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La buena sombra de Morelos

Discurso pronunciado el 13 de septiembre de 2016 en Chilpancingo, al recibir la Presea "Sentimientos de la Naciรณn", otorgada por el Congreso de ese Estado.
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Seรฑoras y seรฑores, representantes al Honorable Congreso del Estado de Guerrero: 

Siendo un hombre de palabras, las palabras me faltan para expresar mi emociรณn al recibir la Presea โ€œSentimientos de la Naciรณnโ€. Lo agradezco por la admiraciรณn que he profesado siempre hacia Josรฉ Marรญa Morelos y hacia aquel documento leรญdo en este recinto hace 203 aรฑos y que es, a mi juicio, el acta de fundaciรณn moral de nuestra naciรณn.

Yo me iniciรฉ de niรฑo en la historia a travรฉs de las edificantes clases impartidas por mi maestro Roa en la secundaria y los episodios de โ€œLa Hora Nacionalโ€ que escuchaba puntualmente, cada domingo a las diez de la noche. No me arrepiento de ese bautizo porque, si bien no era enteramente fiel a la verdad objetiva, alentaba el amor a la patria. De acuerdo con esa historia de bronce, Morelos era el hรฉroe nรบmero dos de la historia mexicana.

En mi juventud, como reflejo natural del 68, profesรฉ una historia crรญtica segรบn la cual Morelos era un revolucionario social, iracundo y justiciero. Esta versiรณn, atenta solo a las determinaciones econรณmicas y sociales, no era menos miope que la historia de bronce porque dictaba al pasado las categorรญas ideolรณgicas y polรญticas del presente. 

Para mi fortuna, muy pronto me acogรญ a la buena sombra de uno de los hombres mรกs sabios que han nacido en Mรฉxico: me refiero a mi maestro Luis Gonzรกlez y Gonzรกlez. Todavรญa conservo el pequeรฑo libro titulado Once ensayos de tema insurgente, que publicรณ en 1985 bajo el sello de El Colegio de Michoacรกn. Y ahรญ leรญ esta imagen de Morelos, tan distinta a aquellas dos versiones: 

Morelos era un hombre sencillo, valeroso, sin actitudes de genio, sin poses heroicas, enemigo de la tiesura y las palabras domingueras, extraordinariamente modesto, desdeรฑoso de condecoraciones y tรญtulos, rebosante de buen humor, al servicio del bien pรบblico, creyente en que la prosperidad y grandeza de la patria podrรญa obtenerse mediante la aplicaciรณn de fรณrmulas racionalistas, segรบn el modelo llamado de las luces, siempre y cuando ese modelo se aplicara con un sentido de igualitarismo y justicia social… Morelos fue el moralista mayor de un paรญs donde la moral debe ser la base de toda economรญa, toda polรญtica y toda cultura. Sus โ€œSentimientos de la Naciรณnโ€ son la cartilla moral aรบn vรกlida para el Mรฉxico presente.

Aรฑos mรกs tarde, al escribir Siglo de caudillos, quise ofrecer una apostilla a la visiรณn de mi maestro. Me propuse comprender โ€“en sus luces y sombras, en su genio y su humana flaquezaโ€“ al personaje โ€œmรกs extraordinario que hubo entre los insurgentesโ€, segรบn palabras de su adversario Lucas Alamรกn. Para escribir mi ensayo tuve a la mano una ventana a la cotidianidad del cura de Carรกcuaro: los invaluables documentos compilados ya entonces por el admirable historiador michoacano Carlos Herrejรณn, que acaba de dar a luz su monumental y definitiva biografรญa de Morelos. En ellos podรญa escucharse hablar a Morelos el hombre: sus cuitas, sus sinsabores, sus afanes, sus ideas. 

ยฟDรณnde estamos hoy, frente a aquella acta de fundaciรณn moral, frente a aquella cartilla moral? ยฟCuรกles son los sentimientos actuales de la naciรณn? Para abordar ese tema doloroso, no puedo pensar en un mejor lugar ni un momento mรกs propicio que este: Chilpancingo, Guerrero, en septiembre de 2016. Este estado que presenciรณ las batallas de Morelos y sus lugartenientes, donde se proclamรณ el Plan de Ayutla que dio inicio a la Reforma, donde ocurrieron los primeros brotes de rebeliรณn campesina (cuando el nombre de Zapata apenas se escuchaba en el horizonte); este estado que nos dio a Ignacio Manuel Altamirano โ€“fundador cultural de Mรฉxicoโ€“ y a tantos otros maestros del siglo XIX y el XX; este estado ha sufrido, acaso mรกs que ningรบn otro, el olvido de un siglo.

