Ilustración: Letras Libres

La cultura en la Cumbre de América del Norte: ni una visita al museo del mamut

Fuera de algunas declaraciones rimbombantes, la cultura y la necesaria discusión sobre las industrias del sector en el marco del T-MEC estuvieron ausente en la décima Cumbre de Líderes de América del Norte.
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La agenda cultural no figuró en la décima Cumbre de Líderes de América del Norte, suscribientes del T-MEC. El encuentro entre Joe Biden, Justin Trudeau y Andrés Manuel López Obrador se concentró en los seis temas previstos: diversidad e inclusión; medio ambiente; competitividad ante el resto del mundo; migración y desarrollo; salud y seguridad común. Tampoco se abordaron cuestiones mucho más apremiantes, dejándolas para otros foros: la extradición a Estados Unidos de Ovidio Guzmán, las violaciones de México en materia energética que benefician a la CFE y a Pemex, el proteccionismo estadounidense, la destrucción ambiental y la violación a los derechos de las comunidades indígenas por parte de las mineras canadienses en México.

Esa ha sido la tónica desde las negociaciones que concluyeron con la firma del TLCAN que entró en vigor el 1 de enero de 1994. México no buscó en ese momento la “excepción cultural” que protegiera al sector, y tampoco lo hizo para el T-MEC suscrito el 30 de noviembre de 2018. Tanto el entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes como la actual Secretaría de Cultura desempeñaron funciones ornamentales. Más grave es en el caso de la SC, dada la experiencia acumulada en los 24 años transcurridos entre la firma de ambos tratados. Mientras, Canadá protegió ese frente desde el comienzo e inclusive ha ampliado la protección.   

En el T-MEC, Canadá consiguió la excepción cultural, establecida en el artículo 32 y planteada en tres niveles: las industrias, los servicios y el espacio de protección. En el nivel industrial, protegió los ámbitos editorial, musical, audiovisual, de televisión abierta, por cable y telecomunicaciones. A consecuencia del creciente desarrollo tecnológico, incluyó al sector de los servicios culturales a través de las redes y plataformas. Y en el espacio de protección dio prioridad a sus llamadas “primeras naciones”: identidades, lenguas y culturas.

Durante el gobierno de López Obrador, los productores de cine mexicano independiente han planteado en dos ocasiones el incremento del porcentaje de la proyección de las películas nacionales al que están comprometidas las grandes cadenas –que en la actualidad es del 10% y que se ha vuelto una de las principales causas de que los filmes permanezcan enlatados– con la expectativa de subirlo al 15%. La Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas presentó en 2019 a la Cámara de Diputados una iniciativa que abordaba este y otros aspectos. En 2021 hizo lo propio ante la Cámara de Senadores. Es, por cierto, la industria cultural más comprometida con sus causas.

A fines de 2022, el IMCINE aseguró que había entregado una tercera iniciativa ante la Cámara de Diputados, aprobada por la Consejería Jurídica de la Presidencia. La Cumbre era el momento para posicionar la discusión. La pregunta es ahora si, al igual que con la reforma energética, el gobierno y su partido buscarán modificar una legislación que apunta en sentido opuesto a lo suscrito en el T-MEC para tratar de resolver las diferencias en un panel de controversia, o se quedará otra vez a la mitad del trayecto legislativo. Aun así, México no habrá avanzado en el resto de las industrias, servicios y espacios de protección contemplados por Canadá, limitándose a la industria cinematográfica. 

Rimbombantes, los tres mandatarios incluyeron en la declaración trilateral la promoción “de soluciones innovadoras y sostenibles” que honren y fomenten “el conocimiento tradicional” en asociación con los pueblos indígenas, dándole prioridad a las niñas y las mujeres. Este planteamiento tiene el sello de la 4T ante el cual los otros socios comerciales no habrían presentado reparos por considerarlo inocuo. Mientras, en el contexto de su compromiso con la igualdad, que brinde a las comunidades marginadas oportunidades de participación, exhortaron a la defensa de los derechos civiles, la justicia racial y la comunidad LGTBQ+.

En tanto, Biden y AMLO, en su pronunciamiento conjunto, hicieron un cántico a la libertad de fe, de prensa y de expresión, bases de la democracia, y al respeto a la ley y a las costumbres de los pueblos de ayer y hoy. Para ambos mandatarios, la familia nos completa, nos da refugio ante las penas y fortaleza ante las pruebas de vida, convirtiéndose en “la principal institución de seguridad social”. La pobreza, aseguraron, no es un designio de dios, sino que es causada por la desigualdad, por lo que ambos se esfuerzan para mejorar la vida de los demás. Una suerte de Make T-MEC Great Again, de proclama de la Pachamama, de encíclica región 4.

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Justin Trudeau aprovechó su pronunciamiento conjunto con el Ejecutivo de México para enviar una señal a sus compatriotas relativa a las nuevas políticas ante los infantes de las “primeras naciones”, que fueron separados de sus familias y recluidos en internados católicos, donde fueron víctimas de maltratos, agravios y abusos sexuales, sucesos que una Comisión de la Verdad y Reconciliación calificó en 2015 de “genocidio cultural” y cuyas primeras denuncias se remontan al menos hasta 1998. Por ello, uno de los nueve “pilares” de la declaración conjunta entre Trudeau y López Obrador fue la “reconciliación con los pueblos indígenas”. Para ello, el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas y el Crown-Indigenous Relations and Northern Affairs Canada suscribieron un “memorándum de entendimiento”, que fue en realidad una renovación, con el propósito de concretar una “cumbre”, entre ambos países.

No faltó en Palacio Nacional el “Fandango por la Lectura”. Ante estudiantes de secundaria pública, la lectura estelar correspondió a Jill Biden, quien leyó unos versos en inglés. Le hicieron tercio lectores entusiastas con poesía de Rubén Bonifaz Nuño, por el centenario de su nacimiento. Ada Limón, National Book Critics Circle Award for Poetry de Estados Unidos, leyó su poesía en inglés y escuchó las traducciones al español. Leyose también poesía en purépecha, náhuatl y mixteco. Al “acto de belleza lingüística valiosísimo” lo acompañó el Ballet Folclórico de Amalia Hernández, el mariachi de la Secretaría de Marina y la banda Santa Cecilia, oriunda de Los Ángeles. El INBAL aportó. En su Twitter anunció una colaboración con Canadá para “fortalecer los procesos dictatoriales no coloniales”. Luego corrigió: “curatoriales”.

Ni Biden ni Trudeau tuvieron tiempo para visitar el Museo del Mamut en el AIFA.~

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Es autor del libro digital 80 años: las batallas culturales del Fondo (México, Nieve de Chamoy, 2014), de Política cultural, ¿qué hacer? (México, Raya en el Agua, 2001, y de La palabra dicha. Entrevistas con escritores mexicanos (Conaculta, 2000), entre otros. Ha sido agregado cultural en las embajadas de México en la República Checa y Perú y en el Consulado General de México en Toronto.


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