A mediados del siglo XVI, cuando la pintora Sofonisba Anguissola contaba con veintidós años, dibujó para Miguel Ángel el Niño mordido por cangrejo, obra con la que el maestro reconoció su talento. Cuentan que desde entonces el mismo Miguel Ángel revisaba los bosquejos de Sofonisba y le aconsejaba sobre su estilo. Un estilo que tuvo que desarrollar prácticamente en soledad, ya que su condición de mujer le impedía asistir a cursos de anatomía o dibujar desnudos del natural, además los Anguissola pertenecían a la baja nobleza italiana y se consideraba indigno que participara en talleres o que vendiera sus propias obras. Sofonisba cultivó una nueva manera de retratar diseñando composiciones en las que sus personajes posaban informalmente. Ella utilizó a los miembros de su propia familia como modelos. Era la mayor de siete hermanos. Su padre se preocupó por la educación de sus hijas, algo bastante excepcional para la época, y tanto Sofonisba como sus hermanas fueron instruidas en Latín, Música y Bellas Artes. Así fue como las Anguissolas empezaron a pintar, aunque de ellas la única que llegó a destacar fue Sofonisba. Su fama le llevó a recibir una invitación de la Corte de Felipe ii en donde vivió muchos años como dama de la reina y pintora real. En aquella época realizó gran cantidad de retratos oficiales, algunos de los cuales fueron injustamente atribuidos al pintor Alonso Sánchez Coello durante muchos años. Tal es el caso del retrato de Felipe ii en mediana edad.
Lamentablemente la historia ha procurado sepultar a las mujeres y sólo en los últimos años se ha ido rescatando la autoría de obras que, atribuidas a Zurbarán, Pacheco o Tiziano entre otros, constituyen parte del legado de Sofonisba Anguissola. Pero citando a Carmen Boullosa: “Si los siglos le arrebataron la gloria no fue porque Sofonisba Anguissola pintara como un camaleón. Su espíritu es inimitable. Esta novela se suma a lo que los amantes de su obra vienen intentando hacer desde hace cien años: restaurar su lugar en la historia del arte.” La virgen y el violín rescata además el ambiente de hace quinientos años en donde no sólo pintoras sino también escritoras hicieron valer su talento, a pesar del silencio histórico al que se vieron condenadas durante tantos años. Se agradece por tanto el trabajo de investigación que hace de este libro no sólo una gran novela, sino un importante documento de resistencia a la presión machista y patriarcal que ha insistido en enterrar nombres como los de la escritora y pensadora veronesa Issota Nogarola o la también pintora de corte –esta vez, de la corte inglesa– flamenca Levinia Teerlink.
Carmen Boullosa nos adentra en la apasionante vida de la artista valiéndose del artificio de un personaje enamorado: Renzo Klotz, vecino de Sofonisba y su más entusiasta seguidor. Ambos son los protagonistas de una trágica historia de amor. Los dos son naturales de la ciudad de Cremona en Lombardía. Allí crecieron los Anguissola y allí nació también el primer Stradivarius:de ahí el título. La pintora lombarda se casó muy tarde, en 1571, tras la muerte de Isabel de Valois cuando Felipe ii arregla su matrimonio. Con estilo directo y cercano la autora conduce al lector por la sinuosa línea de la ficción histórica. Nadie debería llamarse a engaño, La virgen y el violín es una obra literaria que se instala en el Renacimiento para narrar las tribulaciones de unos personajes que un día poblaron, o no, Europa. La narradora de esta ficción es una cronista ubicua que no revela su identidad pero que sigue minuciosamente los pasos de Sofonisba y de quien tal vez más la quiso, el hacedor de violines, el joven y literario Renzo. Así vive la Sofonisba de Boullosa que palpita en las páginas y se dibuja en la imaginación plástica del lector dirigida por el medallón de la portada. Se trata de un autorretrato sobre fondo verde en el que destacan los ojos enormes y ávidos de Sofonisba y el misterio del escudo que sostiene con las iniciales R y K, primer pretexto que le sirvió a Boullosa para encender su imaginación y crear a Renzo. En esta cuidadísima edición de Siruela encontramos también reproducciones de tres cuadros paradigmáticos de la italiana: La partida de ajedrez, Retrato de Elena Anguissola y La dama del armiño.
A Sofonisba se le atribuye la frase: “La vida está llena de sorpresas, intento capturar estos preciosos momentos con los ojos bien abiertos.” Muchos elementos pueblan La virgen y el violín: el lenguaje plástico convive con el literario, la crónica en prosa con la crónica cantada de Magdalena la africana, y la tercera persona con el género epistolar. El lector que se adentre en esta aventura deberá hacerlo también con los ojos de Sofonisba; bien abiertos. ~