Decรญa Almudena Grandes que el centro de Madrid para ella era la Glorieta de Bilbao. Sus cuatro abuelos eran del barrio de Chamberรญ. Madrileรฑa orgullosa, taurina, futbolera, excelente cocinera, matriarca de los suyos y de todos los amigos que caรญan en su รณrbita, generosa y optimista incorregible. Fue rebelde y posmoderna antes de aplicarse con rigor, y con la fuerza de su fe en las buenas historias de amor y de lucha, a escribir novelas rรญo que han arrastrado a millones de lectores. En Brooklyn, en Francia, en Italia, en Buenos Aires quien disfrutaba de un libro de Almudena ya no podรญa renunciar nunca mรกs a su serie de novelas sobre la Guerra Civil, rigurosamente investigadas y fabulosamente inventadas. Persiguiรณ esas historias contadas a veces a media voz y otras narradas en bares entre amigos, historias de guerra y de posguerra que, en los aรฑos de la Movida y de furor nocturno, a nadie interesaban, tampoco a ella.
Pero desde esa niรฑa provocadora y sexi protagonista de La edades de Lulรบ a La madre de Frankenstein, Grandes nunca cediรณ a la tentaciรณn de dar todo por sabido, nunca renunciรณ a transmitir la pasiรณn a sus lectores. Irresistiblemente humana, cercana y verdadera, la ficciรณn para Almudena era un trabajo muy serio y su compromiso era tan real como su sonrisa y sus carcajadas. No habรญa nada impostado en ella. Cuando hablaba de sus principios como escritora contaba que era entonces una madre separada con un niรฑo pequeรฑo, licenciada en Geografรญa e Historia y, aunque trabajaba elaborando las entradas para una enciclopedia, encontrรณ la manera de hacer una novela. Disponer de tiempo no era lo fundamental, porque siempre se pueden robar horas al sueรฑo, lo importante es tener algo que contar y el arrojo de hacerlo. Ella iba sobrada. Escritora cuya compromiso principal era con sus lectores, en un directo y cercano tรบ a tรบ, mรกs allรก de cualquier boato literario, lo mismo puede decirse de su interรฉs por narrar la vida de las mujeres sin teorรญas feministas de por medio. Mucho antes de que la fiebre por la obra de las escritoras inundara las librerรญas, Almudena estaba allรญ hablando de ellas y de ellos, de sexo y de vida, de misterios, de amistad, de encuentros y desencuentros, y mรกs tarde de la Guerra Civil, de exilio, de perdedores y miseria, de la trรกgica historia de Espaรฑa. Su lealtad al editor Antonio Lรณpez Lamadrid y al sello Tusquets fue inquebrantable, mรกs allรก de la muerte, como lo fue a su esposo el poeta Luis Garcรญa Montero, a sus hijos, Elisa, Mauro e Irene y a sus amigos que hoy quedaron huรฉrfanos y hambrientos.
Andrea Aguilar es periodista cultural del diario El Paรญs. Su trabajo tambiรฉn ha aparecido en revistas como The Paris Review, El Malpensante o Reading Room Journal.