Todos hemos visto alguna vez (o varias) un โhaberโ mal escrito en un tuit o un wasap. Confundido este infinitivo con la expresiรณn formada por la preposiciรณn โaโ y el infinitivo del verbo โverโ. O un โporqueโ escrito como conjunciรณn causal cuando deberรญa ser โpor queโ, compuesto por la preposiciรณn โporโ y el pronombre de relativo โqueโ. Son faltas de ortografรญa habituales del espaรฑol en palabras que, aunque se pronuncien igual โlo que los lingรผistas denominan palabras homรณfonasโ tienen un significado y un uso completamente distinto. Faltas que para muchos hablantes que dominan la lengua culta, chirrรญan (y mรกs si proceden de personas pรบblicas a las que se les presupone un cierto nivel ortogrรกfico).
Antes de la llegada de las redes sociales, e incluso antes, con los SMS, que se empezaron a popularizar a comienzos de este siglo โdespuรฉs han caรญdo en desuso sepultados principalmente por WhatsAppโ, no era frecuente que supiรฉramos cรณmo escriben muchas de las personas que nos rodean. O nuestros polรญticos. O nuestros mรบsicos. O esas personas a las que llamamos influencers. O los community manager de las empresas. El lenguaje escrito al que tenรญamos acceso procedรญa en su mayor parte de las cartas del banco, los periรณdicos y revistas โpor entonces con un buen nรบmero de correctores y editoresโ y los libros. Y en todos estos textos se presuponรญa que estaban escritos con la norma ortogrรกfica culta. Un โhaberโ en vez de un โa verโ hubiera hecho saltar la banca (aunque a veces lo hacรญa).
Todo ha cambiado mucho con la irrupciรณn de Facebook, Twitter, Instagram y WhatsApp sobre todo a travรฉs de nuestros telรฉfonos mรณviles. En 2016, Facebook informaba que WhatsApp habรญa superado los mil millones de usuarios activos en el mundo y que se intercambiaban 42.000 millones de mensajes diarios, lo que suponรญa una media de 42 mensajes diarios por usuario (siempre hay algunos mรกs enganchados que otros). Con estos datos, y como muchas veces tampoco elegimos de quiรฉn recibimos los textos โasรญ ocurre con tuits retuiteados por otros, por ejemploโ no extraรฑa que en nuestro timeline se cuele mรกs de un โa verโ mal colocado. O sin ir tan lejos: tildes que desaparecen donde deberรญa haberlas y comas asesinas que brotan entre sujeto y verbo.
Ante esta nueva disyuntiva, los interrogantes son obvios: ยฟPuede generar dudas en un hablante a la hora de escribir el observar continuamente faltas de ortografรญa? ยฟSe estรก produciendo un empobrecimiento del espaรฑol? ยฟQuรฉ hacer al respecto?
Los lingรผistas y preceptores de nuestra lengua llevan un tiempo preocupados por este tema y se han realizado varios estudios de investigaciรณn al respecto. A priori, la conclusiรณn es que no hay que dar la voz de alarma demasiado alto. En tiempos pretรฉritos de las redes sociales, esto es, en 2009, el lingรผista David Crystal publicรณ el libro Texting. The Gr8 Db8 (leรญdo como โTexting, the great debateโ, ya que aรบn era la รฉpoca en la que estaba de moda escribir con acortamientos), en el que preconizaba que la percepciรณn del empobrecimiento ante los textos escritos en estas plataformas no se correspondรญa con la realidad. Ni los errores se suelen trasladar a contextos de escritura formal, como exรกmenes o tareas escolares, ni disminuye la capacidad en lectoescritura de sus usuarios.
Una dรฉcada atrรกs es casi como el paleolรญtico en esta cuestiรณn, pero estudios mรกs recientes ratifican esta conclusiรณn. Asรญ lo estima el trabajo โEscritura ortogrรกfica y mensajes de texto en estudiantes universitariosโ, elaborado en 2015 por la Universidad de Sevilla, y โLa utilizaciรณn de WhatsApp para la comunicaciรณn en titulados superioresโ, de 2017 y realizado por profesores de la UNED, la Universidad de Valencia y la de Alicante. En ambos se determinaba que los textos mal escritos en las redes no producรญan un efecto negativo en el uso de la lengua que podรญan hacer sus receptores. Eso sรญ, con matices.
Como explica Esteban Vรกzquez-Cano, profesor de la UNED y autor de uno de estos estudios, โtodo depende de la edad y del rendimiento acadรฉmico durante su etapa educativa. Hay que diferenciar a una persona que tiene asentada la ortografรญa de otra que no la tiene. A la primera no le va a influir mucho. Y no estรก demostrado que ver faltas de ortografรญa vaya a afectar a su ortografรญaโ.
