En el archivo de mi madre

El hijo de Pearl Kazin Bell descubriรณ que su madre no solo perteneciรณ a una generaciรณn prolรญfica de intelectuales en Nueva York, sino que mantuvo relaciones estrechas con otras notables figuras literarias de la รฉpoca. Este es el retrato de una narradora y crรญtica que, contra viento y marea, luchรณ por vivir de la escritura en un tiempo donde las mujeres enfrentaban innumerables obstรกculos para lograrlo.
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Hasta los 33 aรฑos creรญa saber todo lo importante sobre la vida de mi madre, Pearl Kazin Bell, antes de que yo naciera. Muchas veces me hablรณ sobre ella: su infancia pobre hasta la desesperaciรณn en una familia inmigrante judรญa de Brooklyn; sus aรฑos en el Brooklyn College y despuรฉs, brevemente, en un programa de posgrado de Literatura Inglesa en Harvard; sus trabajos en varias revistas de la ciudad de Nueva York, entre ellas Harperโ€™s Bazaar y The New Yorker. Sabรญa que habรญa tenido un primer matrimonio breve e infeliz con un fotรณgrafo llamado Victor Kraft, con quien se habรญa mudado a Brasil por un tiempo. Sabรญa que habรญa escrito ficciรณn y publicado un cuento encantador en The New Yorker sobre la primera vez que su familia celebrรณ el Dรญa de Acciรณn de Gracias. Sabรญa que habรญa sido amiga de escritores famosos: Truman Capote, Elizabeth Bishop, Saul Bellow. Sabรญa que habรญa viajado a muchos lados y que viviรณ durante varios meses con Capote en una casa destartalada en Taormina, Sicilia.

Creรญa conocer todavรญa mejor los aรฑos previos a mi nacimiento por todo lo que se habรญa publicado sobre ellos. Su hermano mayor, el escritor Alfred Kazin, habรญa labrado su reputaciรณn en buena medida con ensayos autobiogrรกficos sobre su infancia โ€“la infancia de ambosโ€“ y sobre el ambiente intelectual y literario de mediados de siglo en Nueva York. Alfred habรญa sido un miembro importante del grupo conocido como los โ€œintelectuales judรญos de Nueva Yorkโ€, el cual tambiรฉn incluรญa a mi padre, el sociรณlogo Daniel Bell, con quien mi madre se casรณ en 1960. Para la dรฉcada de 1980 el interรฉs por el grupo habรญa generado un pequeรฑo subgรฉnero acadรฉmico. Periรณdicamente se publicaban libros al respecto.

Yo leรญa fascinado esos libros, aunque mi padre explicara con irritaciรณn lo que para รฉl eran sus fallas y tergiversaciones. En esa รฉpoca no se me habรญa ocurrido que esos libros โ€“y los escritos autobiogrรกficos de Alfredโ€“ expresaban una perspectiva casi por completo masculina, y que la experiencia de una mujer en ese mundo podรญa haber diferido mucho de ella. Casi no me di cuenta tampoco de que, en nuestra pequeรฑa familia, mi padre habรญa dominado las conversaciones sobre el pasado, tanto el suyo como el de mi madre, y habรญa impuesto con frecuencia su punto de vista sobre las historias de ella.

Por encima de todo yo asumรญa que conocรญa su pasado porque la conocรญa a ella. Yo era su รบnico hijo, conocรญa a sus amigos, conocรญa su trabajo de crรญtica de libros para revistas prominentes. Creรญa entender su relaciรณn, con frecuencia difรญcil, con mi padre. Sabรญa quรฉ era lo que mรกs le importaba: la familia, los amigos, la literatura en inglรฉs y la lengua inglesa. Aunque generalmente era una madre indulgente, incluso sobreprotectora, mostraba su desaprobaciรณn con severidad cuando yo decรญa โ€œlikeโ€, โ€œyou knowโ€ o โ€œstuffโ€, e incluso cuando utilizaba โ€œhopefullyโ€ de forma incorrecta โ€“no como adverbio sino para significar โ€œit is hopedโ€.

