Esperanzas para el pasado

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Christopher Domรญnguez Michael

Profetas del pasado. Quince voces de la historiografรญa sobre Mรฉxico

Mรฉxico, Era, 2011, 442 pp.

 

Elias Canetti alguna vez se preguntรณ si aรบn podrรญamos tener esperanzas para el pasado. Viviรณ mรกs aรฑos que los que dan forma al siglo que dio inicio a mediados de 1914, con el asesinato en la ciudad de Sarajevo del archiduque Francisco Fernando de Austria, y concluyรณ tambiรฉn en Sarajevo al comienzo de los novecientos noventa, “con el derrumbe de los regรญmenes socialistas de la Uniรณn Soviรฉtica, y por ende, de la mitad oriental de Europa”, como apunta Eric Hobsbawm. En esa mitad naciรณ Canetti, y a partir de esa su propia e ignorada mitad empezรณ a dar cuerpo a su imaginaciรณn histรณrica. “He pasado la mayor parte de mi vida seรฑalando los ardides del ser humano tal como aparecen histรณricamente a lo largo de las civilizaciones”, escribiรณ en La lengua absuelta. Investigรณ y analizรณ despiadadamente el poder. “Existen pocas cosas negativas que yo no haya dicho del hombre y de la humanidad.” En las ilusiones y quebrantos del siglo XX se formaron las voces del puรฑado de historiadores que Christopher Domรญnguez Michael reuniรณ en Profetas del pasado, y hasta cuando no lo digan expresamente, sobre ellos, al igual que en la conciencia de los profesionales del pasado, pesa la misma interrogante: ¿podrรญamos aรบn tener esperanzas para el pasado?

Profetas del pasadoal menos ofrece una respuesta parcial a esta pregunta, la cual traslado amistosamente de los apuntes de Canetti al trabajo de Christopher Domรญnguez Michael, no obstante el objetivo dividido de sus entrevistas: por un lado el espacio que abriรณ la revista Letras Libres en torno al siamรฉs aniversario de nuestras intransigencias, y por otro los cuatro capรญtulos de una serie de Clรญo para la televisiรณn sobre la conquista de Mรฉxico, dirigida por Nicolรกs Echevarrรญa. La esperanza aparece pocas veces en las intervenciones de los historiadores consultados, menos incluso que las ocasiones en las que ellos mismos se permitieron referirse a la escritura de la historia, y mucho menos en el sentido oculto en la pregunta de Canetti. Y sin embargo, me temo que la esperanza estรก en el centro de algunas intervenciones. Pero antes de comentar mรกs detenidamente algo de lo mucho que detuvo mi lectura de Profetas del pasado, vale la pena seรฑalar que el libro no ofrece una de las constelaciones a las que el crรญtico como artista nos tiene acostumbrados, puesto que el hoy entrevistador se subordinรณ al mandato de dos iniciativas intelectuales muy diferentes, asรญ que en ambas se tratara de trasquilar ovejas, aunque por lo demรกs solo alguien que ensayรณ la integraciรณn de un sistema solar presidido por una figura como la de fray Servando podรญa enfrentar el desafรญo de practicar un minucioso y especializado interrogatorio a una pequeรฑa comunidad convocada, rescatada e inventada cuyos miembros solo comparten de cierto una cosa: su gusto por la historia.

Pero ¿podrรญamos aรบn tener esperanzas para el pasado? Desde luego que no es lo mismo tener para que tener en, y si se observa un instante la disyuntiva que abren estas preposiciones se apreciarรก la agudeza del apunte de Canetti. Pocos historiadores en su sano juicio arriesgarรญan una respuesta ante una pregunta en esa lรญnea (¿podrรญamos aรบn tener esperanzas para el pasado, profesor Elliott?), y menos si alguien la soltara en medio de una conversaciรณn en torno a un tema tan especรญfico como el de la conquista de Mรฉxico y en cuyo desarrollo importaba obtener respuestas en torno a puntos deseados en un elenco especรญfico: Cortรฉs, Moctezuma, la Malinche, Gerรณnimo de Aguilar, Gonzalo Guerrero, los aztecas y su dieta de sangre. Sin embargo me parece que la esperanza para el pasado estรก en el centro de un par de intervenciones. Por ausencia, por ejemplo, cuando Rodrigo Martรญnez nos advierte que “lamentablemente no vamos a poder saber mucho sobre la vida maya de Aguilar y Guerrero”, los adelantados por porfiados que estรกn en el centro de uno de los momentos mรกs intensos del encuentro en el siglo xvi; “no van a surgir nuevas fuentes”, aรฑade Martรญnez para concluir el dictamen y recordarnos que si hay alguna esperanza para la historia tal cosa con plumas se esconde, aguarda, late en las fuentes primarias. Abundan los documentos para el siglo xvi pero a la vez se reducen y dispersan tan pronto alguien solicita informaciรณn precisa, como bien lo sabe el mismo Martรญnez, quien decidiรณ ir por el espectro del legendario licenciado Suazo y ni parpadeรณ cuando entendiรณ que la tarea le absorberรญa algunas dรฉcadas. No van a surgir nuevas fuentes. He aquรญ un historiador en carรกcter: el eterno aguafiestas, el balde helado sobre la loca de la casa.

