A pesar de las curvas que no se aplanan, la torpeza gubernamental, el conteo de infectados, la deforestaciรณn del Amazonas y hasta las fake news sobre animales que recolonizaron sus antiguos hรกbitats, durante estos meses ha habido algunos goces. Quizรก goce es la palabra incorrecta: solaz, respiro, parรฉntesis. Ejemplo: me avergรผenza admitir que, antes de empezar la cuarentena, era capaz de arruinar hasta unas quesadillas. Despuรฉs de dos meses de encierro, y tras una oprobiosa cantidad de platillos repulsivos, he preparado pastas, sopas y estofados, algunos de ellos comestibles. Me enorgullezco, sobre todo, de la esponjosa suavidad de mis omelettes. Solo me tomรณ alrededor de veinte intentos conseguir una decente.
Mรกs allรก de la cocina, una fuente constante de alegrรญa ha sido sembrar. En el cuarto de mi hija hay dos macetitas con plantas de frijol y en la sala han empezado a germinar jitomates. No tuve รฉxito con el pepino y el pimiento, pero no me doy por vencido: cada maรฑana reviso las macetas vacรญas para ver si encuentro un tallo saliendo de entre la tierra. Ver algo crecer comprueba, por supuesto, que no estamos viviendo en el dรญa de la marmota, pero es mรกs que eso: es un acto de cordura. Cuidar aquello que depende de mรญ es lo opuesto a abrir redes sociales y derramar bilis con las noticias. Procuro lo que puedo procurar. Arreglo lo poquรญsimo que puedo arreglar.
No es difรญcil repetir esa sensaciรณn de responsabilidad insular en el universo virtual. El propรณsito de muchos videojuegos es que algo crezca gracias a nuestro esmero. No sorprende que la รบltima iteraciรณn de Animal Crossing haya roto rรฉcords durante la cuarentena, y menos si tomamos en cuenta que transcurre en โtiempo realโ: al sembrar un รกrbol de naranjas, por ejemplo, tenemos que esperar dรญas para verlo crecer. Animal Crossing, como indica esta reseรฑa, exige paciencia: nada pasa de un instante a otro. Y eso, dadas las circunstancias, explica su รฉxito: no queremos un divertimento que nos enganche por media hora sino por semanas o meses.
Como no tengo Nintendo Switch he tenido que probar otros juegos mรกs o menos similares. Uno de ellos ha sido Banished, en el que controlamos a un grupo de exiliados en el pasado distante, guiรกndolos a construir un pueblo autosustentable. Tambiรฉn he vuelto a jugar Skylines, una versiรณn depurada de Sim City, el ya clรกsico juego de simulaciรณn en el que construimos ciudades. Ambos me remiten a la siembra. Asรญ como hay dรญas en los que debo mover las macetas de los frijoles, cortar un tallo que se secรณ o regar porque el dรญa anterior se me olvidรณ, en Sim City necesito ajustar el presupuesto, demoler edificios imposibles de costear o instalar servicios para mejorar la calidad de vida de ciertas zonas. El resultado, si nos esforzamos, es una urbe saludable. Y, a diferencia del mundo real, el bienestar de ese sitio solo depende de nosotros.
Si buscamos experiencias menos reconfortantes, Plague Inc ofrece una simulaciรณn apropiada para la coyuntura actual. Estrenado en el 2012, este modesto videojuego nos permite crear nuestro patรณgeno โya sea bacteria, virus, hongo, parรกsito o prionโ, darle un nombre, elegir el paรญs de origen para su paciente cero y, mรกs adelante, fortalecerlo para que sea mรกs difรญcil de analizar, mรกs infeccioso y letal. A pesar de su aparente simpleza, el juego es sorprendentemente variado y adictivo. Y, a diferencia de Animal Crossing, Plague Inc requiere de nuestra total atenciรณn: no pasan diez segundos sin que debamos interactuar con la pantalla, ya sea para recibir informaciรณn u obtener puntos para refinar al bicho. El objetivo es aniquilar a la raza humana antes de que la World Health Organization, en colaboraciรณn con los paรญses infectados, encuentre una vacuna. Es extraรฑamente agradable ver cรณmo el mapa cambia a medida que el patรณgeno invade paรญses enteros, primero dejando un par de puntitos rojos cuando la enfermedad traspasa sus fronteras, hasta que todo Rusia, Australia o Canadรก aparecen como territorios de ese mismo color. El proceso de dispersiรณn del virus (o bacteria u hongo o parรกsito) es tan realista que el Centers for Disease Control and Prevention (o CDC) incluso entrevistรณ al creador del videojuego en el 2013.
Si bien es imposible jugar Plague Inc sin pensar en el coronavirus, su dificultad me dio esperanza: hasta ahora no he podido crear una sola bacteria capaz de arrasar con el planeta. Tarde o temprano, el mundo siempre encuentra una forma de detenerme. Y eso, para ser honesto, es aรบn mรกs reconfortante que ver una ciudad crecer, atender una islita o plantar frijoles.
Coeditor del sitio de internet de Letras Libres. Autor de Tenebra (Seix Barral, 2020).