Conquistar una parcela de soledad en Buchenwald parecĆa imposible. Para ello, y entre la muchedumbre de prisioneros atestados en la plaza central del campo durante los recuentos de las SS, Jorge SemprĆŗn recitaba poemas de sus autores queridos. Las palabras de Federico GarcĆa Lorca le salvaban, le permitĆan escapar, aunque momentĆ”neamente, de la barbarie. Liberado el campo de concentraciĆ³n nazi, en abril de 1945, el escritor madrileƱo venciĆ³ a la muerte. TendrĆan que pasar 47 aƱos para que SemprĆŗn volviese al lugar donde fue reo del Tercer Reich. El 8 de marzo de 1992 se sumergiĆ³, de nuevo, en el duelo de la memoria. Este hecho fue el punto de partida de La escritura o la vida, excepcional testimonio de un autor que viviĆ³ parte de las costuras del pasado siglo: āHasta entonces, siempre me habĆa negado a volver. No habĆa experimentado la necesidad ni el deseo, por todo tipo de razonesā, comenta en su libro.
Este otoƱo se cumple el 25 aniversario de la ediciĆ³n en Francia, a cargo de Gallimard, de una de las grandes piezas de la literatura concentracionaria, que no llegĆ³ a EspaƱa hasta un aƱo despuĆ©s. Y si La escritura o la vida es un texto capital de la literatura del siglo pasado es por la cantidad de reflexiones que introduce: sobre la forma de superar lo inefable y cĆ³mo contar el horror, la imposibilidad de separar lo que se recuerda de la literatura y de la ficciĆ³n o, entre otras cosas, la relevancia de conocer el pasado y la memoria como antĆdoto para no repetir los grandes traumas del siglo. SemprĆŗn fue uno de sus grandes testigos: nacido en 1923, de padres republicanos, se exiliĆ³ en 1936 a La Haya hasta el final de la Guerra Civil, desde donde pasĆ³ a ParĆs. Poco despuĆ©s de iniciar sus estudios de FilosofĆa se uniĆ³ a la Resistencia, pero en 1943 fue capturado por los nazis y enviado a Buchenwald. Con el final de la contienda mundial, y de vuelta en ParĆs, empezĆ³ a tomar importancia en el nĆŗcleo duro del PCE y Carrillo lo enviĆ³ a EspaƱa, donde actuĆ³ en la clandestinidad hasta inicios de la dĆ©cada de los sesenta para, poco despuĆ©s, ser expulsado del partido junto con su amigo Fernando ClaudĆn. La Pasionaria, contraria a las ideas aperturistas de ClaudĆn y SemprĆŗn, definiĆ³ a este Ćŗltimo como āintelectual cabeza de chorlitoā. La expulsiĆ³n coincidiĆ³ con el inicio de la carrera literaria del madrileƱo, que publicĆ³ en las siguientes dĆ©cadas obras imprescindibles como El largo viaje (1963), AutobiografĆa de Federico SĆ”nchez (1977) o Aquel domingo (1980), entre otras. Y pocos aƱos antes de la publicaciĆ³n de su gran obra, aceptĆ³ unirse al gobierno socialista de Felipe GonzĆ”lez como Ministro de Cultura, en 1988, posiciĆ³n que desempeĆ±Ć³ durante tres aƱos.
Sus experiencias toman un protagonismo destacado en todos sus grandes textos. Aunque utilice otras identidades e introduzca aspectos novelados, siempre transluce el yo de SemprĆŗn de un modo u otro. Y esta forma de narrar alcanza su culmen en La escritura o la vida, la mĆ”s admirable de sus obras, como defiende el que fue su amigo Mario Vargas Llosa. Pero Āæpor quĆ© titula asĆ a su libro? La disyuntiva hace referencia a la decisiĆ³n que SemprĆŗn tuvo que tomar cuando volviĆ³ del campo de concentraciĆ³n. Aunque reconoce que habĆa querido ser escritor desde que era un niƱo, decidiĆ³ optar āpor el silencio rumoroso de la vida en contra del lenguaje asesino de la escrituraā. Esto es, SemprĆŗn creyĆ³ que contar lo que habĆa vivido en la Alemania nazi lo acercaba a la muerte, por lo que apostĆ³ por el olvido, por la estrategia de la amnesia voluntaria. Quiso poner distancia con el traumĆ”tico recuerdo. Una estrategia muy distinta de la que emplearon, por ejemplo, Primo Levi o Robert Antelme, que tras su regreso no tardaron en escribir Si esto es un hombre o La especie humana, respectivamente. Estos apostaron por la urgencia del testimonio, mientras que SemprĆŗn necesitĆ³ olvidar para sobrevivir. Tuvo que alejarse de sĆ y de su experiencia: āMe convertĆ en otro para poder seguir siendo yo mismoā. Y ese otro, especialmente, fue Federico SĆ”nchez, su principal alias como clandestino en la EspaƱa franquista.
