubicado en Paseo de la Reforma. Los más afectados son quienes impartían y tomaban talleres en el Palacio de la Cultura en el centro de Tlaxcala y que ahora deben ir a otros lugares para continuar con sus estudios.

Además, los meses transcurren y sigue sin existir un Plan Nacional de Cultura. El Plan Nacional de Desarrollo solamente hace alusión a la política cultural en una página, donde se lee que la Secretaría de Cultura “promoverá la difusión, el enriquecimiento y la consolidación de la vasta diversidad cultural que posee el país y trabajará en estrecho contacto con las poblaciones para conocer de primera mano sus necesidades y aspiraciones en materia cultural”. No hay diagnósticos, programas, estrategias, presupuestos y objetivos a alcanzar.

Prueba de esto es la estrategia de lectura, la cual López Obrador anunció en Mocorito, Sinaloa, a finales de enero. Seis meses después no existe un documento oficial que presente su política, si bien Eduardo Villegas, coordinador de Memoria Histórica y Cultural de México, se comprometió a presentarlo el 23 de abril. Solamente se han realizado acciones aisladas, como librobuses, festivales de lectura y la publicación de la colección “Vientos del pueblo” por parte del FCE.

El olvido de López Obrador hacia la cultura se puede rastrear desde su gestión como jefe de gobierno del Distrito Federal entre 2000 y 2005. Durante ese periodo, la Secretaría de Cultura local sufrió una reducción de presupuesto. En 2003, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó 50 millones de pesos para la rehabilitación de infraestructura cultural y el fomento a la cultura. Parte de estos recursos se iban a usar para remodelar el Centro Cultural Ollin Yoliztli y el Teatro de las Vizcaínas, pero por orden del jefe de gobierno se dirigieron a la construcción del distribuidor vial de San Antonio, de un hospital en Iztapalapa y al arreglo de las calles del Centro Histórico. Asimismo, mientras estuvo al frente de la dependencia, Enrique Semo no presentó un programa base que proyectara su política cultural y sobre los recortes al presupuesto de Cultura comentó: “hay que aprender a financiar”. Cuando Raquel Sosa lo sustituyó en la dependencia, la historiadora afirmó que aplicaría una “austeridad republicana”. En su gestión no se garantizó el 2% del presupuesto de la ciudad al sector cultural, pese a que la Ley de Fomento Cultural así lo establecía.

La cultura no parece una prioridad para el primer gobierno mexicano que se define de izquierda. El uso de las instituciones con fines personales, como rentar Bellas Artes a una organización religiosa, o propagandísticos, como la nueva programación televisiva de los canales públicos, no abonan al desarrollo cultural del país. En la conferencia matutina del pasado 18 de junio, un reportero le preguntó al presidente López Obrador si la cultura y la ciencia se convertirían en temas prioritarios a su gobierno. La respuesta del presidente fue: “ todo es relativo, porque habría que definir qué entendemos por cultura, porque si se trata de apoyo a la cultura les podría decir que nunca se había apoyado tanto a la cultura como ahora, en mi concepción de cultura. Porque la cultura es lo que tiene que ver con los pueblos y nunca los pueblos originarios, los integrantes de nuestras culturas habían sido atendidos como ahora”.

Con investigación de Karla Sánchez.

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