Lloviendo sobre el desfile II

La crisis europea no está resuelta y pronto volverá a ser un tema importante la salida de Grecia de la eurozona.
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Dada la enorme deuda tanto estadounidense como europea, ambos bancos centrales parecen dispuestos a tolerar algo de inflación. Sin embargo, hay dos condiciones que hacen difícil que esta estrategia funcione. Primero, el envejecimiento de la población (más en Europa que en Estados Unidos) hace que las familias estén mucho más preocupadas al ver que su retiro se aproxima. Eso es exactamente lo que pasó en Japón cuando en los noventa las tasas de interés se redujeron a cero, haciendo que millones de retirados recortaran fuertemente su consumo al sentir que se veían forzados a aumentar su ahorro para compensar la caída de rentabilidad. Segundo, la condición estructural del desempleo. La economía estadounidense produce hoy más de lo que generaba antes de la crisis, pero lo hace con cinco millones menos de empleados. Las cifras de desempleo de agosto mostraron que por cada persona que consiguió trabajo, cuatro salieron del mercado laboral. Más gente de la que consiguió trabajo entró al programa de food stamps (subsidio de alimentos para gente pobre) y muchos de los empleos que desaparecieron jamás regresarán. En esas condiciones, es difícil pensar en consumo, más cuando un nuevo gobierno de Obama implicaría mayores impuestos para la clase media (recordemos que el 1% más rico ya paga 37% de la recaudación total de impuesto sobre la renta). Tres cuartas partes del déficit fiscal del año pasado fueron financiadas directamente por la Reserva Federal, pero algún día (que ciertamente hoy no parece cercano) tendrá que parar, e incluso revertirse, ya sea porque la inflación asome su horrible faz o porque pierda credibilidad el dólar dada su abundancia.

Los 5.2 millones de millones de dólares de déficit fiscal acumulados por los “estímulos” del gobierno de Obama entre 2009 y 2012, tendrán que salir de algún lado y no hay muchas opciones para financiarlos. El endeudamiento que se ha asumido en este gobierno equivale a una carga de 55 mil dólares por familia. El Tesoro estadounidense tendrá que emitir cuatro billones (millones de millones) de dólares de bonos este año. En este momento emite a plazos cortos y a tasas muy bajas, pero en algún momento podría enfrentar un costo financiero colosal si las tasas se elevan en los próximos años (el costo anual aumenta alrededor de 150 mil millones de dólares por cada punto porcentual; si se elevaran cuatro puntos  -lo cual las dejaría todavía muy por debajo del costo histórico promedio- equivaldría a la totalidad del presupuesto militar), pues el total de deuda equivale a 100% del PIB (sin contar la posible federalización de deuda estatal y municipal, ni las contingencias asumidas por los planes gubernamentales como Medicare, Medicaid, pensiones del Seguro Social y otros).

Si los mercados reaccionaron en forma positiva, al menos una parte de esa reacción proviene de la certeza de que la nueva liquidez tendrá, al menos en parte, que estacionarse en los diferentes mercados de activos. Además, la reciente alza en el precio de activos denominados en euros ha provocado una masacre entre los inversionistas más agresivos (muchos hedge funds) que habían apostado a la inminente debacle de bonos españoles.

En mi opinión, hay detalles de los recientes eventos que no han sido del todo incorporados. Sí, el Banco Central Europeo ayudará a aquellos países que lo soliciten. Esa “condicionalidad” es indispensable para asegurar el apoyo alemán. Sin embargo, para el gobierno de Rajoy la entrada de España a este programa impondría restricciones similares a las que tendría un rescate del Fondo Monetario Internacional y sería sinónimo de una dolorosa y potencialmente insalvable derrota política.

