El problema es la inevitable comparaciรณn entre gigantes. Desde 2006, Leo Messi ha ganado cuatro Champions League. Las mismas que el Bayern de Munich, el Milan, el Manchester United y el Chelsea juntos en ese mismo perรญodo… pero ni una mรกs que Cristiano Ronaldo. De igual modo, ha ganado cinco Balones de Oro, dos mรกs que Cruyff y Platini, tres mรกs que Beckenbauer o Ronaldo Nazario… pero de nuevo los mismos que Cristiano, su gran nรฉmesis.
Esta igualdad absoluta en grandes trofeos individuales y colectivos, junto a las estratosfรฉricas cifras goleadoras del portuguรฉs alimentan un debate que es falso desde su raรญz: a Messi no se le puede comparar con nadie por goles, por asistencias ni por partidos ganados o perdidos. Todo eso cuenta e incluso en esa comparaciรณn estรก como mรญnimo empatado arriba del todo, pero no es lo รบnico. Pongamos como ejemplo la enรฉsima demostraciรณn del argentino en el Santiago Bernabรฉu en la vรญspera de Navidad: su equipo ganรณ 0-3, รฉl apenas corriรณ, apenas participรณ… pero cada vez que lo hizo, resultรณ decisivo.
Por ejemplo, en el primer gol, su sola presencia hizo que la defensa madridista equivocara la marca y permitiera a Rakitic avanzar con el balรณn por un pasillo improbable y filtrar el pase a Luis Suรกrez para que el uruguayo marcase. Del segundo gol, lo menos destacable es el penalti anotado. Hay que quedarse con la jugada entera: Messi recibe en su posiciรณn favorita, en dos tercios de cancha y bien centrado. Empieza uno de sus muy criticados trotes cuyo รบnico fin es distraer a la defensa de nuevo y permitir que Suรกrez inicie el desmarque por la izquierda. Cuando el delantero ya tiene la ventaja, Leo mete el balรณn justo entre dos defensas madridistas y directo a la pierna de su compaรฑero, que dispara contra el portero local. El rechace va de nuevo a Messi, que vuelve a buscar a Suรกrez, aunque esta vez el disparo vaya al poste y ya a la tercera, las manos de Carvajal, la roja, el penalti y el gol.
ยฟY quรฉ decir del 0-3? Messi gana 0-2 en campo de su mรกximo rival, lleva noventa minutos de partido en las piernas y aรบn tiene ambiciรณn para luchar por salvar un balรณn, evitar el fuera de banda, dejar en el suelo a Marcelo, perder una bota y, pese a todo, meterse en el รกrea, centrar hacia atrรกs y observar cรณmo Aleix Vidal aprovecha su asistencia para rubricar la goleada. Ese es el Messi de los resรบmenes, el Messi de las portadas, el Messi de las estadรญsticas… y por maravilloso que resulte, ni siquiera es el mejor Messi ni el que mรกs se deberรญa valorar.
Porque lo definitorio del argentino, lo que evita cualquier comparaciรณn con cualquier jugador de la historia, es la rutina. Su capacidad para entender las jugadas simples sin necesidad de complicarlas. El pase al primer toque, el cambio de orientaciรณn, el balรณn vertical que rompe una lรญnea en dos segundos… todo eso estรก pasando a cada minuto. Eso es lo que provoca el pรกnico rival, es lo que explica que el Kovacic de turno prefiera no perder de vista la marca de Messi por mucho que eso suponga que Rakitic se plante solo en la frontal del รกrea. Todo es un mal menor comparado con Leo, incluso el gol cantado en contra.
Messi puede dominar el tiempo de un partido como Xavi, puede repartir pases y liberarse de rivales como Iniesta y puede marcar tantos goles o mรกs que Cristiano Ronaldo. Puede incluso dedicarse a mandar alley-oops a lo Magic Johnson, como aquel 2015 en el que el Barรงa ganรณ su segundo triplete. Eso no dice nada malo de ninguno de los tres jugadores mencionados pero sรญ dice mucho en favor del argentino. Tras la victoria, la sรฉptima en las รบltimas diez ligas para el Barcelona en el Bernabรฉu, quedan los de Valverde con nueve puntos de ventaja sobre el Atlรฉtico de Madrid, once sobre el Valencia y catorce ya sobre el Madrid, que parecen decisivos por mucho que los de Zidane lleven un partido menos.
En caso de acabar ganando el campeonato, serรญa el noveno para Messi, logrados con hasta cinco entrenadores diferentes โRijkaard, Guardiola, Vilanova, Luis Enrique y Valverde-. Puede que en los fogonazos haya otros jugadores a su altura, pero en la regularidad destaca por encima de todos. Aรฑo tras aรฑo tras aรฑo y eso que aรบn tiene solo treinta, que, visto lo visto en el deporte profesional, parecen incluso pocos.
Por su parte, al Madrid le esperan dos semanas sin competiciรณn que se harรกn largas, aunque con una Liga, una Champions y un Mundial de Clubes reciรฉn ganados, estas crisis deberรญan de hacerse mรกs llevaderas. A Zidane le lloverรกn las crรญticas por dejar a Isco en el banquillo y probablemente con razรณn. El experimento de Kovacic le funcionรณ de maravilla en la Supercopa pero no asรญ en Liga, donde el croata estuvo perdido durante todo el partido, sin saber si debรญa presionar a Busquets, a Rakitic o a Messi. Seguirรกn los debates porque los debates en el Madrid nunca acaban, sobre todo con Benzema de por medio, pero al fin y al cabo estamos hablando de un club que cada aรฑo piensa exclusivamente en una sola competiciรณn: la Champions… y mientras en esa competiciรณn estรฉ vivo, por mucho Parรญs Saint Germain que se ponga delante, el puesto de Zidane estarรก asegurado.
Ahora bien, que tengamos que aclarar algo asรญ tratรกndose de un hombre que ha ganado dos Champions en los poco menos de dos aรฑos que lleva en el cargo tiene un punto irreal. En este fรบtbol bulรญmico, nada es suficiente.
(Madrid, 1977) es escritor y licenciado en filosofรญa. Autor de varios libros sobre deporte, lleva aรฑos colaborando en diversos medios culturales intentando darle al juego una dimensiรณn narrativa que vaya mรกs allรก del exabrupto apasionado.