Un dรญa de diciembre de 1994 descubrรญ cuรกn poco sabรญa en realidad. Un colega en la universidad donde yo era profesor mencionรณ por casualidad que tal vez me gustarรญa ver una colecciรณn publicada recientemente de cartas de Elizabeth Bishop. Tu madre aparece mucho, dijo. El dรญa siguiente encontrรฉ el libro y ahรญ estaba ella en el รญndice, con un nรบmero considerable de entradas: โ€œKazin, Pearl.โ€ Escogรญ una al azar. Era una carta de octubre de 1950, de Bishop a la pintora Loren MacIver. A la mitad de un largo pรกrrafo de chismes estaban estas ocho palabras: โ€œPearl y Dylan, la comidilla de la ciudad.โ€ Dylan era Dylan Thomas, uno de los mรกs grandes poetas en lengua inglesa del siglo XX.

Esa noche llamรฉ a mi madre para preguntarle si era verdad. Tenรญa entonces 72 aรฑos, se encontraba con buena salud y buen รกnimo, y esperaba ansiosamente el nacimiento de su primer nieto, mi hija, la siguiente primavera. Pero la pregunta claramente le sorprendiรณ, y contestรณ en un tono extraรฑamente plano y casual. Sรญ, habรญa tenido una relaciรณn con Dylan Thomas. El romance habรญa sido breve, porque ella no habรญa querido romper el matrimonio del poeta. Aรฑadiรณ, con una risa ligeramente nerviosa, que la esposa de Thomas, Caitlin, le habรญa enviado una carta que comenzaba: โ€œQuerida Mรกs Baja que el Polvo.โ€ Pero despuรฉs cambiรณ rรกpidamente de tema. Sentรญ dolor en su voz y por lo pronto no insistรญ mรกs.

En los siguientes aรฑos, mientras mi esposa y yo traรญamos dos niรฑos al mundo y trabajรกbamos para obtener una titularidad acadรฉmica, me sentรญa por lo general demasiado rebasado para pensar cรณmo podrรญa preguntarle mรกs sobre esa relaciรณn, o sobre otros aspectos de su vida previa que no habรญa revelado. Y luego, en 2002, llegรณ la tragedia: mi madre se resbalรณ y cayรณ por unas escaleras empinadas en la casa de un amigo y se golpeรณ la cabeza con tanta fuerza que sufriรณ un daรฑo cerebral severo. Cuando saliรณ del coma, semanas despuรฉs, ya no podรญa hablar con coherencia, ni caminar, ni utilizar un brazo. Una mujer cuyo dominio de la lengua le habรญa dado tanto orgullo solo podรญa producir fragmentos inconexos de frases. Cualquier recuerdo o historia que hubiese podido compartir quedรณ atrapado para siempre. Viviรณ otros nueve aรฑos, pero hacia el final se habรญa sumido en un silencio casi completo, salvo por un quejido ocasional, atroz. Al verla en ese terrible estado, las preguntas sobre sus aรฑos tempranos no parecรญan tener importancia.

Pero despuรฉs de su muerte, esas preguntas regresaron. Al revisar sus cosas, encontrรฉ un ejemplar de la poesรญa de Yeats con esta anotaciรณn, en la letra de Dylan Thomas:

Pearl
Dylan
Londres
Septiembre
1950
amor

Unos meses despuรฉs, una de sus amigas mรกs cercanas, Bede Hofstadter White (viuda del historiador Richard Hofstadter) me enviรณ una gruesa pila de cartas que mi madre le habรญa escrito en la dรฉcada de 1950. Eran maravillosas: ingeniosas, exuberantemente descriptivas, francas y personales. Mรกs tarde, en 2012, un librero y admirador de Dylan Thomas galรฉs llamado Jeff Towns me contactรณ con la noticia de que habรญa adquirido y planeaba publicar un conjunto de cartas del poeta dirigidas a mi madre. Me mandaba algunas copias y resultaron ser extraordinarias. โ€œCada momento de cada dรญa pienso en ti. Te siento, te deseoโ€, le habรญa escrito Thomas en agosto de 1950.

Te hablo silencioso y solo. Mi muy querida Pearl, mi amor… Incluso cuando leรญa, una y otra vez, tus cartas mรกs amorosas […] era todavรญa tรญmido como un tejรณn cuando llegaba el momento de escribir, de sellar en un sobre, de enviar por el mar lleno de peces โ€œte amoโ€. Pero ahora que lo he dicho, puedo una y otra vez (te amo, Pearl) y me pregunto cรณmo bajo el sol habrรญa podido no decir, cien veces, una verdad tan simple y enorme, mรกs profunda que el Atlรกntico.

