Bancarizar

A la banca, el fisco, la policía y Gobernación les parece ideal bancarizar a todos. No a los millones de mexicanos que perderían con eso.
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Durante mucho tiempo, el negocio de la banca fue prestar dinero y cobrar intereses. Un negocio redondo porque el dinero prestado era de los clientes, a los que no pagaba por depositarlo.

Había pocos cuentahabientes, la banca era elitista. Ignoraba a quienes no fueran sujetos de crédito, por ejemplo: las mujeres. El país estaba poco bancarizado, y eso se consideraba ideal.

El ideal cambió de un extremo al otro. Ahora más de la mitad de los mexicanos tiene cuenta o tarjeta, y parece poco. Se habla de bancarizar a toda la población, de que desaparezca el uso de dinero en efectivo. ¿Por qué? Porque la banca descubrió un negocio más redondo, y sin el riesgo de los créditos incobrables: cargar servicios a sus clientes por esto y por aquello.

La banca se islamizó. En el Corán está prohibido prestar con interés. Para eludir la prohibición, los bancos musulmanes inventaron el cobro de servicios, en vez de intereses, a los solicitantes de crédito.

En México, la inventiva para cobrar servicios bancarios (además de intereses, elevadísimos en las tarjetas) produjo una lista casi cómica: por abrir cuenta de cheques, por no tener suficiente dinero en la cuenta, por hacer demasiados cheques, por cheques certificados o de caja, por seguros contratados a fuerza, por domiciliación de pagos, por estados de cuenta impresos, por obtener una tarjeta de crédito, por usarla para retirar efectivo, por pedir aclaraciones, por reposición de tarjeta, por comprar o vender dólares, por abrir cuentas de inversión, por contratar créditos hipotecarios, por avalúo de la propiedad hipotecada, etcétera.

Para modernizar sus sistemas de cómputo, defenderse contra el jaqueo y someterse a requerimientos (por ejemplo, contra el lavado de dinero), la banca se complicó, a costa de sus clientes. Les impuso protocolos para identificarse, aportar documentación y firmas, tener paciencia cuando “no hay sistema” o “todavía no se autoriza”, ya no se diga para recuperar una tarjeta que se tragó el cajero.

A tales maravillas invita a la población no bancarizada, inclusive niños (cuentas kid). Acosa con llamadas para ofrecer tarjetas, créditos, seguros. Pone trancas en las puertas de salida. Para cancelar una cuenta, hay que dar vueltas y más vueltas.

El ideal bancarizante favorece a los que sueñan con extender su control de la población: el fisco, la policía y Gobernación.

El fisco arguye que pocos mexicanos pagan impuestos. Es falso: No hay consumidor que no pague el IVA. También los impuestos tartufos que cobra el fisco dándose golpes de pecho; no por recaudar (naturalmente), aunque recaudan millones, sino para defendernos del tabaco, el alcohol y el azúcar.

Es verdad que pocos mexicanos presentan declaraciones de impuestos, aunque todos los pagan (y sin deducciones) indirectamente. Pero obligar a que las presenten los asalariados (gravados en la nómina) y los microempresarios (gravados con otros impuestos) costaría mucho en trámites y recaudaría poco en impuestos adicionales.

Los trámites son aplastantes cuando se opera en pequeño. Los legisladores no distinguen entre mosquitos y elefantes. Los trámites que irritan a los elefantes matan a los mosquitos. Prefieren sobrevivir pagando extorsiones a las autoridades que llenar formas que no entienden para declarar cinco centavos.

Bancarizar a todos converge con el ideal, igualmente bello y poco práctico, de formalizar toda la economía. ¿Cómo exigir a los funcionarios corruptos que den recibos deducibles y presenten declaraciones de sus ingresos ilegítimos?

La policía ficha a toda la población en los Estados totalitarios, ante todo para hacerle sentir que está bajo control. Y en las series de televisión se ve la búsqueda rápida de personas fichadas a partir de huellas digitales o rastros de ADN. Dada la frecuencia con que los criminales son o han sido policías, tendría sentido fichar a los policías, políticos y altos funcionarios, no a toda la población.

Gobernación lleva sexenios tratando de fichar a los mexicanos. A partir del Registro Federal de Contribuyentes, inventó la CURP (Clave Única de Registro de Población) totalmente innecesaria. Soñó con empadronar a los niños desde que nacen. Ahora quiere incorporar las fotos del Registro Federal de Electores a la CURP. A ver qué pide a la población bancarizada para enriquecer su duplicación de funciones.

A la banca, el fisco, la policía y Gobernación les parece ideal bancarizar a todos. No a los millones de mexicanos que perderían con eso.

 

Publicado en Reforma el 29/XII/2019.

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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