El escritor y activista político francés Jules Vallès nació en 1832.Tenía quince años cuando estalló la revolución de 1848. Por razones obvias se libró de la de 1830. Pero no pudo (y no quiso) evitar su participación en la insurrección popular de 1871, la Comuna de París. Catorce años más tarde, en 1885, muere en la misma ciudad donde ambientó algunos de sus títulos más inolvidables.
La historia francesa del siglo XIX dibuja a grandes rasgos las pulsiones revolucionarias del siglo XX. Dibuja no sólo sus cuotas utópicas sino también sus fracasos y sus inmensas desilusiones. Si hubiera que remitirse a dos novelas paradigmáticas de dicha época social y política, probablemente ésas serían La educación sentimental de Gustave Flaubert y La jauría de Émile Zola. Estas dos novelas recrean las mismas convulsiones sociales y modelos institucionales. Estamos hablando de la segunda mitad del siglo XIX, del llamado Segundo Imperio de Napoleón Bonaparte tras el golpe de estado de 1851. Flaubert radiografía las ilusiones perdidas, tras el fracaso del 48. Y Zola, el afán de enriquecimiento fulminante de la nueva burguesía en el poder. En este contexto histórico habría que situar la obra de Jules Vallés. En este fermento ideológico, al que ni siquiera un poeta tan aparentemente ensimismado en sus proyectos líricos como Charles Baudelaire fue ajeno.
Los lectores deben conocer a este escritor francés seguramente por su trilogía novelística de acentuado carácter autobiográfico Jacques Vingtras, alter ego indisimulado del propio autor. Durante la década de los setenta, en España se editaron los tres tomos de esta trilogía: El niño (1879), El bachiller (1881) y El rebelde (1886, póstuma). Ahora contamos con Recuerdos de un estudiante pobre, editado por la misma editorial que hace un años publicó El testamento de un bromista. Si en éste último Vallès hablaba de su niñez y denunciaba el sistema educativo francés, su arbitrariedad y su crueldad, a través de otro alter ego, llamado Ernest Pitou, en el primero nos relata sin máscaras de ningún tipo su vida durante el bachillerato, sus años de pobreza en París, además de ilustrarnos de manera impecable acerca de un asunto de corruptela académica digna de figurar en los anales de la picaresca estudiantil de todos los tiempos: me refiero a los llamados pasadores, esos estudiantes o “negros” profesionales que se dedicaban a reemplazar a camaradas suyos en los exámenes a cambio de un modesto pecunio.
Nada de lo que nos relata Jules Vallès en este libro de memorias nos es absolutamente extraño. Nos lo podemos imaginar con sólo hacer un esfuerzo de recreación histórica. Lo sabemos por otras novelas, incluida la literatura folletinesca, además de la transfiguración en ficción que opera Vallès a partir de su propia existencia. Pero hay un concepto que está gravitando en este libro de manera llamativa y que yo creo que no se debería desperdiciar: me refiero a la idea de bohemia. Todos conocemos la novela de Henry Murger Escenas de la vida bohemia. Sabemos que este libro sirvió de texto para la célebre ópera de Puccini. El bohemio es un perfil sociológico que nunca encontró fácil acomodo en el imaginario burgués. En Francia comienza a acuñarse este término casi al borde mismo de la monarquía de Julio. Todo lo que haga referencia a vivir y comprender el mundo desde los márgenes de la sociedad burguesa, encontrará en el bohemio su expresión (psicológica y formal, porque el atuendo personal también contaba) más relevante y contestataria. Estos Recuerdos de un estudiante pobre tienen mucho de estas circunstancias conceptuales. El espacio que Vallès rescata tiene todo el atractivo y la fascinación de ese contradictorio sentido aristocrático que dibuja de la pobreza. La pobreza material pero también la pobreza dentro de la cual acampa provocativamente la insurgencia de los sentidos en bandole-ra y la inteligencia para desmontar las cerriles fórmulas pequeñoburguesas de la monarquía bonapartista. Pero no todos los bohemios que pululaban por París acabaron igual. Algunos, como magistralmente enseñó Flaubert en La educación sentimental, transigieron. Karl Marx y Walter Benjamin escribieron sobre esta espinosa y apasionante materia. Yo recomiendo el libro del ensayista italiano Enzo Traverso Cosmópolis (con traducción al castellano de Silvana Rabinovich y editado por la Universidad Autónoma de México, en 2004). Hay aquí un capítulo que se titula “Bohemia, Exilio y Revolución: Notas sobre Marx y Benjamin”, que me parece que complementará perfectamente el placer que les depararán los recuerdos del bohemio incorregible que fue siempre Jules Vallès. ~