En 1973, por razones que nunca he podido descubrir, mi madre vendiรณ estas cartas a un comerciante de libros raros.1

Durante aรฑos me preguntรฉ si debรญa emprender una investigaciรณn mรกs completa de su juventud. Soy historiador, y tengo una amplia experiencia en trabajo de archivo y en armar historias a partir de fuentes fragmentarias. Ademรกs, en el centenario del nacimiento de mi padre, en 2019, publiquรฉ un relato biogrรกfico breve sobre รฉl y me preguntรฉ si era injusto no escribir tambiรฉn sobre mi madre. Pero sentรญa que entrometerme con materiales que ella no habรญa querido compartir conmigo era una violaciรณn de su privacidad, y dudรฉ.

El mismo aรฑo, sin embargo, una joven historiadora llamada Ronnie A. Grinberg me contactรณ a propรณsito de un libro que estaba escribiendo sobre el gรฉnero y los intelectuales judรญos de Nueva York, y me hizo una extensa entrevista (el libro ha aparecido este aรฑo).2

ย Otros libros acerca de los ambientes a los que habรญa pertenecido mi madre, y sobre la gente que conocรญa, seguรญan publicรกndose con regularidad. Era evidente que iban a escribir sobre mi madre. Y por eso quise dejar registro de mi propia visiรณn.

Comencรฉ entonces una investigaciรณn seria. Regresรฉ a dos breves apuntes biogrรกficos que ella misma habรญa escrito, uno sobre Elizabeth Bishop y otro sobre su รฉpoca en Harvard. Rastreรฉ cada referencia que pude hallar en libros publicados, revisรฉ a fondo diarios inรฉditos y cartas en varios archivos, y volvรญ a recordar de la manera mรกs intensa posible (aunque perfectamente consciente de los engaรฑos de la memoria) en las historias que ella misma me habรญa contado. โ€œLas cartas, desde luegoโ€, escribiรณ mi madre en una de esas biografรญas, โ€œson puntos oscuros sobre papel: en verdad uno aรฑora a veces la voz que las traerรก a la vida, o al menos envolverlas en la memoriaโ€.

Lo que hallรฉ a menudo me entristeciรณ. En las dรฉcadas de 1940 y 1950 mi madre experimentรณ mรกs frustraciรณn de la que le correspondรญa. Se aprovecharon de ella, la hicieron de menos, incluso la traicionaron. Afrontรณ obstรกculos que sus colegas hombres no tuvieron que afrontar. Combatiรณ lo que llamรณ, en una dolorosa carta a Bede, el โ€œlado sombrรญo de la psiqueโ€. Nunca logrรณ convertirse en una exitosa escritora de ficciรณn, como ambicionaba. Sin embargo, lo que investiguรฉ tambiรฉn me llenรณ de admiraciรณn. Descubrรญ que, a pesar de las desilusiones, habรญa llevado una vida valiente: una vida de libertad y de deseo.

Un lector de las autobiografรญas de Alfred Kazin Un paseante en Nueva York Starting out in the thirties no sabrรญa que tenรญa una hermana. Escribiรณ con elocuencia acerca de su tรญmido, silencioso padre, un pintor de casas con empleos precarios, y de su madre emocionalmente dominante, que a duras penas mantuvo a la familia a flote durante la Depresiรณn como costurera, pegada dรญa y noche a su mรกquina de coser Singer con pedal. Elaborรณ descripciones exuberantes del gueto judรญo hablante de รญdish de Brownsville, Brooklyn, y de su propio deseo de huir. A su modo de ver, Brownsville era โ€œun lugar que medรญa todo รฉxito segรบn nuestra capacidad de salir de ahรญโ€. Sin embargo, el nombre de mi madre no aparece una sola vez en ninguno de los dos libros.

