David Edmonds es filósofo y periodista de la BBC. Produce con Nigel Warburton el podcast Philosophy bites y presenta Philosophy 24/7. Entre sus libros están El atizador de Wittgenstein, sobre Karl Popper y Ludwig Wittgenstein; Rousseau’s dog: two great thinkers at war in the age of Enlightenment, donde hablaba de Jean-Jacques Rousseau y David Hume; Would you kill the fat man?, sobre el dilema del tranvía; y Parfit. A philosopher and his mission to save morality, una biografía del filósofo británico Derek Parfit. 

Cátedra ha publicado este año El asesinato del profesor Schlick. Schlick, físico y filósofo, fue el fundador del Círculo de Viena: lo mató en 1936 un estudiante trastornado que dijo que lo hizo para combatir sus ideas peligrosas y judaizantes. A partir de ahí, Edmonds cuenta la historia del auge y caída del empirismo lógico, un episodio fascinante de la historia intelectual del siglo xx. Es el tema de este intercambio.

¿Cómo definiría el Círculo de Viena y por qué decidió escribir sobre él?

El Círculo de Viena era un grupo de filósofos con mentalidad científica que actuó en las décadas de 1920 y 1930.  Estaban fascinados por la nueva física y les interesaba el papel que podía desempeñar la filosofía para apoyar esta revolución científica.

Ya había escrito un libro sobre Wittgenstein y Popper, dos filósofos vinculados al Círculo (aunque no eran miembros), titulado El atizador de Wittgenstein, y me había topado con la historia del asesinato de Schlick. Quería explorar esa historia con mayor profundidad. Lo que más me sorprendió fue lo político que era el Círculo de Viena. Antes pensaba que era casi totalmente apolítico.

¿Qué es el principio de verificación?

Todas las afirmaciones deben ser verdaderas por definición o verificables. Si no es así, carecen de sentido. Se trata de una tesis increíblemente radical, ya que despoja de sentido la mayoría de las afirmaciones sobre religión, ética y estética.

Hay muchos personajes maravillosos en el libro: Neurath, Schlick, Hahn, Gödel, Carnap, entre otros. ¿Cómo se influyeron entre sí? ¿Cuál fue la importancia de sus debates?

Una de las razones por las que el Círculo funcionaba tan bien es que no había ningún individuo que dominara: los miembros del Círculo se alimentaban unos a otros. Viena tenía una cultura de “círculos”: grupos de matemáticos, grupos de psicoanalistas, etc. Neurath era probablemente el personaje más pintoresco: un hombre corpulento con barba roja, de gran apetito y amplios intereses, que solía firmar sus cartas dibujando un elefante.

Tres de sus héroes eran Einstein, Russell y Wittgenstein. ¿Por qué fueron tan influyentes para el Círculo?

Einstein porque representaba la nueva física, gran parte de la cual era extremadamente contraria a la intuición. Russell porque lideró la revolución moderna de la lógica. Wittgenstein por varias razones, entre ellas el principio de verificación (que él inspiró) y la afirmación de que las verdades matemáticas y lógicas eran tautologías: hasta entonces, había sido un enigma cómo tratar las matemáticas. ¿Era una disciplina empírica, por ejemplo? En efecto, Wittgenstein afirmaba que 2+2=4 era como “todos los solteros son solteros”. Verdad por definición.

Una forma habitual de refutar una afirmación era simplemente decir: “Eso es metafísica.” Entre sus “enemigos” se encontraban Immanuel Kant. ¿Por qué?

Immanuel Kant afirmaba que existían algunas afirmaciones sintéticas a priori… es decir, que había afirmaciones sobre el mundo empírico que podían deducirse desde la teoría. El Círculo de Viena se oponía a eso, sosteniendo que todas las afirmaciones sobre el mundo solo podían descubrirse a través de la experiencia. De ahí su oposición a Kant. 

Heidegger era otra de sus bestias negras.

Lo detestaban porque su filosofía estaba llena de afirmaciones metafísicas que no se prestaban a la comprobación empírica. Su lenguaje también era tortuoso, a veces impenetrable, lo que hacía sospechar (con razón) a los miembros del Círculo.

Aunque su filosofía no era explícitamente política (con algunas excepciones), la extrema derecha la percibía como profundamente amenazadora y “judía”. 

La mayoría de los miembros del Círculo eran judíos. La mayoría eran de izquierdas. Solo eso ya los enfrentaba a los nacionalistas austriacos y, más tarde, a los nazis. Eran principalmente laicos, lo que despertaba la indignación de la poderosa Iglesia austriaca. Y su filosofía era hostil a las creencias metafísicas de la extrema derecha, como su apego romántico a la tierra y la creencia en el Volk, en que el grupo era de alguna manera mayor que la suma de sus partes.

Hubo mujeres filósofas importantes en el grupo. Y una, que sin ser del Círculo, fue fundamental en su historia: Esther Simpson.

Era esencialmente una burócrata y una heroína desconocida. Trabajaba en una organización que ayudaba a académicos en mitad de su carrera, de Alemania, Austria y Checoslovaquia, a huir de los nazis y encontrar trabajo en universidades británicas. No tenía hijos propios, pero llamaba a los refugiados sus hijos. Dieciséis de esos hijos ganaron el Premio Nobel.

Ha dicho que sin A. J. Ayer no habría escrito este libro y ni siquiera se habría dedicado a la filosofía. ¿Por qué?

Lenguaje, verdad y lógica fue el primer libro de filosofía que leí, cuando tenía unos dieciocho años. Me cautivó porque parecía ofrecer respuestas muy claras a problemas complejos, como Dios o la moralidad. Ayer solo tenía veintitantos años cuando lo escribió, y tiene una arrogancia que solo un joven puede tener. Me encantó.

El Círculo de Viena fue muy influyente durante un tiempo, pero hay quien dice que ha caído en el olvido. ¿En qué sentido cree que sigue siendo importante hoy en día?Sí, está muy pasado de moda. Pero tiene un legado. Incluye el escepticismo hacia el bullshit, filosófico o de cualquier tipo, y el admirable deseo de que las ideas se expresen con argumentos claros y directos.