Los hombres se han liado a golpes desde tiempos inmemoriales. Lo han hecho por la defensa de la agricultura, que a final de cuentas fueron las justas por la defensa de la propiedad privada; por la idea retorcida de lo que el poder representa, significa y otorga a ojos de los gobernados; tambiรฉn por razones mรกs sencillas, como ganarse la vida, por gusto y obtener prestigio, ser el dรฉbil (aunque en un principio nadie quiera hacer este rol), o ser aquel que logra poner los puntos sobre las รญes.
Esto รบltimo es lo que hacen los peladores del presente. Arrebatados por la idea de una trascendencia oblicua y canรณnica (que se construye antideportiva), representan el imago romano de la jurisprudencia y legalidad patricias, a partir del aquรญ y el ahora quieren ser explicados por su estilo, forma y fondo bajo los signos de un arte del boxeo, y de la historia del boxeo, que no es sino la suma de procesos inevitablemente puestos en marcha por sus propios genios (dรญgase Floyd Mayweather jr.)
Ambos peladores son gloriosos al pisar el encordado. De entrada muestran a la รฉlite del deporte que estรกn ahรญ por las razones que sean. Y de entrada tambiรฉn muestran a los plebeyos que estรกn ahรญ por sus mรฉritos deportivos. Y lo creemos, la mayorรญa de las veces. Lo que resulta descorazonador es que en muchas ocasiones los peleadores llegaron por motivos extraboxeo. Pesos pactados, aunque permitidos, por ejemplo (soy de la idea de que estas soluciones pueden ofrecer espectรกculos รบnicos); vรฉase tambiรฉn el rechazo del cinturรณn manufacturado con arte wirrรกrika que sirve de manto para pagar cuotas discursivas: hoy un hombre pelirrojo y carismรกtico ejerce el gozo del ius connubii, ius commerci, ius actionis.
Saรบl el โCaneloโ รlvarez es un patricio en el desierto de la รฉlite.
Julio Cรฉsar Chรกvez junior es el exiliado que no podrรก volver con los suyos.
La historia que se relata en el boxeo poco ayuda a tejer el entendimiento de aquello que los aficionados pretendemos construir en tierra mรกs firme. Las reliquias que conforman esta narraciรณn en nuestro presente constituyen parte del foco perfectamente reconocible al que apuntan los medios de comunicaciรณn y los negocios: construir historias veloces y veraces, construir figuras hechas a base de carne y sangre que estรฉn dispuestas a desangrarse por nada (o por millones de dรณlares); construir historias subalternas en la que los derrotados de antemano, los derrotados y posderrotados, formen parte del escalรณn macizo pero deforme que lleve al peleador en turno a la punta de la pirรกmide.
ยฟCuรกntas veces no hemos leรญdo el argumento de esta ficciรณn? ยฟDe quรฉ otra manera podemos argumentar que los peleadores de hoy no son sino objetos anacrรณnicos de las comisiones, confederaciones, consejos, asociaciones de boxeo, o en el peor de los casos, de sus propios familiares? La totalidad de las fotografรญas y/o selfies tomadas, la totalidad de los golpes lanzados en un episodio multiplicados por doce, la totalidad de los ingresos por las entradas pagadas, la totalidad de las pantallas encendidas en Rusia, Inglaterra, Estados Unidos, Mรฉxico, se suman para llegar a la cifra de la eternidad imperfecta. Los peleadores son sรณlo una parte del entramado del lenguaje neoliberal en el deporte.
Saรบl el โCaneloโ รlvarez pretende ir a contrapelo de su indiferencia por el otro. โHumildeโ, no olvida a sus cercanos โhuicholesโ que le confeccionaron el manto de miles de chaquiras unidas a sus ropas.
Ese otro que es el otro, Julio Cรฉsar Chรกvez junior, รฉlite desde las entraรฑas, quiere desde ya su rostro en cera para el museo de los inolvidables.
Y ambos lo han logrado: exponerse al peligro de los puรฑos y los golpes, elegir el entrenamiento deportivo como variante del ejercicio intelectual tambiรฉn requerido para subirse a un ring, cabalgar como los hermosos caballos que son sobre las piedras para romperse los cascos y no detenerse. รlvarez y Chรกvez junior son todos los hombres que se han liado a golpes desde tiempos inmemorables. Representan a los Pacquiao, a los Golovkin, a los Mayweather, a los Clay, a los insobornables prospectos, โCaneloโ y โJulitoโ son ahora de la misma estirpe, sรณlo que al primero le alcanzarรก el tiempo para intentar subir el siguiente escalรณn amorfo de la pirรกmide, y al segundo, el hijo del รญdolo mexicano, se le acabรณ la carrera en un impasse que para รฉl, por desgracia, debiรณ haberse resuelto quizรก cinco aรฑos atrรกs.
Asรญ son las historias y subhistorias de este deporte, maltratan con fuerza al derrotado para vaciar sobre รฉl todo el yeso de la historia. El rostro de Chรกvez junior estรก en el cielo de los que miran a la historia desde la justicia y la estรฉtica, a diferencia de los puรฑos de รlvarez que se mantienen aรบn vigentes con nosotros. Los tiempos obtusos y caรณticos que vivimos pueden hacer que el rostro del โCaneloโ se borre, es un riesgo, y รฉl mejor que nadie lo sabe.
Es editor de La Dulce Ciencia Ediciones www.dulceciencia.com, el รบnico sello dedicado al mundo del boxeo en el mundo.