Guerrero es una herida abierta en los sentimientos de la naciรณn. La incuria de los gobiernos condenรณ a este estado a una condiciรณn que apenas ahora, en pleno siglo XXI, podemos advertir en todo su dramatismo. Han quedado atrรกs las visiones idรญlicas que reducรญan a Guerrero a un pรฉtreo panorama de rรญos secos, pitahayas implorantes e inclemente sol, paisaje lunar que solo servรญa como trรกnsito de la Ciudad de Mรฉxico al paraรญso (ya perdido) de Acapulco. Ahora se exhibe desnudo, en Guerrero, el rostro cruel del abandono: crimen, drogas, pobreza, desnutriciรณn, emigraciรณn, desintegraciรณn social, discordia. El saldo del olvido.

ยฟCรณmo revertir la situaciรณn? ยฟCรณmo recobrar el tiempo perdido? No tengo, por supuesto, la varita mรกgica ni creo que exista. Pienso que es urgente la instrumentaciรณn del rescate econรณmico de Guerrero (y de otras regiones, como Oaxaca, Chiapas, Michoacรกn) que ha sido propuesto por el actual gobierno. Pero de la misma importancia es la introducciรณn de un nuevo pacto moral inspirado en el que propuso Morelos, un pacto histรณrico de paz y convivencia que recoja los nuevos sentimientos de la naciรณn, que, estoy seguro, no son en lo esencial muy distintos a los que se formularon aquรญ, hace 203 aรฑos.

No soy ingenuo. Conozco las cifras y he visto las escenas dantescas del crimen en Guerrero. Sรฉ que la sangre llama a la sangre. No ignoro que la violencia de hoy no estรก โ€“por lo generalโ€“ ligada a ideas o ideales (como en la Independencia, la Reforma y la Revoluciรณn) sino a vastos, oscuros, despreciables intereses econรณmicos, y que se expresa dรญa tras dรญa, con inaudita crueldad, en las calles, las plazas, los caminos, las playas, los escenarios de la vida cotidiana. 

Pero no podemos conformarnos con que esta terrible realidad sea permanente. Si el paรญs voltea hacia el sur para tender la mano al vagรณn que quedรณ atrรกs, rezagado, desdeรฑado, quizรก no sea tarde para acercarnos a aquella fraternidad esencial que vislumbrรณ Morelos.

Sรฉ que no es imposible y permรญtanme decirles por quรฉ lo pienso. A fines del aรฑo pasado, la direcciรณn de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa me invitรณ a dar una conferencia. No pude impartirla en las instalaciones de la escuela porque un grupo radical impidiรณ la entrada. Yo habรญa condenado pรบblicamente la desapariciรณn de los 43 muchachos y exigido esclarecer el crimen, cayera quien cayera. No pude hablar ahรญ, pero se me permitiรณ hacerlo en una marisquerรญa de Tixtla, bajo una palapa, frente a un pรบblico variado de maestros, estudiantes, autoridades, gente del lugar y gente que habรญa venido de lejos. Yo he dado cientos de conferencias, pero ninguna me ha honrado mรกs que aquella en la que quise llevar, a travรฉs de un breve recuento histรณrico, un mensaje de orgullo y esperanza a la tierra del maestro Altamirano y que ahora vive enlutada.

Hablรฉ de educaciรณn. Expliquรฉ que el propio Josรฉ Vasconcelos favorecรญa una educaciรณn que sirviera a la vida prรกctica de las comunidades: conocimientos tรฉcnicos en agricultura, horticultura, artes y oficios, etc. Me respondieron maestros y maestras, cronistas y jรณvenes formulando planes, ideas, crรญticas. Esa experiencia fue inolvidable porque el diรกlogo disolviรณ la intolerancia. Charlando con los asistentes, departiendo con los comensales, comiendo los ricos guisos de la comida guerrerense, brindando con ellos, vi encarnados โ€“ahora me doy cuenta- los sentimientos fraternales, de Morelos.  

