De un tiempo a la fecha, una y otra vez leo o escucho que las series, antes de televisiรณn, ahora de televisiรณn e internet, estรกn ocupando el lugar de las novelas, que los grandes novelistas del pasado serรญan hoy guionistas, que los mejores programas son comparables a las grandes novelas (aclaro de una vez que me gustan las series y he visto muchas con placer, pero estoy esperando que alguien argumente, seriamente, que tal o cual es equiparable a Los hermanos Karamazov o La montaรฑa mรกgica, por no mencionar el Quijote o el Tristram Shandy). Algo parecido se dijo cuando apareciรณ el cine y no faltaron quienes, con el advenimiento de las pelรญculas, pronosticaran la muerte de la novela. Evidentemente no ocurriรณ asรญ y el cine y la novela han acabado por convivir con cierta armonรญa. No que el surgimiento del cine, desde luego, no afectara, y profundamente, a la novela (de hecho, debiรณ afectarla mรกs, ahora dirรฉ por quรฉ). Por una parte, se convirtiรณ en la forma masiva de ficciรณn, superando y desplazando en pรบblico a la novela; por otra, mรกs importante, volviรณ obsoletos ciertos recursos narrativos verbales que no pueden competir con la imagen y cierto tipo de novela, fundamentalmente realista, cuya historia, a partir de entonces, podรญa ser mucho mejor contada por el cine. La novela tardรณ en darse cuenta y lo increรญble es que muchos novelistas, a la fecha, parecen seguir sin darse cuenta; continรบan contando sus historias de realismo rancio y tradicional como si no existiera, desde hace cien aรฑos, otro medio que las podrรญa contar mucho mejor. Esto no sucede, desde luego, con las grandes novelas, esto es, con aquellas que no pueden ser otra cosa que un artefacto verbal. Exagerando un poco, podrรญa decirse que si una novela puede adaptarse perfectamente a un medio visual, si no pierde nada (no se diga si es mejor al texto mismo), no es una buena novela. Lo mรกs importante que tiene que decir la novela, lo especรญficamente novelesco, solo puede decirse a travรฉs de palabras, asรญ como lo especรญficamente cinematogrรกfico solo puede expresarse mediante imรกgenes.
Sin embargo, aparte de la miopรญa que hace pensar que una nueva forma de ficciรณn visual va a superar a la novela, sรญ creo observar, sobre todo entre las generaciones mรกs jรณvenes, un cierto desplazamiento de interรฉs de la narrativa literaria a la visual, bien representado por la pasiรณn y el entusiasmo que despiertan las series. No hay por quรฉ desgarrarse las vestiduras: es perfectamente posible leer novelas y ver series y pelรญculas, y los mรกs capaces entre ellas lo hacen y harรกn tambiรฉn espacio para las nuevas formas de ficciรณn que se presenten, pero no todos, me temo; algunos pertenecen cada vez mรกs a un mundo de imรกgenes y menos de textos, y cada vez serรก mรกs difรญcil que puedan o les interese seguir el desarrollo de una ficciรณn literaria seria a lo largo de quinientas pรกginas o que prefieran, en todo caso, ver cinco capรญtulos seguidos de una serie. Y, seamos francos, se necesita un mayor esfuerzo intelectual para sentarse a leer Ana Karรฉnina que para apoltronarse frente a la televisiรณn o la computadora a ver la รบltima temporada de Girls (que, por cierto, debo ver); leer una novela requiere una concentraciรณn y un trabajo que, frente a la gratificaciรณn inmediata del entretenimiento visual y su facilidad de consumo, no resultan necesariamente atractivos.
Es probable que, en un futuro no muy lejano, el lector serio de novelas sea un espรฉcimen cada vez mรกs raro y que la novela retroceda aรบn mรกs frente a las ficciones en las pantallas. Y no, no estoy profetizando la enรฉsima muerte de la novela, creo que hay novela para rato (no para la eternidad, pues todo gรฉnero literario es un producto histรณrico, e igualmente absurdo habrรญa sido pensar que la tragedia clรกsica o el poema รฉpico durarรญan para siempre), pero sรญ, tal vez, una profunda modificaciรณn en su relaciรณn con el pรบblico que implicarรก una reducciรณn de este, como ha ocurrido con la poesรญa o con el teatro. El arte de leer novelas, como el de leer poesรญa, serรก un arte minoritario. Pero dije que no me iba a desgarrar las vestiduras y noto que ya me las estoy desgarrando. Basta: estoy terminando de leer una novela de David Lodge y, ademรกs, tengo pendiente el final de Flaked.
(Xalapa, 1976) es crรญtico literario.