Pero si ella no parece haber dejado huella en la vida de รฉl, รฉl dejรณ una huella enorme en la de ella. Siete aรฑos mayor que Pearl, notoriamente atractivo y brillantemente exitoso en la escuela, Alfred fue, segรบn me dijo mi madre muchas veces, la persona que mรกs la influyรณ en su niรฑez. No dudaba en instruirla sobre cรณmo comportarse y, mรกs importante aรบn, sobre quรฉ leer. Su amor apasionado por la lengua y la literatura comenzรณ con รฉl. Nunca hubo la menor duda de que, cuando entrรณ en el Brooklyn College a los diecisรฉis aรฑos, su elecciรณn serรญa Literatura Inglesa.

El precoz รฉxito de Alfred tambiรฉn le abriรณ oportunidades a Pearl. A los veinte aรฑos, รฉl ya estaba entregando reseรฑas de libros a The New York Times y The New Republic. A los veintisiete, en 1942, publicรณ el libro que lo llevรณ a ser considerado uno de los principales crรญticos literarios del paรญs: una revisiรณn panorรกmica de la ficciรณn estadounidense llamada En tierra nativa. Mi madre apenas tenรญa veinte aรฑos, pero a travรฉs de Alfred conociรณ a editores y crรญticos destacados y jรณvenes escritores apasionantes.

Era fรกcil para una hermana menor venerar a alguien como Alfred, pero tambiรฉn era fรกcil que inspirase resentimiento. De entrada, la Brownsville judรญa no trataba a niรฑos y niรฑas exactamente del mismo modo. Mi sobreprotectora abuela dirigรญa los torrentes de su esperanza y su ansiosa atenciรณn casi enteramente hacia su resplandeciente hijo. En una carta de 1957 a Bede Hofstadter, mi madre recordaba quรฉ pronto esa disparidad habรญa sido obvia para ella. โ€œMis recuerdos de la bar mitzvรก de Alfred siempre fueron claros como las campanas de iglesia de Londres en domingoโ€, escribiรณ. โ€œLlevรณ alrededor de cuatro dรญas hacer solamente el strudel, y cuando vi todas esas plumas estilogrรกficas rodar hacia รฉl, pensรฉ que era una maldita injusticia que yo nunca fuera a estar en la fila de semejante botรญn.โ€ (En la sinagoga de mis abuelos no habรญa nada parecido a una bat mitzvรก.) En cuanto a Alfred mismo, rรกpido perdiรณ interรฉs en su mucho mรกs joven hermana, a la que cruelmente describiรณ en su diario privado como ensimismada y โ€œpatรฉticaโ€.

El propio mundo intelectual neoyorquino tampoco era, ni remotamente, un lugar fรกcil para ella โ€“para ninguna mujerโ€“. Diana Trilling recordรณ despuรฉs: โ€œA menos que buscara una aventura sexual, un hombre de la comunidad intelectual nunca estaba interesado en las mujeres.โ€ Ronnie A. Grinberg, en su libro, argumenta que los intelectuales judรญos de Nueva York, casi todos hombres, tendรญan a cultivar una pose machista autoconsciente, en parte como reacciรณn a una percepciรณn no judรญa que veรญa a los judรญos como personas dรฉbiles. Unas pocas mujeres, incluyendo a Trilling, lograron con el tiempo hacerse un lugar entre ellos. Pero casi siempre lo consiguieron por medio de lo que el editor Jason Epstein llamรณ โ€œescribir como hombreโ€ y desarrollando personalidades duras y agresivas (todavรญa recuerdo a la Diana de mi infancia como la figura mรกs intimidante, con diferencia, entre los amigos de mis padres). Esa no era una opciรณn para la joven Pearl Kazin. Si Alfred tenรญa una personalidad parecida a la de su madre, Pearl heredรณ algo de la reticencia y la reserva de su padre. En los archivos de Elizabeth Bishop en Vassar encontrรฉ una carta dirigida a ella en la cual Bishop escribiรณ: โ€œSiempre he sospechado que eres del tipo de las que dan demasiado, Pearl, probablemente solo eres demasiado amable y generosa con el sexo opuesto, quienes despuรฉs de todo tienden a ser unos brutos egoรญstas.โ€