Su colega Marรญa Teresa Gรณmez del Castillo, doctora en Pedagogรญa, profesora en la Universidad de Sevilla y co-autora del primer estudio insiste en la misma conclusiรณn: โNuestro trabajo demuestra que si conoces la lengua culta, la distingues de la que no lo es y, en principio, segรบn los estudios hasta ahora, no te va afectar ver faltasโ. Para esta profesora la correlaciรณn entre escribir con faltas o sin ellas estriba en el nivel de lecturas que se tenga. โSi alguien no lee, y estamos observando que la pรฉrdida de lectura va en aumento, comete mรกs faltas de ortografรญa, pero de momento no hemos encontrado a nadie que las cometa por lo que lee en las redesโ, seรฑala.
El problema de la ortografรญa es de la educaciรณn
Por tanto, los textos mal escritos no se deben a la influencia de las redes, sino porque el nivel ortogrรกfico que tiene la persona que los escribe asรญ no es alto. Y es un asunto que tiene que ver con la educaciรณn, que los lingรผistas creen que no estรก adaptada, en este aspecto, al entorno digital. โSรญ, es algo que viene de antes. El problema que tenemos es que no existe una enseรฑanza de ortografรญa onlineโ, sostiene Vรกzquez-Cano, que por otra parte sรญ observa que, incluso en aquellos que dominan la ortografรญa estรกn calando faltas como poner un punto despuรฉs de la interrogaciรณn. โLo que se observa es que sรญ se estรกn generalizando esas faltas que parecen mรกs invisiblesโ, ratifica. Y el efecto en las redes sociales es demoledor. โLo vemos hasta en webs de empresas. Y estรก estudiado que una empresa con faltas de ortografรญa vende hasta un 75% menosโ, asegura.
El mayor problema para estos expertos ante la profusiรณn de textos con faltas en las plataformas es que mรกs que hablar de un empobrecimiento del espaรฑol lo que se estรก produciendo es โun relajamiento de la sociedad en general. Ahora no se penaliza tanto el error como antes. Como lo lees y lo entiendes, el contexto no favorece que se sea preciso en la escrituraโ, manifiesta Vรกzquez-Cano. Lo podemos ver en tuits de polรญticos que tienen alguna falta โy no precisamente leveโ y ese tuit continรบa hasta la eternidad. Solo se borra si el contenido no se ajusta a intereses polรญticos. Y los profesores tambiรฉn lo han captado en estudiantes universitarios de mรกster: โEl problema es que si ya escribes mal en las redes eso tambiรฉn va a aparecer en un artรญculo o un texto acadรฉmico. Y sรญ estamos viendo demasiados errores. Hay mucha gente que, por ejemplo, duda de si โcurrรญculumโ lleva tilde o no. Y eso a la hora de escribir un currรญculumโ, aรฑade Vรกzquez-Cano. Por no hablar de abrir las interrogaciones con el signo โยฟโ, que parece que ya ha desaparecido de nuestra lengua escrita, especialmente en redes sociales. โEso es un error en un contexto acadรฉmico. Y viene, en gran parte, por el desconocimiento de la normaโ, apostilla el profesor.
ยฟQuรฉ hacer entonces?
La acciรณn mรกs inmediata que sugieren los estudiosos de la lengua es que desde los colegios e institutos se haga incidencia en la norma ortogrรกfica y en el uso del lenguaje en las redes para que no sea generen dudas a la hora de ver faltas en las plataformas. โSi tienes asentado los โhaberโ y โa verโ, los โvayaโ o โvallaโ etc, sabes que hay una falta, pero tienes que ser constanteโ, comenta Vรกzquez-Cano que, sobre todo, pone el grito en el cielo cuando observa las faltas en la universidad: โYo he levantado la voz porque no se deberรญa permitir que un egresado universitario tenga faltas de ortografรญas. Un mรฉdico en un congreso no deberรญa cometer una falta de ortografรญa. Al final el lenguaje lo hacemos para comunicarnos, pero si la comunicaciรณn tiene errores constantes, y no respetamos unas normas, generamos hasta peligros, como puede suceder en sentencias judiciales con una coma mal puesta. Si lo relajamos todo tanto generamos un problema de identidadโ. En la actualidad un profesor no suspende por faltas de ortografรญa. โEs que tiene que decidirlo la universidad, y ahora mismo no se penalizaโ, se queja Vรกzquez-Cano.
Desde la RAE y la Fundรฉu han pedido ya mรกs esfuerzos en esta cuestiรณn, pero para este profesor โdebe haber un plan desde el Gobierno. Porque parece que todo lo que viene de la RAE estรก un poco fosilizado. Deberรญa haber un plan polรญtico para integrar la enseรฑanza de la comunicaciรณn en los entornos digitales en los estamos. Si de verdad se quiere incidir en la competencia lingรผรญstica deberรญa haber en los institutos un plan de formaciรณnโ. ยฟY si sale algรบn Juan Ramรณn Jimรฉnez que exige su libertad de escribir las palabras con โgโ con โjโ? โSรญ, hay gente que dice que cada uno escriba como quiera. Pero esa libertad puede convertirse en libertinajeโ, zanja el profesor. Del que hace sangrar los ojos.
es periodista freelance en El Paรญs, El Confidencial y Jotdown.