Y los soviƩticos estuvieron listos para dejar de serlo

En 'Todo era para siempre hasta que dejĆ³ de existir', Alexei Yurchak explora cĆ³mo fue posible que la poblaciĆ³n soviĆ©tica encontrase perfectamente lĆ³gica la espectacular desapariciĆ³n de su paĆ­s.
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Es otoƱo de 1983 y en la UniĆ³n SoviĆ©tica una joven estudiante de periodismo, Lena, se dispone a escribir un artĆ­culo positivo sobre los ā€œlogrosā€ de un gran almacĆ©n de verduras sin tan siquiera visitar el lugar. Aunque sabe que participa en una mentira y que el sentido de la pieza no debe tomarse literalmente, no puede evitar sentirse culpable al contemplar el retrato de Lenin que tiene ante sĆ­, que la mira fijamente como si pervirtiera los ideales de la RevoluciĆ³n. Se lo hace saber a su editor y, para sorpresa de ella, ambos terminan charlando sobre VladĆ­mir Vysotsky, el famoso cantante que sin ser abiertamente disidente hablaba de aspectos alienantes y deshumanizadores de la sociedad soviĆ©tica. Al terminar la conversaciĆ³n el jefe de Lena se marcha, pero no sin antes encender su magnetofĆ³n y reproducir una cinta con canciones de Vysotsky. Con esta mĆŗsica de fondo, Lena empezĆ³ a escribir el artĆ­culo.  

Esta historia resume muy bien varios elementos centrales de Todo era para siempre hasta que dejĆ³ de existir (Siglo XXI Editores), el reciente ensayo de Alexei Yurchak que explora cĆ³mo fue posible que el grueso de la poblaciĆ³n soviĆ©tica encontrase perfectamente lĆ³gica la espectacular desapariciĆ³n de su paĆ­s pese a que desde la infancia se les habĆ­a inculcado que durarĆ­a para siempre. El punto principal de la anĆ©cdota entre Lena y el editor es que, al descubrir que a ambos les gustaba Vysotsky, se reconocieron como miembros del mismo grupo de ā€œgente normalā€ (o svoi como ā€œnosotrosā€, en ruso) que entendĆ­a que para vivir vidas con sentido habĆ­a que reproducir aspectos y rituales de la sociedad soviĆ©tica sin tomar literalmente su contenido. A la vez desconfiaban de otros dos grupos que sĆ­ se tomaban al pie de la letra los preceptos oficiales, aunque por motivos opuestos: los disidentes y los activistas del rĆ©gimen.Ā 

SegĆŗn Yurchak, la principal paradoja de la ideologĆ­a soviĆ©tica fue que siempre tratĆ³ de conseguir la liberaciĆ³n material y espiritual de la humanidad mediante mĆ©todos represivos. Durante mucho tiempo esta contradicciĆ³n se disimulĆ³ gracias a que Lenin y Stalin se situaron fuera del campo del discurso ideolĆ³gico y desde esa posiciĆ³n de autoridad hicieron constantes comentarios pĆŗblicos que en la prĆ”ctica suponĆ­an ajustes de ese discurso. A partir de los aƱos 60, tras la muerte de Stalin, la conversaciĆ³n pĆŗblica se vio inmersa en un proceso que el autor llama en su ensayo ā€œhipernormalizaciĆ³nā€. Ante el miedo a que cualquier innovaciĆ³n discursiva fuese percibida como una desviaciĆ³n, en todos los Ć”mbitos de la sociedad hasta los eventos contemporĆ”neos pasaron a ser descritos simplemente como la confirmaciĆ³n de hechos previamente establecidos. 

A partir de ese momento, en el socialismo tardĆ­o fue mĆ”s importante reproducir rituales y formar parte de todo tipo de instituciones que prestar atenciĆ³n a su contenido. Primeramente porque no participar en absoluto podĆ­a ser problemĆ”tico, pero mĆ”s importante aĆŗn porque hacerlo abrĆ­a muchas puertas, de manera totalmente imprevista por las autoridades, a nuevas ocupaciones, relaciones y formas de desarrollar la creatividad y vidas con sentido. Los miembros del Komsomol (la organizaciĆ³n juvenil del partido comunista) veĆ­an la asfixiante burocracia como algo en lo que habĆ­a que invertir solo el mĆ­nimo esfuerzo si esto les permitĆ­a organizar actividades interesantes, otros jĆ³venes se unĆ­an a clubes de ajedrez o arqueologĆ­a porque en ellos se podĆ­a hablar de lo que verdaderamente les interesaba, los mĆŗsicos no oficiales como VĆ­ktor Tsoi buscaban trabajo como tĆ©cnicos de calderas (uno de los peor pagados) en edificios de viviendas porque la gran cantidad de tiempo libre que les dejaba les permitĆ­a dedicarse a la creaciĆ³n artĆ­stica. En el caso de Lena y su editor, participar en el ritual de la mentira periodĆ­stica dio como resultado imprevisto la reproducciĆ³n de las canciones de un cantante que era visto con recelo por las autoridades por la verdad velada de sus letras.