โ€ข

Sin embargo, ella no aceptรณ que su destino fuera la discriminaciรณn. Buscรณ sus propias vรญas de escape: de Nueva York, del ambiente machista de sus jรณvenes escritores judรญos, y de la sombra de su hermano. En 1943 obtuvo una beca para cursar un doctorado en Literatura Inglesa en Harvard. No le gustaba mucho el plan de estudios tradicional del doctorado, que era todavรญa muy filolรณgico y requerรญa cursos de anglosajรณn y nรณrdico antiguo. Pero le encantaban los docentes que le habรญan tocado, a quienes tenรญa un inusual acceso por la cantidad de alumnos varones que habรญan partido a la guerra. Segรบn escribiรณ en sus apuntes autobiogrรกficos de su รฉpoca en Cambridge, el โ€œprofesor Magounโ€

nos introdujo a la belleza y tristeza de la lรญrica anglosajona y el melodrama de Beowulf. Era tan intensa la emociรณn que suscitaban las conferencias de Magoun […] que aรฑos despuรฉs, en un pequeรฑo barco que cruzaba el Kรถnigsee en Alemania del sur, sentรญ que Magoun tuvo que haber arreglado la disposiciรณn de las misteriosas nieblas blancas que soplaban a lo largo de la ribera.

Una de mis fotografรญas favoritas de mi madre la muestra caminando a grandes zancadas por el campo de Harvard con una expresiรณn feliz y determinada. Era delgada, alta para una mujer de su generaciรณn, con rasgos oscuros, atractivos, muy parecidos a los de Alfred.

Los aรฑos en Harvard dejaron otras marcas. Una vez me dijo, cuando yo era adolescente, que su fuerte acento de Brooklyn parecรญa repeler fรญsicamente a los otros estudiantes y a los profesores. Tomรณ clases de dicciรณn y lo perdiรณ. Cuando le pedรญ que dijese algo en su viejo acento, pronunciรณ algunas frases en el acento de Brooklyn mรกs marcado que yo hubiese escuchado jamรกs. Sin pensar, emitรญ un โ€œoh Dios mรญoโ€ y una expresiรณn de horror y vergรผenza cruzรณ su semblante.

En casa, cuando yo era niรฑo, a veces mi padre derivaba al รญdish, la lengua que tanto รฉl como mi madre habรญan hablado antes de comenzar la escuela, pero ella casi nunca lo hacรญa. Jamรกs expresรณ abiertamente vergรผenza alguna respecto del mundo inmigrante del cual provenรญa, pero su manera elegante y reservada de hablar, vestirse y comportarse โ€“postura perfecta, sin movimiento de manos, faldas y suรฉteres en colores apagadosโ€“ ponรญa en claro que habรญa dejado ese mundo atrรกs para siempre.

Un profesor de Harvard la impresionรณ particularmente. Francis Otto Matthiessen era uno de los grandes estudiosos de la รฉpoca en literatura estadounidense y habรญa escrito con sensibilidad sobre autoras como Sarah Orne Jewett. Era tambiรฉn un homosexual, aunque no de manera abierta, y tomaba a mi madre mucho mรกs en serio que los amigos hombres de Alfred en Nueva York. Ella trabajaba para รฉl como โ€œinstructorโ€ (las mujeres usaban tambiรฉn ese tรญtulo) y se volvieron cercanos. En sus apuntes autobiogrรกficos, ella recordรณ un incidente: la vez en que Matthiessen estallรณ contra estudiantes hombres que se habรญan reรญdo mientras hablaba de temas sexuales en la obra de Eugene Oโ€™Neill. โ€œCorrรญ tras รฉl a su oficina en Grays 18, donde lo encontrรฉ lamentรกndose: โ€˜ยฟCรณmo pude haberme dejado llevar de esa manera?โ€™โ€

โ€ข

Mi madre no se quedรณ mucho tiempo en Cambridge, pues pronto se dio cuenta de que una mujer judรญa tenรญa pocas posibilidades de obtener un contrato permanente como profesora. Tenรญa tambiรฉn la esperanza de hacerse con un trabajo editorial antes de que los militares regresaran e inundaran el mercado. En 1945 volviรณ a Nueva York y pronto tuvo su gran oportunidad: un puesto como editora asistente de ficciรณn en Harperโ€™s Bazaar a las รณrdenes de Mary Louise Aswell, una mujer delgada, elegante, nerviosa, veinte aรฑos mayor que mi madre, que se volviรณ una amiga para toda la vida y mi madrina. Durante mi infancia, mi madre me llevaba frecuentemente a visitar a โ€œMary Louโ€ a Santa Fe, en Nuevo Mรฉxico, donde se habรญa retirado con su compaรฑera Agnes Sims. Se relajaba con ellas como rara vez lo harรญa con mi padre, salรญa de su reserva y estallaba en carcajadas.