La esperanza para la historia asoma en un comentario que hace Christian Duverger en torno a su idea sobre el primer mestizaje, que tambiรฉn es uno de sus tรญtulos. La esperanza para la historia estรก en la ampliaciรณn e integraciรณn permanente de horizontes, etapas o periodos, asรญ como en el ajuste inmediato de nuestras cronologรญas. “Con el tรญtulo de mi รบltimo libro, El primer mestizaje”, explica Duverger, “que describe cรณmo se mezclaron los pueblos nรณmadas y los pueblos sedentarios agricultores que dieron inicio a Mesoamรฉrica en 1200 antes de Cristo, quise decir que el mestizaje con los espaรฑoles serรญa, para mรญ, no el segundo sino uno mรกs de una cadena iniciada inmemorialmente”. Y aรฑade este apunte, que en apunte dibuja un principio de esperanza para la historia: “Es una manera de reintegrar una gran parte de la historia del siglo xvi en la historia prehispรกnica.” ¿Por quรฉ hasta ahora?, me pregunto. No lo sรฉ. En cambio, sรญ entiendo que tal cosa, como explica Duverger, impacta a la disciplina “porque normalmente uno se forma como historiador, o como antropรณlogo-arqueรณlogo, y descubre gran diferencia acadรฉmica entre los dos mundos, entre el mundo de lo escrito y el de lo que aparentemente no estรก escrito”, y por ende, concluye Duverger, se estรก ante un desafรญo intelectual que consiste en la reintegraciรณn de la historia del siglo xvi a la historia anterior a la apariciรณn de los espaรฑoles, y para el cual se requiere el concurso de la historia, la antropologรญa y la arqueologรญa junto con sus fuentes, monumentos y mitos.

La esperanza para la historia me parece que asoma nuevamente cuando John H. Elliott llama la atenciรณn sobre la importancia de la Guerra de los Siete Aรฑos, entre 1756 y 1763, en la historia de las independencias americanas. ¿De verdad?, podrรญa preguntar el atento espectador de la serie de Nicolรกs Echevarrรญa al leer este pรกrrafo. Aun con torpeza intentarรฉ explicar en quรฉ sentido aparece una esperanza para el estudio de la historia sobre la piel desgarrada de la derrota de Espaรฑa en la Guerra de los Siete Aรฑos. En una ocasiรณn mi colega Esteban Sรกnchez de Tagle me llamรณ la atenciรณn sobre las secuelas de esta guerra. La referencia a las mismas secuelas la encontrรฉ mรกs adelante, referidas al quebranto econรณmico y la subsiguiente bรบsqueda de recursos de parte de la Corona espaรฑola, en el estudio introductorio de David A. Brading a un volumen que editรณ con Oscar Mazรญn, El gran Michoacรกn en 1791 (El Colegio de Michoacรกn/El Colegio de San Luis, 2009). Y Elliott, en la entrevista con Christopher Domรญnguez Michael, contempla tales secuelas en el corazรณn del reformismo espaรฑol e inglรฉs, como antesala a las rebeliones en Amรฉrica. Al cierre de este apunte pregunto: ¿la imaginaciรณn histรณrica no estรก ante el corazรณn oculto de una nueva perspectiva o en un punto de inflexiรณn diferente en los estudios sobre las colonias transoceรกnicas y en lo que podrรญamos llamar un acercamiento radicalmente distinto a la civilizaciรณn novohispana, al Antiguo Rรฉgimen? Me refiero a un Antiguo Rรฉgimen menos encerrado en su singularidad de las sociedades americanas y mucho mรกs abierto a los vientos del Atlรกntico. La respuesta a la pregunta anterior tiende a lo afirmativo, aunque ahora mismo no encuentre la manera de explicarme mejor en tan breve espacio. Y eso es una buena noticia, expresada en el cuenco de una respuesta rรกpida a una pregunta en extremo concreta y pertinente de parte del historiador/oidor Domรญnguez.

Esto es algo de lo que hay en las pรกginas de Profetas del pasado, un libro muy siglo XX, audaz, cosmopolita, pero, si se me permite decirlo, en el que es fรกcil que lo primero que salte a la vista es lo que no estรก: mujeres, carros y rock & roll. Sin embargo, los trabajos de esta naturaleza, lejos de vivir en soledad, deambulan en tรกndem con otros –como el muy recomendable de Verรณnica Zรกrate Toscano Una docena de visiones de la historia. Entrevistas con historiadores americanistas (Mora, 2004)–, y ademรกs estรกn bien en su propia contenciรณn, en las simpatรญas y diferencias con un puรฑado de temperamentos, estilos, gustos, trayectorias. Este trabajo de Christopher Domรญnguez Michael invita a demorarse en la angustiosa y desesperada construcciรณn de sentidos entre un puรฑado de profesionales del pasado a los que agobia, como sin duda al gremio en su conjunto, la duda de si aรบn es posible tener esperanzas para el pasado. ~

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(Torreรณn, 1957) es historiador, ensayista, editor y traductor. Es autor, entre otros tรญtulos, de 'Una visita a Marius de Zayas' (Instituto Veracruzano de Cultura, 2009).


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