¿Seguimos hablando de Paz?

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Ángel Gilberto Adame

Octavio Paz. El misterio de la vocación

Ciudad de México, Aguilar, 2015, 246 pp.

La nueva edición de la Bibliografía crítica de Octavio Paz, de Hugo J. Verani (2015), tiene 9,904 entradas. En una “Posdata”, el autor nos avisa que aunque el periodo de su investigación abarca hasta fines del 2012 incluye seis libros sobre Paz que aparecieron en los primeros meses de 2013. En Octavio Paz: el calendario y su doble, un trabajo inédito de Adolfo Castañón, el periodo que va de 2013 a 2015 queda cubierto. Construido a la manera de un calendario prehispánico, en este libro coinciden un calendario “solar” (el de las fechas en que Octavio Paz fue publicando sus obras) y otro “lunar” (un repertorio conmemorativo y crítico de la bibliohemerografía que sobre el poeta apareció entre marzo de 2013 y mayo de 2015). Allí se muestran 282 entradas y se registran actividades sobre Paz y homenajes al poeta en catorce países y veintitrés ciudades. Concluido ese recuento, una nueva avalancha de notas, entrevistas y reseñas apareció en la prensa pues nuevos libros sobre el poeta habían sido publicados. Uno de los más recientes es Octavio Paz. El misterio de la vocación de Ángel Gilberto Adame (Ciudad de México, 1967).

Dice Christopher Domínguez Michael, en el prólogo de este volumen, que la investigación de Adame, notario de profesión, lo obligó a modificar datos durante la escritura de su Octavio Paz en su siglo, lo que representó “una angustia del orden demoníaco para el biógrafo y no se diga, para los editores”. No solo para él, imagino, pues todos aquellos a quienes nos interesa Octavio Paz hemos revisado los artículos de Adame publicados en la Zona Paz de Letras Libres y hemos encontrado más de un descubrimiento que da un vuelco a nuestras percepciones o ideas acerca de la vida del poeta.

Hago énfasis en las labores profesionales del autor de este libro sorprendente porque nada parecería más alejado de la vida y obra de Octavio Paz que la mirada crítica de un notario; digo mirada crítica porque este libro la contiene. Sin embargo, lo sorprendente de este volumen –y sobre ello volveré más adelante– no proviene solo de los notables hallazgos de Adame: el seguimiento y encuentro del amigo de Paz, José Bosch; los pormenores de la boda y divorcio de Paz y Elena Garro –que despejan tantas dudas creadas, sobre todo, por la propia Garro, Helena Paz y sus “biógrafos”–; la corroboración de lo que circulaba como un murmullo: la supuesta vigilancia de la Dirección Federal de Seguridad sobre el poeta o su intervención en la que, hasta ahora, me parecía historia increíble: la amenaza de la Liga Comunista 23 de Septiembre, en 1980. Esos –entre otros apuntes biográficos relativos a los familiares y amigos de Paz o su trunca trayectoria académica– son algunos de los hitos del libro que, documentos en mano, podemos ahora comprobar.

No obstante, el apartado referido a la situación de Paz en 1968 es, quizá, el apartado que con mayor frecuencia se citará en años posteriores. El capítulo dedicado a las “Perspectivas históricas y jurídicas” de este caso nos revela que Paz no renunció a la embajada de la India en sentido estricto, a pesar de que sí existía esa figura legal. “Formalmente –nos dice el autor después de una exhaustiva revisión de los archivos y la legislación correspondiente– Paz renunció al Servicio Exterior el primero de septiembre de 1971.” Adame muestra las posibles razones de Paz para solicitar su disponibilidad, mediante la cita de su correspondencia con Charles Tomlinson y Carlos Fuentes en esa época y en la que se hace evidente que ya deseaba jubilarse del cargo y hacía trámites para ello. Apunta también que cuando viajó a Francia, después de separarse del cargo, aún fue vigilado por el embajador Silvio Zavala, quien “espió durante varios meses sus actividades públicas y privadas” y finalmente solicitó la expulsión de Paz de territorio francés, petición que no fue atendida por el presidente.

La circunstancia de su separación del cargo, ¿demerita en algo el gesto político de Paz? Ya Domínguez Michael apunta en el prólogo que si bien es necesario investigar aún más sobre el asunto, la postura de Paz revestía, y reviste aún, un carácter moral de difícil parangón, dadas las implicaciones políticas y sociales que ello tuvo para el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. Es aquí, pero durante todo el libro también, donde se hace evidente la postura del biógrafo que sorprende por su imparcialidad.

En el enorme cuerpo de la bibliografía crítica del poeta –y más allá de los acercamientos estrictamente académicos sobre su poesía–, podemos distinguir con transparencia dos actitudes: así como hubo un tiempo en que nuestro mundo cultural se dividía entre “monsivaítas” y “octavianos”, o entre “nexistas” y “vueltistas”, por no irnos más atrás, podemos leer esta voluminosa rama crítica de nuestra cultura en el siglo XX distinguiendo a los pacianos de los antipacianos. Hoy, cuando se han publicado los libros que alrededor de Paz escribieron quienes fueron miembros del consejo editorial de Vuelta, podríamos hacer una distinción más y entre los “pacianos” acotar a la familia literaria que acompañó a Paz durante muchos años y cuya crítica como grupo, necesaria, excede el espacio de esta nota y debe realizarse aparte, advirtiendo la mirada que sobre Paz se desprende de esos rostros familiares que lo admiran pero discuten con él, lo refutan muchas veces, incluso lo regañan o le reclaman, y que construyen –con sus dudas, respuestas y su propia mirada– uno de los más interesantes y valiosos testimonios no solo sobre Paz sino sobre toda una época de nuestro país pero también del mundo, considerando la amplitud de intereses y actividades del poeta.

Muertos los principales antagonistas o compañeros de ruta contemporáneos de Paz, el poeta queda solo frente a su propia biografía y ahí, sin otro apasionamiento que el de la búsqueda de una verdad, se instala Adame para ofrecernos no una interpretación y sí datos objetivos, comprobables. Su búsqueda, “fruto de la conjunción de tres elementos: pasión, admiración y obsesión”, nos devuelve pasajes desconocidos de la vida del poeta y una magnífica iconografía (en sus páginas podemos ver, por ejemplo, una preciosa fotografía de Paz con los integrantes de Barandal en 1931 o también con varios de los miembros de su familia; la amenaza de la Liga 23 de Septiembre, entre otros documentos oficiales, o un retrato hablado de Bosch y un fragmento de su carta desdeñosa sobre Paz). Toca también otros asuntos cuya dilucidación compete no solo a la historia personal de Paz, sino a la del país.

Al inicio de esta nota comenté el número de menciones, artículos, libros y homenajes, nacionales e internacionales, que Adolfo Castañón reporta en solo dos años, aunado al impresionante número de las entradas consignadas en la Bibliografía crítica de Verani. A la vista de tanto, uno podría preguntarse ¿por qué seguir hablando de Paz? Más que respuestas, Paz –su obra y su pensamiento– nos ofreció preguntas que aún no respondemos y que nos conciernen todavía. Su vida es parte también de esas preguntas y Adame, que lo sabe, ha puesto en juego su propia vocación para responderlas. ~

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(Ciudad de México, 1961) es poeta, ensayista y editora de poesía en Letras Libres. Este año su libro Estrella de dos puntas. Octavio Paz y Carlos Fuentes: crónica de una amistad (Ariel, 2020) recibió los premios Mazatlán de Literatura y Xavier Villaurrutia.


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