Aunque era principalmente una revista de modas, en la dรฉcada de 1940 Harperโ€™s Bazaar ocupaba un lugar inusual en el mundo de las letras estadounidenses. The New Yorker, al mando de su veterano editor Harold Ross, todavรญa evitaba en su mayor parte la ficciรณn que pudiese resultar en exceso atrevida o difรญcil para los lectores, lo cual dejaba un espacio que Mary Lou se apresurรณ a llenar. Publicรณ a importantes escritores jรณvenes, como Capote y Bernard Malamud, y estimulรณ sus carreras. Era el sitio ideal para mi madre, y pronto se volviรณ parte del cรญrculo literario alrededor de la revista. Ya en 1946, Capote escribรญa a Mary Lou: โ€œTomรฉ una copa el otro dรญa con Pearl Kazin, y es una persona muy encantadora, e increรญblemente brillante, mรกs brillante, me parece, que su hermano, cuya obra me saca de quicio.โ€ Se volvieron amigos entraรฑables. En sus cartas, la llamaba โ€œmi propia Perlita preciosaโ€.

No todos los escritores apreciaban los โ€œelevadosโ€ criterios literarios de la revista. En 1947 mi madre habรญa invitado a un joven veterano de guerra llamado Norman Mailer a proponer un escrito. โ€œMe irritรณ sobremaneraโ€, le informรณ Mailer a un amigo. โ€œEra tan super-superior. Leรญa mรกs libros, estaba mรกs al tanto de todo.โ€ En su crudo estilo cuidadosamente cultivado respondiรณ: โ€œQuerida Pearl Kazin: aรบn soy demasiado joven y demasiado arrogante para estar interesado en escribir el tipo de mierda de alta calidad que publican en Harperโ€™s Bazaar.โ€

Dos aรฑos despuรฉs a mi madre se le otorgรณ una residencia de un mes en Yaddo, un lugar de retiro de escritores en Saratoga Springs, donde pronto conociรณ a una colega once aรฑos mayor que ella: Elizabeth Bishop. Mi madre se presentรณ y las dos comenzaron a convivir, a pasear por el pueblo y a asistir a las carreras de caballos de Saratoga. Mi madre recordarรญa despuรฉs que Bishop cobraba vida cuando tenรญa frente a ella un espectรกculo como el hipรณdromo:

Su ojo incansable […] respondรญa a cada detalle […] las multitudes pululando en el calor del dรญa; la tensa expectaciรณn, palpable como latidos del corazรณn, mientras los caballos batรญan la tierra de la pista […] La atenciรณn de Elizabeth era absoluta e, incluso cuando guardaba silencio, yo era muy consciente de cรณmo estaba capturando el agitado movimiento de la tarde.

Pero Bishop tambiรฉn caรญa en depresiรณn y bebรญa en exceso: โ€œparecรญa asaltada por demonios sin nombre que no podรญan ser desarmadosโ€.

En 1951, cuando Bishop llegรณ a Rรญo de Janeiro, mi madre ya vivรญa ahรญ y la llevรณ a conocer el lugar; las dos mujeres โ€œsortearon y esquivaron temblorosas la estampida de bรบfalos del trรกfico del centro de la ciudadโ€. En Rรญo, Bishop se enamorรณ de una arquitecta brasileรฑa llamada Lota de Macedo Soares; terminรณ permaneciendo en el paรญs durante mรกs de quince aรฑos. Aunque mi madre regresรณ a Estados Unidos mucho antes, las dos se escribieron centenares de cartas hasta la muerte de Bishop en 1979. Desde Estados Unidos, mi madre le enviaba a Bishop tantas cosas, desde fajas hasta mermelada, que Bishop la llamaba en broma โ€œNuestra Seรฑora del Servicio Personal de Comprasโ€.

