Confieso que las biografías suscitan en mí desconfianza. Casi nunca es fácil penetrar en los aspectos íntimos de una persona, a no ser que la labor se vea facilitada por notas personales que el biografiado redactó para sí mismo, y además se produce con frecuencia un fenómeno de identificación según el cual el autor se deja llevar por la propia imagen que tiene del personaje o trata de llevar a éste hacia las posiciones propias, borrando aquellos aspectos que estorban a esa construcción enteriza.
De ahí el interés que presenta el trabajo biográfico de José Lázaro sobre el médico y novelista Luis Martín-Santos, galardonado con el Premio Comillas, cuyo título indica ya la novedad de su enfoque. No estamos ante la “vida y muerte de Luis Martín-Santos”, sino ante sus vidas y muertes, esto es, las imágenes cruzadas que surgen de los relatos de aquellos que le conocieron de cerca y de multitud de documentos inéditos que arrojan una luz considerable. En esta elaboración caleidoscópica quedan necesariamente espacios vacíos por aclarar y abundan las yuxtaposiciones que hábilmente el autor convierte en matices para precisar mejor la figura del escritor. Es un poco como Rashomon invertido.
Su muerte como consecuencia de un accidente de tráfico mientras conduce temerariamente cerca de Vitoria es el punto de llegada. Un corte brutal de una trayectoria que empieza a ser ascendente por el éxito de Tiempo de silencio con una vida sentimental que está a punto de rehacerse tras el suicidio de su primera mujer. “Tu novela es sensacional –le escribe Carlos Barral al anunciar la próxima publicación–. Y además va a caer como una bomba en medio del panorama uniforme del joven realismo patrio”. La acogida del público responderá al pronóstico. Pero lo que cuenta en el episodio es el abanico de valoraciones que la obra suscita, en general muy favorables, alguna lógicamente hostil (la de Alfonso Sastre), otra explicable pero en exceso ácida, la de Juan Benet, que llegó a afirmar: “me interesó la novela, pero no me gustó nada”. “Una novela con fondo de verbena y vida de pensión”, costumbrismo puro, confirmará más tarde. La importancia del trabajo de reconstrucción desborda la cuestión personal de Martín-Santos y se convierte en radiografía de un momento cultural particularmente significativo.
En el mundo de Tiempo de silencio hay aún ecos del tiempo de miseria que Cela describiera en La colmena. El horizonte histórico sigue cerrado y el coro de personajes, reproducido ahora por José Lázaro, se mueve con un evidente sentido de frustración, que acaba pagando Ortega y Gasset, filósofo en el vacío, con la celebérrima escena de la manzana y la compresencia. Es también un punto de inflexión, anunciado con el fogonazo de 1956, en el cual va cobrando forma lo que llamaríamos una disidencia organizada. Todavía no es una oposición, pero la red se va tejiendo y con una trama cada vez más firme, por lo menos en el terreno de las ideas y de la renovación cultural. Ahí están, al lado de Martín-Santos, Enrique Múgica Herzog, Javier Pradera, José Ramón Recalde, Juan Benet, Mario Camus… Y asimismo cuenta el peso del sistema represivo franquista, al cual no gustan nada los francotiradores. El socialismo en el que milita Luis Martín Santos a comienzos de los sesenta nada tiene que ver con el movimiento de masas del pasado. Su detención prueba que tampoco posee la formación para una vida clandestina llevada con rigor. La experiencia de la cárcel, la separación radical de los comunistas en su interior, informan acerca de ese estado larvario de la oposición política al régimen. También del optimismo razonable al informar a la dirección exterior, pues ya “no se fusila con la facilidad que anteriormente” y cabe pensar en una reactivación a favor del previsible crecimiento económico. “Volveremos a vivir en democracia”, concluye. Entre tanto, otro episodio brillantemente narrado por José Lázaro, la concesión fallida del Premio de Novela Pío Baroja en San Sebastián, muestra la imbricación de franquismo cultural y franquismo político, y su eficacia a la hora de sofocar las nuevas iniciativas.
Esta dimensión de sociología cultural y política resulta compatible con la indagación sobre la otra dimensión, personal y psicológica de Martín-Santos. “Si suprimimos las ambiciones, los intereses, las emociones, las simpatías y los rencores personales, ¿qué nos queda a la hora de interpretar las motivaciones humanas? Los factores personales que no se dejan ver en la superficie de las conductas son muchas veces la clave que nos permite dar sentido a las actuaciones que podemos observar en los otros (y en nosotros)”. Estas observaciones de José Lázaro se aplican al ejercicio de entender el distanciamiento de Benet, con su “prestigiosa falta de éxito”, reflejado en el personaje de Matías de Tiempo de silencio, y también al estudio central. José Lázaro traza con precisión el medio familiar en que se forma Martín-Santos, el papel del padre, su sexualidad, la acción y el pensamiento respecto de la psicoterapia, la atracción ejercida por el bar de alterne donostiarra al que acudían los ricos, “los que en teoría eran sus iguales”. Disidente en el plano político y en el literario, apasionado por el ejercicio de la provocación, Martín-Santos forma también parte del mundo brillante de San Sebastián, un tanto, según Camus, a lo Scott Fitzgerald. Sobre ese horizonte azul, cuando ya saborea el éxito incluso internacional, el azar provoca un verdadero tiempo de destrucción, que acaba con las vidas de su mejor amigo, de su mujer Rocío, de él mismo, un 21 de enero de 1964. La única superviviente, Josefa Rezola, viuda del primero y esposa anunciada de Martín-Santos, cierra el volumen con su relato, cargado de vivencias. “Nadie puede realmente llegar a entender cómo era Luis Martín-Santos”, concluye Josefa Rezola, que nos cuenta cosas sólo apreciables desde la cercanía, y ofrece el documento excepcional de la última poesía que recibió por carta del escritor, cuando la muerte ya había sorprendido a éste. En conjunto, José Lázaro ha elaborado un libro de enorme interés para el conocimiento de un gran escritor y de su tiempo de silencio.~
Antonio Elorza es ensayista, historiador y catedrático de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid. Su libro más reciente es 'Un juego de tronos castizo. Godoy y Napoleón: una agónica lucha por el poder' (Alianza Editorial, 2023).