Geografías de una lengua imaginaria

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Fabio Morábito

Cuentos populares mexicanos

México, FCE/UNAM, 2014, 596 pp.

En pocos lugares como en México la realidad se difracta en un teatro de apariencias debido a la presunción de que la lengua oficial, el español, da cuenta a cabalidad de las complejas diferencias y lo contrastes insondables que componen los diversos imaginarios que habitan y construyen sus pobladores. Como toda lengua injertada, el español mexicano está poblado de fantasmas.

Acaso la mayor riqueza de la lengua mexicana radique no solo en su naturaleza mestiza nutrida por las lenguas indígenas que la tonifican y le confieren la fortaleza típica de los híbridos, sino porque gracias al vasto sustrato lingüístico que la alimenta se trata de una lengua con una personalidad léxica barroca, proteica e inaudita que encuentra algunas de sus expresiones más felices en el habla popular.

En ese sentido, la recopilación de cuentos realizada por Fabio Morábito (Alejandría, 1955) bajo el título Cuentos populares mexicanos es una auténtica proeza y sobre todo un trabajo indispensable que permite acercarse de frente a los hechizos de la tradición oral contados en una lengua de fantasía.

Inspirado en los Cuentos populares italianos de Italo Calvino, y a pedido de los editores de Siruela (responsables de llevar este volumen al público español), Morábito ha pergeñado un libro hermoso que presenta diversas complejidades para su fijación en el texto. Como señala en la introducción, hasta la fecha no existía un tomo que recopilara cuentos de la tradición oral mexicana con un criterio literario, si bien abundan las colecciones realizadas con criterios antropológicos, folclóricos o lingüísticos.

Como es de suponer, los relatos están poblados por animales, espectros y encantos que van del altruismo a la crueldad y del misterio a la vileza, sin dejar de lado un particular sentido del humor ensanchado por la lógica disparatada que instaura ese orden fantástico característico de los cuentos contados de boca en boca. En ellos se testimonia el desplazamiento, el viaje y sus peripecias así como las presencias animistas, mecanismos presentes en todos los cuentos del mundo que obedecen a un mismo patrón narrativo remontable a los tiempos en que las historias se contaban al amparo de la hoguera.

Reescritos con intención estética, uno de los rasgos avasallantes y más entrañables son los giros idiomáticos que les confiere Morábito, lo que permite sentir en cada página la sustancia misma de la lengua hablada: más que para la lectura, se trata de un libro que precisa ser escuchado.

Sin embargo, al tratarse de una obra que aglutina una idea de lo mexicano, resulta conflictivo el hecho de que solo se haya trabajado con traducciones al español, puesto que, como menciona David López Cardeña en su texto “Etnología” contenido en Ensayos sobre la cultura de Veracruz, “nuestro país es un mosaico étnico en el que reproducen su existencia 68 agrupaciones lingüísticas o grupos indígenas, todos diferentes, y esto hay que subrayarlo para lograr comprender que como nación somos un entramado de culturas y no una categoría, la de indio, que tanto ha pesado desde su origen como categoría social que implícitamente niega la diversidad en aras de construir un proyecto de homogeneidad cultural mal entendido: lo mexicano”.

No ignoro en lo absoluto que Morábito, en tanto extranjero y practicante de la escritura en una segunda lengua plagada de fantasmas –alimentados por antiguos y renovados rencores–, ha sido sensible a la infamante realidad mexicana, que se revela no solo en los actos lingüísticos donde el clasismo y el racismo son cosa cotidiana (tan proclives en la política, la farándula y la vida diaria), sino en la parte más íntima y delicada, que hace la esencia misma del lenguaje y se revela en sus enunciaciones. Prueba de lo que digo puede leerse en su poema “Recuento”, donde pudo ver con sutileza el mango de desprecio que empuña la daga de la lengua: “A la ciudad más grande / vine a dar, a esta urbe / que nunca cicatriza; / la lengua aquí se esconde / bajo tantas heridas / que hablar es lastimarse / y quien habla mejor / es quien lastima más / el que mejor se esconde.”

Acaso, como sucede en el caso del libro Folktales from India, preparado por A. K. Ramanujan (y publicado por Siruela como Cuentos populares de la India), habría sido necesario –o lo será para ediciones postreras, hechas por varios autores o distintas generaciones– precisar lo que señala la obra india en su subtítulo: A selection from oral tales from twenty-two languages.

México es una nación multilingüe y en todo sentido debe ser tratada como tal.

El trabajo de Morábito consistió en recopilar ciento veinticinco cuentos en español a los que metió mano de distintas maneras, ya sea inventando cierres para dar una mayor congruencia narrativa, sintetizando reiteraciones y en algunos casos fusionando las versiones de un mismo relato. Tratándose de un libro de cuentos, fue más importante la confección exacta de la mentira que un improbable criterio de veracidad. Una auténtica proeza literaria.

Por otra parte, el libro es una pieza de colección prolijamente ilustrado. Las imágenes, que consiguen crear una atmósfera particular en el libro –como si uno se sumergiera en las entrañas encendidas de una región desconocida– son obra de los dibujantes Israel Barrón, Juan Palomino, Isidro R. Esquivel, Manuel Monroy, Fabricio Vanden Broeck, Abraham Balcázar, Santiago Solís y Ricardo Peláez.

No me parece menor señalar como el mayor logro del volumen el hecho de construir, en menos de seiscientas páginas, la imagen de un país heterogéneo y complejo habitado por múltiples lenguas que pactan por un instante a través del español que las aglutina: una fuente hecha de siglos que fecunda se derrama en los oídos que la acogen. ~

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