La otra gran noticia de la semana, la aprobación del fondeo alemán para el Mecanismo Estructural Europeo (MEE) por parte de la corte constitucional alemana, contiene dos elementos de evidente pero ignorada importancia. Primero, la corte limitó la participación alemana a 190 mil millones de euros. Esa es una cantidad relevante, pero insuficiente. Fue determinada calculando que la colaboración alemana en el MEE fuese exactamente proporcional al peso del PIB alemán dentro del PIB de la eurozona. Adicional a ello, Italia y España, dos de las economías más grandes de la unión monetaria, no están en condición de dar. ¿Quién aportará la diferencia?

La segunda restricción es aún más importante. La corte constitucional dijo en su dictamen que: “Como representantes electos por el pueblo, el Bundestag debe retener el control de decisiones presupuestales fundamentales, incluso en un sistema de gobierno intergubernamental”. Básicamente emitieron un fallo en contra de cualquier posibilidad de que Alemania sea parte de una unión fiscal europea, a no ser que previamente se reforme la constitución, para lo cual se tendría que hacer un referéndum nacional. 

Una vez más, mientras más tiempo pase y más inmersa esté Alemania en la recesión, menos probable será que el pueblo alemán empeñe su futuro por rescatar a pueblos a los que perciben como haraganes y poco dispuestos a la austeridad que se requieren para recuperar competitividad. Desafortunadamente, la agresiva política monetaria que están siguiendo ambos bancos centrales resultará infructuosa si no se acompaña por una política fiscal inteligente que haga al menos posible vislumbrar un futuro en el cual el endeudamiento gubernamental esté bajo control. En el corto plazo, la enorme emisión monetaria solo logrará que tanto euro como dólar compitan por ver qué moneda es más débil, ganando marginalmente competitividad en los mercados comerciales internacionales. Sin embargo, esa inercia durará poco pues estamos en medio de una economía global que gradualmente se detiene.

Si consideramos que desde que empezó la crisis en 2008 un tercio del crecimiento económico mundial fue generado por China, y que esta economía da claras muestras de una inoportuna desaceleración que podría acentuarse después de que se celebre la XVIII Convención del Partido Comunista Chino en octubre, probablemente estaremos inmersos en un entorno global con grandes cantidades de capacidad ociosa instalada, baja demanda y presión deflacionaria. Ese entorno afectará a países como Brasil, Australia y Canadá, que se han beneficiado de exportar materias primas industriales a China; y afectará también a la economía de Japón y a las del sudeste asiático que en la última década se volcaron a ser proveedores de China, en vez de hacerlo a Estados Unidos y Europa.

Pronto volverá a ser un tema importante la salida de Grecia de la eurozona. La fragilidad política del país hará difícil que, en caso que la Troika decida desembolsar los siguientes 31,500 millones de euros de ayuda, el pueblo griego esté dispuesto a someterse a la siguiente ronda de austeridad. La economía griega decrecerá 7% este año y quizá 8.5% en 2013. Para llegar a las metas fiscales propuestas tienen que estar dispuestos a recortar el pago de pensiones a burócratas retirados, dado que dos tercios del déficit fiscal primario (es decir, sin incluir el costo financiero de la deuda pública) proviene del inflado pago de pensiones gubernamentales. Pero, recortarlas significaría condenar a cientos de miles de familias al hambre.

Independientemente del costo de la salida griega, que la revista The Economist estima en 320 mil millones de euros (un tercio de este pagado por Alemania), se especulará con el posible contagio a otros países que se verían forzados a ingresar en el programa de rescate de Draghi, disparando todo tipo de problemas políticos y de implementación al hacerlo. Uno inconveniente no menor es la preocupación de que si el BCE compra bonos en forma masiva de algún país en problemas, quienes hoy tienen bonos de esas mismas emisiones se van a la cola en caso de un default, cobrando hasta después que lo haga el banco.

La crisis europea no está resuelta. Si la economía estadounidense no presenta nuevos síntomas de aquí al seis de noviembre cuando ocurran las elecciones presidenciales, las probabilidades de reelección de Obama se incrementan exponencialmente. La celebración de los mercados financieros probará ser efímera. Siento mucho estar presagiando que va a llover sobre el festejo.

 

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Es columnista en el periódico Reforma.


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