En 2006, Matar a un Ruiseรฑor, de Harper Lee, encabezรณ el resultado de una encuesta de libreros en el Reino Unido, que preguntaba al pรบblico por el libro que todo adulto debรญa leer antes de morir. La Biblia quedรณ en segundo lugar. Si este es el sitio que ocupa la novela en el afecto de los ingleses, quรฉ decir de Estados Unidos, donde se publicรณ en 1961, en la antesala de la lucha por los derechos civiles, y donde, segรบn una encuesta de 2008, es el libro mรกs leรญdo entre los estudiantes de preparatoria. Matar a un ruiseรฑor –con sus imรกgenes bucรณlicas y a la vez siniestras de una infancia en Alabama, su crรญtica al racismo y sus discursos de igualdad– ya es un referente obligado en literatura estadounidense, y socorrido en la cultura popular y hasta en el discurso polรญtico. No sorprende que, tras la muerte de Lee el 19 de febrero, personajes como Barack Obama hayan declarado que la novela “cambiรณ la forma en la que nos vemos entre nosotros, y la forma en que nos vemos a nosotros mismos”. Inclusive George W. Bush lamentรณ la muerte de esta “lovely lady”.
Las notas pรณstumas suelen recalcar la personalidad reservada de Harper Lee, quien tras la publicaciรณn de Matar a un ruiseรฑor se rehusรณ a participar de la vida pรบblica y del espectรกculo literario, y declarรณ mรกs de una vez que ya habรญa dicho todo lo que tenรญa que decir. Personajes como ella, como Salinger, o Pynchon, parecen fascinar y a la vez exasperar a los fanรกticos y los medios, que por un lado admiran su tenacidad y por el otro la consideran mezquina, como si fuera una falta de generosidad no querer “compartir” mรกs de su vida, sus opiniones y sus creaciones con el pรบblico.
Sin embargo, la advertencia estaba en la novela. A lo largo del libro, el personaje de Boo Radley es vรญctima de los prejuicios del pueblo, que lo considera un hombre desequilibrado y peligroso por no salir de su casa, pero al final resulta ser un hรฉroe. Atticus Finch y el Sheriff de Maycomb, deciden no revelar al pueblo la hazaรฑa de Radley para respetar su deseo de llevar una vida apartada.
La problemรกtica de racismo que plantea la novela ha sido cuestionada por muchos, en particular tras la apariciรณn de Ve y pon un centinela, la polรฉmica “secuela” (que pudo haber sido escrita antes que Matar a un ruiseรฑor) publicada en 2015, en la queel abogado Atticus Finch, de intachable integridad moral en la primera entrega, se revela casi tan racista como los villanos de la historia. Sin embargo, no hay duda de que Matar a un ruiseรฑor es ante todo una apologรญa de la diferencia, en un sentido amplio de la palabra. Asรญ como denuncia los prejuicios, la intolerancia y la discriminaciรณn hacia la poblaciรณn afroamericana, tambiรฉn cuestiona toda una serie de convenciones sociales y de gรฉnero. Se suma a la literatura de los freaks de la รฉpoca, que escribieron autoras como Flannery O’Connor, Shirley Jackson o Carson McCullers (cuyo personaje, Mick Kelly en El corazรณn es un cazador solitario es el tomboy que antecede a Scout, la protagonista de Matar a un ruiseรฑor). Es imposible medir el impacto que la obra de Lee tuvo en la cultura estadounidense, imposible decir quรฉ tanto perdura la mentalidad obtusa que criticรณ en su novela, aunque estรก claro que el racismo sigue presente y cobrando vidas en Estados Unidos. Sin embargo, desde sus pรกginas, Matar a un ruiseรฑor continuarรก su defensa de lo distinto.
(ciudad de Mรฉxico, 1988), es ensayista. Por Foreign Body/Cuerpo extraรฑo (Literal Publishing, 2013) obtuvo el Premio Literal de Ensayo 2013 que convoca la revista Literal.