Las metamorfosis de la cabellera ficticia

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Luigi Amara

Historia descabellada de la peluca

Mรฉxico, Anagrama, 2014, 234 pp.

Johan Huizinga, al escribir sobre el juego en Homo ludens, nos recuerda que somos algo mรกs que seres de razรณn, a pesar de que los serios historiadores quieran ocuparse muy poco de este carรกcter irracional, casi trivial, de lo humano. En las actividades que producen el ocio y el tiempo libre es donde muchas veces se esconde nuestra esencia contradictoria, aquello que nos define y nos revela. Historia descabellada de la peluca, de Luigi Amara, explora precisamente un tema trivial, ocioso, de esos que poseen la permanencia de lo insignificante y que pueden explicar, a travรฉs de un simple objeto, las interrogantes de nuestra psique. No esperemos encontrar aquรญ un orden cronolรณgico, un marco teรณrico que nos ampare del desorden y la digresiรณn, o un listado infinito de datos sรณlidos. Lo que tenemos en cambio es un libro desorbitado, como su prรณlogo lo indica, una serie de ensayos que bien pueden ser leรญdos al antojo, pues personajes de tan diversos momentos histรณricos coinciden aquรญ solo por un pretexto comรบn: la peluca que coronaba su identidad y sus intenciones. “Antes que un dispositivo de ocultamiento –nos dice el autor– la peluca es un antifaz mental, una contraseรฑa para la metamorfosis, velo invisible y paradรณjico que excita a que nos reinventemos.” Amara seรฑala tambiรฉn que la peluca, relacionada con la mรกscara o el disfraz, ha tenido su propia historia, “prosiguiรณ una vida paralela fuera de esos espacios rituales, al margen del tiempo excepcional de los trances y las fiestas sagradas”. Es por esto que vale la pena dedicarle un libro entero. En la cabeza de Casanova o Mesalina, de Andy Warhol o Cindy Sherman, de Thomas Jefferson o Andre Agassi, la peluca ha adquirido diversos significados, algunos de ellos totalmente incompatibles, prueba de nuestra disparatada condiciรณn.

La prosa de Amara, artificiosa, decorativa, enredada como una peluca, abunda en expresiones cotidianas que lejos de ser una broma repetitiva sirven tambiรฉn para convertir este libro en un muestrario constante del lenguaje que circunda al cabello, lo cual es prueba de lo importante que es para nosotros su presencia, su estado, o en su caso, su ausencia y sustituciรณn por medio de los postizos. “El vรญnculo entre el pelo y el horror es tan รญntimo, tan espontรกneo, que del erizamiento del pelo deriva la palabra misma”, dice Luigi para recordarnos que horreo significa “ponerse los pelos de punta”. En “Al otro lado del espejo del horror” y “Vendrรก la muerte y tendrรก peluca” se explican estos significados duales del cabello y la cabellera falsa, y cรณmo pueden hablarnos tanto de la vida como de la muerte: arqueรณlogos y profanadores de tumbas han descubierto que el cabello y su seducciรณn no dejan este mundo con nosotros, continรบan decorando incluso nuestra calavera en descomposiciรณn “con un esplendor y vitalidad que en tales condiciones roza lo macabro”. De igual forma, en “La peluca de Andy Warhol” y en “Una navaja de nombre guillotina” se muestra cรณmo la peluca puede defender causas opuestas de acuerdo al momento y a los ideales de quien la porta: prueba de vanguardia o de arcaรญsmo, de una pasiรณn libertadora, revolucionaria, o de un espรญritu monรกrquico a punto de caer por sus excesos. Estos ensayos tratan lo mismo de los grandes y pequeรฑos momentos de la peluca en la historia, cuando se popularizรณ hasta el ridรญculo o cuando fue sustituida por la melena natural, cuando era moderada o por el contrario alcanzรณ alturas desproporcionadas, cuando era el elemento mรกs vivo de las estatuas clรกsicas o cuando los jueces no podรญan hacer justicia sin ella.

Amara es capaz de dibujar a Kant, Descartes, Locke, Rousseau, Hume y otros tantos filรณsofos como una banda de empelucados que sin embargo fingen no otorgar ni una sola reflexiรณn a sus postizos, ignorados y a la vez indispensables: “dos largos siglos en que el discurso elevado, expurgador acรฉrrimo de lo trivial, no pudo prescindir del rito de ataviarse con pelos prestados”. A la luz de esta imagen es posible incluso cuestionar los ideales de “los paladines del sapere aude” y sospechar, “¿era [la peluca] un signo de distinciรณn incluso para quienes no se cansaban de insistir en la igualdad entre los hombres?”.

El autor defiende su derecho (y el de todos) al fetichismo, como algo mรกs que una patologรญa, y lleva su obsesiรณn al punto de afirmar que si tuviera que enviar un objeto a los marcianos, con la intenciรณn de describirles el sentido de la vida, este serรญa una peluca: un regalo fascinante, revelador y a la vez gran motivo de conjeturas para esos seres que imaginamos de cabeza calva e interesados en descifrar las reglas de la cotidianidad terrestre. La peluca alcanza significaciones cรณsmicas y futuristas que pocos se han detenido a notar: por decir una, la cabellera desprendida de Berenice que surca el firmamento y aรฑora regresar a la cabeza de la reina, aunque esto solo serรญa posible si ocurriera una catรกstrofe cรณsmica que la hiciera caer con todos los astros; en este ensayo tambiรฉn tienen cabida aquellas series de televisiรณn que no podรญan imaginar la ciencia ficciรณn sin atavรญos de pelo artificial brillante: una forma de volver mรกs evidentes las fantasรญas erรณticas detrรกs de las abducciones.

La peluca ha sido partรญcipe tanto de los grandes crรญmenes como de los grandes romances, motivo de repulsiรณn y tambiรฉn de devociรณn y religiosidad en los cristos y vรญrgenes de las iglesias. Este libro seรฑala lo que siempre ha estado ahรญ, frente a nuestros ojos y que, sin embargo, fingรญamos no notar, tal vez por este temor a pasar por personas superficiales. Una de sus virtudes es hacernos reflexionar sobre nuestros propios acercamientos al mundo de las pelucas: recuerdo, por ejemplo, la ocasiรณn en que acompaรฑรฉ a una amiga en tratamiento de quimioterapia a comprar una. En esa bรบsqueda por salones de belleza, nos impresionaron la variedad de colores, estilos y la gran diferencia, muy sonada, entre las de cabello natural y sintรฉtico. En nuestros andares encontramos mรกs tiendas de las que creรญamos haber visto y descubrimos incluso a una diseรฑadora en la ciudad de Mรฉxico que se jactaba de haber hecho pelucas para Jacqueline Kennedy. Fue ella quien mรกs insistiรณ en que las pelucas eran para todos, y que habรญa detrรกs de ellas motivos y propรณsitos mรกs diversos que simplemente ocultar la calvicie. El libro de Amara, cรณmplice de esta esteticista, vuelve visibles las metamorfosis de la peluca a lo largo de la historia y uno se pregunta cรณmo es que se ha podido vivir sin una para enfrentar dรญa con dรญa el teatro de la vida humana. ~

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Es traductora, guitarrista de Doble vida y autora de los libros Amigo o enemigo y Fรกbulas del edificio de enfrente.


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