Guillermo Sheridan, imprescindible y querido colaborador de esta revista desde los años de Vuelta, nació hace 70 años en la Ciudad de México. Es una figura cardinal de la cultura mexicana contemporánea, desde que se inició como cronista en Frontera norte y otros extremos (1988) y, más tarde, como crítico implacable de los enemigos –internos e externos– de la UNAM, esa alma máter suya cuya vigencia moral y salud intelectual es una de sus obsesiones. Sheridan ha sabido ser uno de los defensores más lúcidos e implacables de la universidad pública y gratuita, la cual debe caracterizarse por su excelencia académica y no por ser botín o arena de los partidos políticos, cualquiera que estos sean, como deja claro en Allá en el campus grande (2000).
Sheridan es, también, una de las principales autoridades en la historia de la poesía mexicana moderna, a la cual ha exaltado e interpretado en libros como Los Contemporáneos ayer (1985), Un corazón adicto. La vida de Ramón López Velarde y otros ensayos afines (1989), México en 1932: la polémica nacionalista (1999) y Señales debidas (2011) por mencionar solo algunos. Notable es también su profundo conocimiento sobre la obra y la vida de Octavio Paz, traducida en una suerte de biografía intelectual dividida en tres volúmenes –Poeta con paisaje (2004), Habitación con retratos (2015) y Los idilios salvajes (2016)– y en Zona Paz, un espacio digital que él mismo dirige, donde se ha dado a la tarea de compilar cartas, lecturas, artículos y otros materiales bibliohemerográficos relacionados con la obra del poeta. En 1997, Sheridan fue nombrado director, por el propio Paz, de la fundación que llevó su nombre.
Sheridan ha escrito sobre las variadas facetas de Paz en las páginas de Letras Libres, en artículos como “Piedra de Sol: umbral de un título” –donde hace una glosa sobre el valor simbólico de la imagen de la piedra dentro del poema–, “Editor” –en el cual recupera momentos de la vida de Paz como fundador de revistas literarias–, o “Panteón de Dolores” –que habla sobre la imposibilidad del poeta al momento de escribir sobre la muerte de su padre.
Como ensayista y crítico literario, Sheridan ha desplegado en sus artículos una capacidad verbal y un manejo de la lengua española poco vistos en nuestras letras. Ese olfato lingüístico lo lleva a indagar sobre el habla de personajes como Alonso Quijano y Sancho, en el “Quijote furioso”, mientras que en “Far Farabeuf” remonta al asombro de las primeras lecturas a través del descubrimiento de otras formas del lenguaje.
Crítico contundente de la realidad política y social de nuestro país, Sheridan posee una poderosa capacidad satírica, que puede apreciarse en “Diario de un viru”, “El futuro como materia prima” y “Quiero ser tu voz”, entre decenas de textos breves. Sus críticas puntuales y rigurosas hacia nuestros gobernantes y sus agoreros son memorables. Véase, por ejemplo: “AMLO: el proyecto contra el proyecto”. Como corresponde a la rara estirpe de los humoristas, Sheridan es un pesimista.
Letras Libres celebra con el indispensable Guillermo Sheridan otra década de lucidez y pensamiento crítico. ¡Salud!