Descifrar el mundo maya
Linda Schele y David Freidel, Una selva de reyes, FCE, México, 1999.
Linda Schele, David Freidel y Joy Parker, El cosmos maya, FCE, México, 1999.
El Fondo de Cultura Económica ha traducido finalmente al español las obras principales de la difunta Linda Schele, la estudiosa de los mayas más destacada de las últimas dos décadas. Sería difícil exagerar la importancia y la influencia de estos libros. Junto con el igualmente famoso The Blood of Kings,1 han definido nuestra visión de la historia y cultura de los mayas del periodo clásico en la última década.
En Una selva de reyes, Schele y Freidel resumieron de manera brillante y atractiva los avances de los últimos treinta años en los diversos campos de los estudios mayas. Cada capítulo está consagrado a un episodio fundamental y apasionante en la historia de las dinastías gobernantes de las principales ciudades mayas: Palenque, Tikal, Copán, Yaxchilán y Chichén Itzá. Para contarlos, los autores utilizaron, en primer lugar, los resultados del desciframiento de la escritura maya que ha permitido comprender los mensajes tallados en la piedra y pintados en la cerámica y conocer los nombres, la vida y las ideas de las dinastías gobernantes del periodo. La contribución de Schele a este desciframiento fue fundamental y en este libro habla como una de las principales autoridades en esta materia. Por otro lado, gracias a la colaboración del arqueólogo Freidel, se discuten con detalle y criterio los más recientes hallazgos arqueológicos. Igualmente, se resumen las muy valiosas contribuciones de la historia del arte, particularmente de la iconografía.
El resultado es un libro de investigación de primer nivel que es, a la vez, un interesante experimento de divulgación. Para atraer al lector contemporáneo, Schele y Freidel reconstruyeron de manera novelada escenas centrales en la vida de sus personajes reales (coronaciones, sacrificios, batallas y conflictos dinásticos). El resultado es un libro que se puede leer en varios niveles: como una descripción llamativa y pintoresca de la vida de reyes mayas como Pacal y Pájaro Jaguar, como un tratado de epigrafía, como un libro de historia del arte, ampliamente ilustrado, y como un resumen erudito de la historiografía y la arqueología maya.
El cosmos maya lleva aún más lejos este formato mixto, con el auxilio de la escritora profesional Joy Parker. En esta larga obra, los autores pretenden explicar los elementos fundamentales de la cosmovisión maya, como la concepción del tiempo y del espacio, los mitos de creación, la importancia del chamanismo y del juego de pelota, etcétera. Para ello, la discusión erudita sobre estelas, pinturas y ruinas se intercala con descripciones personales y casi líricas de las experiencias que tuvieron Schele y Freidel visitando aldeas mayas actuales y conversando con chamanes, curanderos y colegas.
La principal riqueza de estos libros, sin embargo, es también su principal debilidad. Los autores buscan presentar una versión única y global de la historia y la cultura mayas, y esta pretensión termina por derivar, sobre todo en El cosmos maya, en un cierto dogmatismo. Para empezar, la visión que tienen Schele y Freidel de la historia parece excesivamente limitada. Si un medievalista pretendiera contar la historia de Francia a partir de las acciones de Carlomagno y sus sucesores sería acerbamente criticado por sus colegas que han logrado construir un panorama mucho más rico y plural de la historia social, cultural, económica y ecológica del periodo. Sin embargo, en estos libros pareciera que los únicos protagonistas de la historia maya fueron los reyes y los sacerdotes y que la única visión digna de ser atendida es la que ellos nos dejaron. Los otros mayas, los constructores de los templos, los agricultores, los cargadores quedan relegados, literalmente, a las notas de pie.
Por otra parte, Schele lee los textos epigráficos con cierta ingenuidad. Es tal su emoción al descifrar, por primera vez en más de mil años, los mensajes escritos por los gobernantes mayas que se olvida de que, como todo mensaje, deben ser leídos críticamente, y no tomarse como verdades absolutas. Esto la lleva a dar por cierto lo que era en realidad la propaganda oficial de una élite que quería mantenerse en el poder: algo así como escribir la historia contemporánea de México a partir de las pintas del PRI.
Esta credulidad apunta a una actitud más profunda: en El cosmos maya Schele y Freidel no sólo estudian a los mayas, sino que pretenden reivindicar sus creencias religiosas como una especie de alternativa new age, un espiritualismo centrado en la sangre y el éxtasis. Esta convicción personal es respetable, pero impide a los autores prestar más atención a los conflictos e imposiciones que seguramente acompañaron la brillante trayectoria de los reyes mayas. Si el mundo clásico maya hubiera sido tan idílico como nos quieren hacer creer, seguramente no hubiera terminado de la manera brutal en que terminó.
Ahora que estos libros han sido publicados en nuestro idioma, corresponderá a los lectores evaluar sus enormes riquezas y sus omisiones. Espero que al hacerlo recuerden que son producto de una etapa en la larga historia de los estudios mayas y no una Biblia llena de verdades definitivas. –