Dieciocho aƱos despuĆ©s finaliza su amnesia voluntaria con El largo viaje, donde usa un mecanismo que emplea en toda su obra y con especial hondura en La escritura o la vida: ficcionalizar la memoria y hacer arte de ella, su idea de que el artefacto artĆstico y literario era imprescindible para evocar el recuerdo, en detrimento de una descripciĆ³n fidedigna de la realidad. AsĆ lo justifica en La escritura o la vida: āĀæCĆ³mo contar una historia poco creĆble, cĆ³mo suscitar la imaginaciĆ³n de lo inimaginable si no es elaborando, trabajando la realidad, poniĆ©ndola en perspectiva? Ā”Pues con un poco de artificio!ā. Una tĆ”ctica que le permite encarar el trauma con mayor madurez. Escribe que los cadĆ”veres estaban contorsionados como personajes de El Greco y que los paseantes de Buchenwald como Ć©l le evocaban la figura El hombre que camina, del escultor suizo Alberto Giacometti. Las citas, en este libro, son importantĆsimas. La enciclopedia de SemprĆŗn es caudalosa y aparecerĆ”n, a modo de recuerdos, versos de Paul Celan, CĆ©sar Vallejo o RenĆ© Char, que le despiertan imĆ”genes de su cautiverio. Persigue privilegiar la verosimilitud sobre la verdad, no separar lo mnemĆ³nico de la Historia y, para ello, no duda en ficcionalizar su experiencia narrada.
De este modo, La escritura y la vida se convierte en una reflexiĆ³n continua sobre la memoria, sobre la necesidad de esta frente al olvido, ya que, como escribe, habrĆ” un dĆa en el que no quedarĆ”n supervivientes: āY nadie serĆ” capaz de decir, con palabras surgidas de la memoria carnal y no de una reconstrucciĆ³n teĆ³rica, lo que habrĆ”n sido el hambre, la angustia, la presencia cegadora del Mal absolutoā. Y para despertar el recuerdo se distancia de la narraciĆ³n cronolĆ³gica, relata el mismo hecho desde distintas perspectivas āen una suerte de narraciĆ³n elĆpticaā y, con ello, supera el mito de lo inefable: si ha sucedido, se puede contar.
Las pĆ”ginas del libro constituyen una evocaciĆ³n constante de cualquier tema que conecte con su experiencia en el Lager. No dudarĆ” en refutar a Ludwig Wittgenstein su mĆ”xima sobre la imposibilidad de vivir la muerte. Ćl la viviĆ³, reflexiona SemprĆŗn, no solo por haber vuelto con vida del infierno, sino tambiĆ©n al haber presenciado la muerte del que fue su maestro Maurice Halbwachs, quien nunca volviĆ³ de Buchenwald. Este, como tantos otros, fue uno de los āhundidosā a los que se refiriĆ³ Levi. Como el italiano, SemprĆŗn escribiĆ³ que ālos aparecidos tienen que hablar en lugar de los desaparecidos, los salvados en el lugar de los hundidosā. Un cuarto de siglo despuĆ©s de su publicaciĆ³n, las pĆ”ginas del autor madrileƱo continĆŗan interpelando al lector a no olvidar, a hacerse preguntas sobre la naturaleza del hombre y del mal. Y todo ello, con un testimonio bellĆsimo, donde la literatura es siempre aliada del acto de recordar: la escritura o la vida.
Elios Mendieta es periodista. Es autor de 'Memoria y guerra civil en la obra de Jorge SemprĆŗn' (Escolar y Mayo).