Bishop y Mary Lou fueron dos de las muchas mujeres y tambiรฉn hombres homosexuales hacia los que mi madre gravitรณ. En 1947 Leo Lerman, un editor de libros homosexual, perteneciente al grupo de Harperโ€™s Bazaar (y que llamaba a mi madre โ€œla Perla cultivadaโ€), escribiรณ en su diario que โ€œPearl es tan brillante y feminista y busca tan desesperadamente quitarse el yugo de Alfred, que convive con muchachos queer, con los que se puede sentir dominante. Este es un rasgo tรญpico de las mujeres estadounidensesโ€. Las opiniones privadas de Lerman, incluso sobre sus amigos cercanos, tendรญan al cinismo y estoy seguro de que, en comparaciรณn con personajes de un machismo prepotente como Mailer (y Alfred), para mi madre los โ€œmuchachos queerโ€ eran un alivio.

La reputaciรณn de Harperโ€™s Bazaar y los altos honorarios que pagaba por las obras de ficciรณn hacรญan de la revista un lugar obvio para que Dylan Thomas la visitara, en mayo de 1950. Tenรญa 35 aรฑos, era ya uno de los poetas mรกs conocidos del mundo, enormemente guapo y encantador y severamente alcohรณlico. Habรญa ido a Estados Unidos en una gira arreglada por John Malcolm Brinnin, un joven homosexual amigo de mi madre. Thomas esperaba vender un cuento sobre su infancia, que mi madre comprรณ y al cual dio el tรญtulo โ€œA childโ€™s memories of a Christmas in Walesโ€ [โ€˜Memorias de un niรฑo de una Navidad en Galesโ€™], posteriormente acortado a โ€œA childโ€™s Christmas in Walesโ€ [โ€˜La Navidad para un niรฑo en Galesโ€™]. A los pocos dรญas de conocerse, ya eran amantes.

El romance nunca fue un secreto, pero de todos modos sus piezas son difรญciles de armar, y los biรณgrafos de Thomas nunca lo lograron enteramente. La fuente mรกs importante es Dylan Thomas in America, apuntes biogrรกficos que Brinnin publicรณ en 1955, dos aรฑos despuรฉs de la muerte de Thomas. Mi madre leyรณ buena parte del libro en borradores, dio sugerencias a Brinnin y alabรณ la versiรณn final. En el texto publicado รฉl le cambiรณ el nombre a Sarah y alterรณ muchos otros detalles. Tambiรฉn la describiรณ como una editora importante con una educaciรณn de รฉlite y un โ€œaire de sofisticaciรณn profesionalโ€. Ciertamente mi madre se esforzaba por presentarse de este modo, pero seguรญa siendo una mujer judรญa no tan alejada de un origen inmigrante pobre, presa de enormes inseguridades.

Al principio, no parece que el romance significara gran cosa para Thomas, que tenรญa esposa y tres hijos y era un notorio mujeriego. Durante su breve estancia en Nueva York, tuvo romances simultรกneos con mi madre y con Jeanne Gordon, la esposa de un psiquiatra. Mi madre, sin embargo, estaba claramente agobiada. En Dylan Thomas in America, Brinnin describiรณ el final del viaje de Thomas en estos tรฉrminos: โ€œConforme el barco comenzรณ a alejarse, descubrรญ a Sarah de pie, sola, muy lejos de mรญ, sollozando en silencio. Cuando corriรณ hacia mรญ, nos abrazamos en un torrente de lรกgrimas, absurdo y sin palabras.โ€

Pero ese no era el final del romance. Mi madre y Thomas mantuvieron una correspondencia y, en ese proceso, los sentimientos de รฉl parecieron fortalecerse. No mucho despuรฉs estaban haciendo planes para verse de nuevo. Truman Capote se habรญa refugiado temporalmente del macartismo en Taormina, Sicilia (Brinnin lo cambiรณ a Grecia), e invitรณ a mi madre a visitarlo ahรญ, lo que le daba a ella una excusa para viajar a Europa. Y en junio de 1950, Thomas escribรญa con entusiasmo sobre su visita: โ€œIrรญa a tu encuentro, una gardenia en el ojal, con un sombrero dorado, bailando con lascivia, en Southampton o Londres. A donde llegues te alcanzarรฉ […] El mundo estรก vacรญo en este lado del condenado mar.โ€

