Foto: Fernando Braulio Del Prado Monroy, CC BY 3.0, via Wikimedia Commons

Amparar la libertad

El poder quiere asfixiar a la criฬtica. La Corte deberaฬ defenderla.
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La Suprema Corte de Justicia estรก cumpliendo con su responsabilidad histรณrica de salvaguardar el orden constitucional violado por el “Plan B”, que imposibilitarรญa las elecciones libres. Aunque faltan otras resoluciones, la democracia mexicana resiste.

Pero ninguna democracia sobrevive sin libertad de expresiรณn. Y en Mรฉxico esa libertad estรก en entredicho por el hostigamiento diario del presidente contra sus crรญticos, hostigamiento violatorio de varios derechos constitucionales. Tarde o temprano, los agraviados podrรกn defenderse en los tribunales. Algunos lo han hecho ya. Y es previsible que los juicios terminen en la Corte.

Entre tanto, vale la pena que los ministros recuerden el conflicto entre poderes que se suscitรณ en torno a un atropello a la libertad de expresiรณn a principio de 1931. La Corte fue sumisa al Ejecutivo, pero hubo un solitario ministro, Alberto Vรกsquez del Mercado, que prefiriรณ la renuncia a la ignominia.

Eran los tiempos del “Jefe Mรกximo”, Plutarco Elรญas Calles, y el presidente Pascual Ortiz Rubio. “Acรก vive el presidente โ€“se decรญa, seรฑalando el Castillo de Chapultepecโ€“, pero el que manda vive enfrente”.

Luis Cabrera, veterano de la Revoluciรณn, pronunciรณ en la Biblioteca Nacional la conferencia “El balance de la Revoluciรณn”. Su veredicto era veraz y doloroso: “la Revoluciรณn no ha resuelto ninguno de los problemas polรญticos del paรญs”. La prensa oficialista y la plana mayor del partido oficial se lanzaron contra รฉl. El presidente Ortiz Rubio lo llamรณ “ave agorera al servicio de la reacciรณn […] vendido a los enemigos […] escoria de la Revoluciรณn”.

Finalmente, a principio de mayo el coronel Carlos Riva Palacio, secretario de Gobernaciรณn, dio la orden de detener a Cabrera y expulsarlo a Guatemala. De nada sirvieron los dos amparos promovidos en juzgados federales.

El 12 de ese mes el tema llegรณ al pleno de la Corte. Vรกsquez del Mercado โ€“uno de los ministros mรกs jรณvenes de la historia de Mรฉxico, nombrado en 1928 a los 35 aรฑosโ€“ propuso acordar la separaciรณn inmediata de las autoridades responsables por desobedecer los mandatos de la justicia federal (que podรญan ser desde el presidente hasta el jefe de la Policรญa del Distrito Federal). Nadie lo secundรณ (aunque en privado sus colegas le daban palmadas). Al dรญa siguiente, Vรกsquez del Mercado dirigiรณ su renuncia al presidente Ortiz Rubio:

La reciente aprehensiรณn y expulsiรณn del paรญs del licenciado don Luis Cabrera, llevada a cabo por autoridades dependientes del Poder Ejecutivo, desobedeciendo, al ejecutar el รบltimo acto, expresa orden de las autoridades judiciales federales, me ha traรญdo el pleno convencimiento, por la frecuencia de hechos semejantes o idรฉnticos, de la imposibilidad de lograr que la administraciรณn actual deje de cometer violaciones a los derechos y garantรญas que asegura a las personas la Constituciรณn de la Repรบblica. Esos actos rompen el equilibrio de los poderes que la misma Carta establece y nulifican la mรกs importante y trascendental funciรณn del Poder Judicial, que es amparar y proteger a los individuos contra los abusos del poder.

Ortiz Rubio turnรณ la renuncia al Congreso, y le reprochรณ su actitud: “Es cรณmoda la posiciรณn en que se coloca un juez cuando, con el pretexto de supuestas transgresiones a la ley, renuncia a su encargo para adquirir efรญmera popularidad en el sector de la opiniรณn pรบblica oposicionista del gobierno constituido…” (curiosamente, en septiembre de 1932 Ortiz Rubio renunciarรญa a su puesto).

El Congreso aceptรณ la renuncia de Vรกsquez del Mercado en tรฉrminos equรญvocos y lo llenรณ de insultos: “enemigo, traidor, indigno”.

Desde Guatemala, Luis Cabrera escribiรณ a su defensor:

Su renuncia […] es la liberaciรณn moral de un hombre que prefiere la modestia de la vida privada a la costosa responsabilidad de una magistratura en que no puede cumplir con la misiรณn que se le habรญa encomendado […] usted no cree en que la Justicia se conquiste a fuerza de prudencia, sino a fuerza de voluntad constante y perpetua […] Usted ha cumplido con su deber.

Conocรญ a don Alberto Vรกsquez del Mercado en octubre de 1970. Fue el primero de los “Siete sabios” que entrevistรฉ para escribir mi libro Caudillos culturales en la Revoluciรณn mexicana.

Fue el รบnico ministro de la Corte que ha renunciado a su cargo por motivos de coherencia รฉtica.

Vivimos una vez mรกs bajo la sombra del caudillo. Esperemos que, llegado el momento, la Corte reivindique simbรณlicamente a Vรกsquez del Mercado y ampare la libertad de expresiรณn contra los abusos del poder. ~

Publicado en Reforma el 2/IV/23.

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Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.


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