Una parte del establishment liberal occidental (desde la socialdemocracia al centroderecha) asumiรณ tras 2016 que la insurgencia populista era solo un bache o una desviaciรณn puntual. Pronto las cosas volverรญan a su cauce. Ese cauce, los aรฑos previos a 2016, era preferible solo porque era previo a la insurgencia populista. No existรญa un anรกlisis mรกs allรก, y la รบnica soluciรณn era volver atrรกs en el tiempo.
La victoria del populismo de derechas en Reino Unido y Estados Unidos, segรบn esta lรณgica, fue una especie de catรกstrofe natural, un fenรณmeno espontรกneo: de pronto, una parte de la poblaciรณn quiso cambiar radicalmente el statu quo. Esta visiรณn no tiene en cuenta que quizรก habรญa que cambiar el statu quo y que nadie, tras la mayor crisis econรณmica en dรฉcadas, lo propuso de manera sensata.
Aunque en los รบltimos cuatro aรฑos han cambiado muchas cosas y los diagnรณsticos sobre el populismo son mรกs sofisticados que al principio (estamos hablando ahora, mรกs de diez aรฑos despuรฉs de la crisis, de los efectos de la Gran Recesiรณn y de su posible influencia en la apariciรณn de los populismos), persisten en algunos lรญderes la ceguera y la autocomplacencia. Quizรก el polรญtico que mejor refleja esto es el futuro candidato del Partido Demรณcrata estadounidense, Joe Biden.
Su campaรฑa presidencial se basa en dos pilares sencillos: elegibilidad y Obama. El primer argumento defiende que solo alguien como Biden (moderado, old school, campechano) puede derrotar a Trump. Es extraรฑo, tautolรณgico (si me votรกis, me votarรฉis) e indica que el establishment demรณcrata sigue todavรญa en una burbuja: la elegibilidad, la idea del candidato ideal, el americano perfecto estilo James Stewart, quizรก ya no tiene sentido tras Trump. Es tambiรฉn un anรกlisis de politรณlogo (quรฉ perfiles demogrรกficos le apoyan: los pensionistas, las clases medias, la poblaciรณn negra) convertido en una promesa electoral. Decir a un pรบblico compuesto por esos segmentos demogrรกficos que รฉl puede ganar porque le apoyan precisamente esos segmentos de la poblaciรณn resulta ligeramente ridรญculo (y Biden lo ha hecho en mรกs de un mitin).
El segundo argumento es la nostalgia: Obama fue uno de los presidentes mรกs ilustrados de las รบltimas dรฉcadas en Estados Unidos, un lรญder civilizado y pedagogo con la virtud de la ejemplaridad pรบblica; despuรฉs del presidente ilustrado vino el maleducado. Hoy Biden defiende una vuelta a esa decencia frente a Trump.
Al centrarse en esos dos aspectos (elegibilidad y reivindicaciรณn de Obama), Biden quizรก consiga vencer a Trump, pero no atacarรก la raรญz del problema que trajo a Trump. Como ha explicado el periodista Ben Judah, โal conceptualizar a Trump como una excepciรณn al statu quo y no como un producto del statu quo, Biden no se da cuenta de que las condiciones para producir otro Trump todavรญa existen.โ ยฟQuรฉ condiciones son esas? Tienen que ver con la โoligarquizaciรณnโ y โelitizaciรณnโ del Partido Demรณcrata.
El partido siempre ha sido un gran paraguas ideolรณgico, pero en los รบltimos aรฑos estรก mรกs dividido que nunca entre un ala ortodoxa (los llamados corporate democrats, tibios con Wall Street, el lobbismo y el big money, herederos de los Nuevos Demรณcratas de Clinton) y una nueva ala de socialistas democrรกticos, liderada por Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez, que defiende una socialdemocracia mรกs radical. Esta รบltima siempre habรญa existido (y es heredera del candidato presidencial del 74 George McGovern, que fue aplastado por Nixon), pero durante los aรฑos de Obama no habรญa hecho mucho ruido. Ahora representa mรกs de un tercio del partido.
Mรกs allรก de sus propuestas, los socialistas democrรกticos apuntan a un problema real dentro de los demรณcratas. En la revista Jacobin, el periodista Luke Savage define al partido como un โautoproclamado vehรญculo para la clase media y los desfavorecidos que en la prรกctica funciona mรกs como una enorme compaรฑรญa de consultorรญa empresarial que hace un poquito de caridad y otro poquito de trabajo para la comunidad por una cuestiรณn de marca: estรก liderado por patricios de cuello blanco, con visiรณn empresarial, comprometidos completamente con un proyecto que nunca moleste a los extremadamente ricos o ni siquiera les cree una pizca de malestarโ. Es una caracterizaciรณn dura, quizรก demasiado impresionista, pero acertada.
El medio de comunicaciรณn Bloomberg filtrรณ una charla de Biden con donantes multimillonarios del partido que recordaba a las charlas de Hillary Clinton con Wall Street en 2016: โTengo muchos problemas con algunos de mi equipo, del lado demรณcrata, porque dije que he descubierto que los ricos son tan patriotas como los pobres. No es una broma. No queremos demonizar a la gente que ha hecho dinero [โฆ] No va a cambiar el estรกndar de vida de nadie. Nada va a cambiar sustancialmente.โ
La presencia de alguien como Michael Bloomberg en las primarias, aunque breve e insatisfactoria, tambiรฉn apunta a una โoligarquizaciรณnโ: como ha seรฑalado el economista Branko Milanovic, en EEUU solo se tienen en cuenta los intereses de la clase media si coinciden con los de la clase alta. Thomas Piketty ha escrito que el Partido Demรณcrata es el partido de las รฉlites educadas y de los ganadores de la globalizaciรณn (โEn 2016, por primera vez en la historia de Estados Unidos, el Partido Demรณcrata obtuvo un mejor resultado que el Partido Republicano entre el 10% de los votantes con mayores ingresosโ).
Aunque Biden ha prometido un giro a la izquierda (con subidas de salario mรญnimo, planes de inversiรณn enormes contra el cambio climรกtico, una extensiรณn de Medicare modesta) y posiblemente nombre a un vicepresidente mรกs progresista que รฉl, su promesa de continuismo es decepcionante: no solo porque asume que Trump es la desviaciรณn de un progreso lineal (y no el representante de una nueva realidad), sino tambiรฉn porque cree que estamos ante un problema de carรกcter y no estructural. ~
Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacciรณn de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemรกn' (Libros del Asteroide, 2023).