Con el paso de los aƱos, poco a poco y sin que prĆ”cticamente el grueso de la poblaciĆ³n se diera cuenta, la consecuencia de participar en los rituales de la vida soviĆ©tica fue que la gente se fue desligando de su contenido, y cuando finalmente el rĆ©gimen desapariciĆ³ muchas personas se dieron cuenta de que hacĆ­a bastante tiempo que habĆ­an estado llevando vidas distintas a las que ideolĆ³gicamente deberĆ­an haber llevado, y por eso la caĆ­da de la URSS, mĆ”s allĆ” del estupor inicial, resultaba lĆ³gica. Esta tesis final de Yurchak estĆ” respaldada, como buen antropĆ³logo, por decenas de testimonios que recopilĆ³ durante dĆ©cadas y cientos de fuentes secundarias que muestran una erudiciĆ³n de la sociedad soviĆ©tica que solo puede haber adquirido alguien que, como Ć©l, formĆ³ parte de ella durante mĆ”s de la mitad de su vida. 

Pero tan interesante es lo anterior como su intento por tratar de superar la visiĆ³n binaria que en occidente tenemos de la UniĆ³n SoviĆ©tica, donde en nuestro imaginario la resistencia se opone a la opresiĆ³n, la represiĆ³n a la libertad, el estado a la gente, la cultura oficial a la contracultura, la verdad a la mentira y un largo etcĆ©tera. Reconociendo que el rĆ©gimen soviĆ©tico tardĆ­o era terrible, Yurchak sostiene que era mĆ”s complejo que todo lo anterior sin negar los hechos. La realidad es que el grueso de la sociedad de los aƱos 60 en adelante creĆ­a sinceramente en los ideales soviĆ©ticos de liberaciĆ³n, solidaridad e igualdad pero dĆ”ndoles una interpretaciĆ³n personal que no necesariamente concordaba con la polĆ­tica oficial. Ejemplo de esto es que en la URSS tambiĆ©n existĆ­a una visiĆ³n imaginaria de nuestra cultura, en la que los jĆ³venes reinterpretaban la mĆŗsica rock y la estĆ©tica occidentales hasta hacerlas compatibles con los valores soviĆ©ticos que les habĆ­an sido inculcados.

    En general, los estratos culturales de la sociedad, mĆ”s que profundamente reprimidos por las autoridades o anestesiados por una propaganda que les impedĆ­a ver la verdad, principalmente estaban interesados en otro tipo de verdad. Yurchak cita al escritor SerguĆ©i DoblĆ”tov cuando en un texto este dice que, segĆŗn Niels Bohr, existen las verdades claras y las verdades profundas, y que mientras que a una verdad clara se le opone una mentira a una verdad profunda se le opone otra verdad profunda. La aparente falta de crĆ­tica en la vida cultural y educativa soviĆ©ticas se explica por la decisiĆ³n consciente de parte de sus miembros de que evaluar el sistema como moral o inmoral y verdadero o falso parecĆ­a irrelevante, y en su lugar estos se centraban en explorar verdades sobre la naturaleza humana y problemas universales que seguirĆ­an vigentes durante mucho tiempo en el futuro, independiente de este o aquel sistema polĆ­tico. Olesya, una mujer que fue estudiante universitaria en los 80, le resumiĆ³ esta actitud a Yurchak mejor que nadie: ā€œcuando una persona de verdad estĆ” parada frente a ti diciendo constantemente cosas escĆ©pticas es desagradable. Esa persona espera alguna respuesta de ti, pero tĆŗ no tienes nada que decirle. No porque seas incapaz de analizar como ella, sino porque no quieresā€. 
     Tal vez el gran mĆ©rito de Todo era para siempre hasta que dejĆ³ de existir sea precisamente su interĆ©s por centrar el foco en las personas comunes. Cuando en occidente tratamos de explicarnos cĆ³mo la UniĆ³n SoviĆ©tica desapareciĆ³ de la manera en que lo hizo naturalmente tendemos a fijar nuestra atenciĆ³n en las grandes figuras de la disidencia (AndrĆ©i SĆ”jarov, Alexander Solzhenitsyn, Natalya Gorbanevskayaā€¦). Todas ellas fueron personas excepcionales que vivieron e hicieron cosas excepcionales, pero que lamentablemente eran muy poco conocidas o vistas con indiferencia por la mayorĆ­a de la poblaciĆ³n. Su contribuciĆ³n a la caĆ­da del rĆ©gimen fue Ćŗtil y poderosa en tĆ©rminos simbĆ³licos pero escasa en tĆ©rminos prĆ”cticos. Con su ensayo Yurchak viene a decirnos que el camino a una nueva realidad sociopolĆ­tica fue allanado en una medida significativa por millones de personas que participaron en un sistema del que progresivamente se fueron alejando porque sus intereses dejaron de estar alineados, hasta el momento en el que este cayĆ³ y entonces se dieron cuenta de que era totalmente lĆ³gico dejar de creer en Ć©l, y que de hecho a lo mejor habĆ­an dejado de hacerlo hace tiempo.

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Daniel Delisau es periodista.


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