Con esa convicciรณn en la fraternidad esencial de Mรฉxico, volvamos a escuchar las palabras de Morelos, a escuchar cada una en toda su gravedad, en toda su vigencia: 

Quiero que hagamos la declaraciรณn de que no hay otra nobleza que la de la virtud, el saber, el patriotismo y la caridad; que todos somos iguales, pues del mismo origen procedemos; que no haya privilegios ni abolengos, que no es racional, ni humano, ni debido que haya esclavos, pues el color de la cara no cambia el del corazรณn ni el del pensamiento; que se eduque a los hijos del labrador y del barretero como a los del mรกs rico hacendado; que todo el que se queje con justicia, tenga un tribunal que lo escuche, lo ampare y lo defienda contra el fuerte y el arbitrario… que se declare que lo nuestro ya es nuestro y para nuestros hijos, que tengan una fe, una causa y una bandera, bajo la cual todos juremos morir, antes que verla oprimida, como lo estรก ahora y que cuando ya sea libre, estemos listos para defenderla…

Adviertan ustedes. Hay en las palabras de Morelos un mensaje (y un tono) de respeto a la condiciรณn humana. No hay odio en los โ€œSentimientos de la Naciรณnโ€, tampoco intolerancia o sed de venganza. Hay la bรบsqueda de un orden nuevo, un orden de igualdad, libertad y justicia, en un marco de reconciliaciรณn moral. A Morelos, para decirlo en una palabra, lo movรญa el amor, pero no un amor ingenuo, blando, romรกntico. Tampoco un amor mรญstico o abstracto. Lo movรญa el amor que se refleja en obras. Obras prรกcticas, como escuelas que ayuden a la vida. Obras prรกcticas, como tribunales que impartan justicia. Obras prรกcticas, como un Congreso que impida la tiranรญa, represente a la naciรณn y emita leyes que conjuguen la tradiciรณn con la modernidad tal como se conjugaba en la vida de Morelos. Aquel modesto cura de Carรกcuaro que (en plena Tierra Caliente) habรญa construido iglesias, ayudado al menesteroso, y hasta recreado (en sus cartas) los sueรฑos y fantasรญas de sus feligreses, llevarรญa a cabo โ€“en plena guerra y en esa misma zonaโ€“ la utopรญa de una Constituciรณn que serรญa el molde del Mรฉxico moderno que aรบn ahora no acaba de cuajar: una repรบblica liberal y democrรกtica. 

Aquellos sentimientos de la naciรณn son los de ahora: sobre el fundamento moral de la igualdad de los hombres, la fe en la justicia y el ideal de la educaciรณn; construir un paรญs moderno, prรณspero, ordenado y libre. Un paรญs de instituciones republicanas, como las que fundรณ y respetรณ Morelos, renunciando a su poder personal, a su poder de caudillo.

Y hay un sentimiento mรกs, no solo vigente, urgente: el sentimiento de un paรญs soberano. A nuestros problemas hay que agregar uno nuevo, que oscurece el horizonte: la inesperada amenaza de una guerra econรณmica y diplomรกtica, de enormes proporciones, provocada por Estados Unidos en caso de que Trump, el despreciable candidato a tirano, llegue a la presidencia. Por eso, quizรก el sentimiento de la naciรณn mรกs importante que debemos reivindicar es el amor a la Patria. Pero โ€“una vez mรกsโ€“ no hablo de un amor operรกtico que se reduce a cantar el himno nacional, gritar โ€œviva Mรฉxicoโ€ o agitar nuestra hermosa bandera. Hablo de defender a los millones de mexicanos dentro y fuera de nuestro territorio que podrรญan sufrir las consecuencias de esa guerra injusta que la soberbia imperial podrรญa desatar.

Si aquellos hombres que rodearon a Morelos no desfallecieron en su tiempo hostil y despiadado, es cobarde que los mexicanos del siglo XXI desfallezcamos, entregados al desaliento o al egoรญsmo cรญnico. Vivimos, decรญa Luis Gonzรกlez y Gonzรกlez, bajo โ€œla buena sombra de Morelosโ€. Seamos dignos de ella.

Una fragmento de este discurso apareciรณ publicada en el periรณdico Reforma.

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Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.


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