En El canon occidental, Harold Bloom propuso una selección de aquellos textos de lectura imprescindible porque “la vida es corta y hay que elegir bien qué leer”. Su selección se limitó a veintiséis autores, entre ellos solo tres mujeres –Jane Austen, Emily Dickinson y Virginia Woolf– y dos latinoamericanos –Jorge Luis Borges y Pablo Neruda–. Veintiocho años después de su publicación, la escritora argentina Clara Obligado asumió la ambiciosa misión de coordinar un compendio que cuestionara el canon bloomiano y a su vez reflejara la riqueza de la literatura latinoamericana, sin incluir a los autores del boom.
Atlas de literatura latinoamericana (Arquitectura inestable), editado por Obligado e ilustrado por Agustín Comotto, es un precioso volumen que en veinte apartados, uno correspondiente a cada país de la región, ofrece breves perfiles sobre uno o varios escritores. La distribución del número de entradas por país fue arbitraria dependiendo del “tamaño” de las literaturas nacionales, de manera que Argentina, Chile, Colombia, Cuba, México, Perú y Venezuela ocupan más páginas frente a los países centroamericanos que solo cuentan con una o dos entradas.
El Atlas es una obra colaborativa que reúne a 47 escritores de América Latina, España e Inglaterra que escribieron sobre cincuenta autores latinoamericanos. Con breves ensayos en primera persona, los reseñistas invitan a los lectores a acercarse a escritores poco conocidos fuera de sus países de origen u olvidados a través del comentario de aquellos aspectos novedosos y atractivos de sus principales obras literarias. Mariana Enríquez recomienda a Silvina Ocampo, Ana María Shua a Augusto Monterroso, Antonio Ortuño a Jorge Ibargüengoitia, Fernanda Trías a Marosa di Giorgio y Juan Casamayor a María Luisa Elío, entre otros. La pluralidad de miradas de los comentaristas demuestra que atrás quedaron los tópicos “civilización y barbarie” que durante siglos se usaron para analizar la producción cultural latinoamericana.
A pesar de que la principal característica del Atlas es la ausencia consciente de las grandes figuras –por ejemplo, Borges, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Octavio Paz, Juan Rulfo–, esta no implica un olvido. En el prólogo, Obligado justifica su decisión de enfocarse en autores poco reconocidos porque “la literatura es un gran sistema de citas”, de manera que aunque los escritores canónicos no fueron incluidos “están representados su impulso germinal, su eco, su mundo”. No en balde la primera palabra en el libro es “Borges” y constantemente aparecen los nombres de estos autores en las entradas dedicadas a otros.
Continuación del proyecto que Nórdica Libros inició en 2017 con la publicación del Atlas de literatura universal. 35 obras para descubrir el mundo, el volumen latinoamericano también posee el tono cercano y ameno, apartado del lenguaje de la academia aunque varios de los participantes son catedráticos e investigadores, al hablar de los autores y sus obras, y también comparte el propósito inicial de despertar la curiosidad de los lectores por las letras de otras latitudes.
Pese a ser una obra centrada en América Latina, llama la atención su manufactura peninsular: fue editado en Madrid, coordinado e ilustrado por argentinos que radican en España y, aunque parece haber un criterio nacionalista de dejar que los autores fueran reseñados por sus compatriotas, esta regla no se cumple en su totalidad pues varios reseñistas invitados son de origen europeo. Lo que parece indicar que la literatura latinoamericana está gozando de un genuino interés al otro lado del Atlántico.
El subtítulo (Arquitectura inestable) también representa los efectos que han tenido los movimientos sociales y políticos de la región en la producción literaria. La conquista, las revoluciones, las dictaduras, la migración y el exilio no son fenómenos ajenos a las letras latinoamericanas. “El viaje”, un breve ensayo de Armando Victorio Minguzzi que se incluye en el Atlas, es un repaso histórico de cómo la autonomía literaria latinoamericana se ha construido a la par de los desplazamientos de sus autores. “Así también la literatura desestabiliza las fronteras y se enriquece con los dobles vínculos.”
Otro aspecto a destacar es la prevalencia de las mujeres, ya sea como autoras retratadas o como reseñistas. Obligado rescata a escritoras que por años fueron opacadas o ignoradas. En el caso de México, de las cinco entradas dedicadas al país, cuatro corresponden a mujeres: Nellie Campobello, Leonora Carrington, María Luisa Elío y Elena Garro. También, en otro ensayo corto, hay un reconocimiento especial a las mujeres del boom, es decir, a las esposas de los escritores que se encargaron de las tareas económicas y de cuidados para que sus maridos pudieran escribir y publicar –Mercedes Barcha, Patricia Llosa y María Pilar Serrano–, y a la agente literaria Carmen Balcells, sin cuyo olfato literario y mercadotécnico el boom no existiría.
No quisiera concluir esta reseña sin mencionar las extraordinarias ilustraciones de Comotto, que le han valido que, al ingresar el nombre del libro en el buscador de Google, este sea categorizado como novela gráfica. A pesar de que la opción más fácil para ilustrar el Atlas era con retratos de los autores mencionados, Comotto decidió arriesgarse y ofrecer también interpretaciones gráficas de sus vidas y obras. Con dibujos a dos tintas, el ilustrador crea escenas dolorosas, como la desaparición y asesinato del guatemalteco Luis de Lión o el fusilamiento de Rodolfo Walsh; divertidas, como el retrato de Ibargüengoitia cortando las palabras con tijeras; caóticas, como su interpretación de la obra del poeta nicaragüense Carlos Martín Rivas; o casi místicas, como la dedicada a Gabriela Mistral. Las ilustraciones de Comotto enriquecen y complementan los ensayos y recuperan la tradición visual de los antiguos mapas de viajes.
El Atlas de literatura latinoamericana es un libro esencial para cualquier persona interesada en conocer otras plumas. Desde el Inca Garcilaso de la Vega hasta Blanca Varela, el volumen ofrece una visión panorámica de las letras latinoamericanas bajo una perspectiva crítica y actual, y destaca su importancia en la comprensión de la realidad social y política de la región. Aunque se antoja que los perfiles fueran más extensos, el Atlas es un viaje por la naturaleza diversa y dinámica de la literatura latinoamericana. Ojalá más editoriales latinoamericanas se atrevieran también a cuestionar el canon. ~
estudió literatura latinoamericana en la Universidad Iberoamericana, es editora y swiftie.