El 4 de septiembre llegรณ a Londres en un buque de carga convertido y se reuniรณ de inmediato con Thomas. Se la llevรณ a un hotel en Brighton y luego, de regreso en Londres, a una gira de sus pubs favoritos, sin importarle quiรฉn los viese juntos. Un conocido suyo confirmรณ posteriormente este relato y anotรณ: โ€œestaba con la chica Kazan [sic] y me pareciรณ que se veรญan muy enamoradosโ€. Brinnin, que estaba en Inglaterra cuando llegรณ mi madre, sostuvo que en cierto momento Thomas lo llevรณ aparte y le preguntรณ: โ€œJohn, ยฟquรฉ voy a hacer?โ€ฆ Estoy enamorado de Sarah y estoy enamorado de mi esposa. No sรฉ quรฉ hacer.โ€ Muchos aรฑos despuรฉs, Caitlin Thomas confirmรณ en una entrevista que โ€œobviamente para รฉl fue algo muy serioโ€.

Pero el romance pronto topรณ con un obstรกculo. Mi madre viajรณ a Francia a visitar a una amiga y, durante su ausencia, Caitlin descubriรณ la relaciรณn y se sintiรณ, en sus palabras, โ€œcompletamente loca de rabiaโ€. Entonces escribiรณ esa carta de la que mi madre me hablรณ en 1994. Thomas, mientras tanto, enfermรณ de pleuresรญa y luego de pulmonรญa, y le pidiรณ a una de sus mecenas โ€“Margaret Taylor, la esposa de un destacado historiadorโ€“ que recogiera su correspondencia en su club, a donde habรญa pedido a mi madre que le escribiera. Taylor lo hizo, pero, en vez de entregarle las cartas que mi madre le habรญa escrito desde Francia, las destruyรณ, sin lugar a dudas para proteger a Thomas de una mujer que consideraba inadecuada, en una รฉpoca en que el divorcio cargaba un pesado estigma en Gran Bretaรฑa. Mi madre solo descubriรณ la verdad mรกs tarde, llamรณ a lo ocurrido (en una carta a Brinnin) โ€œuna saga escabrosa de teatro jacobeoโ€ y describiรณ a Taylor, que una vez fue a visitarla, โ€œcargada con sus flores y su melodiosa fatalidadโ€. Descorazonada, se fue a Sicilia, desde donde escribiรณ a Brinnin para agradecerle el envรญo de fotografรญas que les habรญa hecho a ella y Thomas. โ€œPero eso ahora ya terminรณโ€, aรฑadรญa, โ€œcon sus burbujas deย culebrรณn reventadas, al finโ€.

โ€ข

Mi madre terminรณ quedรกndose tres meses con Capote, quien escribiรณ a un amigo: โ€œMe parece que estรก triste por su ruptura con Dylan T.โ€ Le encantรณ la โ€œbelleza apacibleโ€ de Taormina y en algรบn momento le escribiรณ a Brinnin que โ€œlos dรญas siguen siendo maravillosamente felices aquรญ, llenos de paz, trabajo y el marโ€. Pero una carta de Capote a un amigo, en la que se queja de que ella se ha quedado demasiado, sugiere sentimientos mรกs oscuros: โ€œPearl todavรญa estรก aquรญ. No es, desgraciadamente, la chica mรกs estimulante que exista.โ€ A pesar de ello, despuรฉs de que se hubiese marchado, Capote le escribiรณ varias cartas donde insistรญa en que la extraรฑaba mucho y le pedรญa que volviera pronto. En una, su compaรฑero Jack Dunphy hizo un dibujo donde el perro de ellos, Kelly, preguntaba: โ€œยฟDรณnde estรก Pearl?โ€

Durante su tiempo en Sicilia mi madre escribiรณ su primer relato publicado, โ€œThe jesterโ€ [โ€˜El bufรณnโ€™], aparecido en la revista literaria internacional Botteghe Oscure. Era una descripciรณn, afectada en alto grado y cรณmica de un modo bastante cruel, de la muerte de un obeso personaje literario de Nueva York. El relato se basaba claramente, al menos en parte, en Leo Lerman, por quien mi madre, enterada del modo en que habรญa chismeado sobre ella, sentรญa una viva antipatรญa. โ€œSeguramente era una de las personas mรกs no sexuales que jamรกs he conocidoโ€, escribiรณ en el relato, โ€œno solamente porque su enormidad parecerรญa negรกrselo, sino ademรกs porque uno nunca pensarรญa que Kuney necesitara el sexoโ€. Es difรญcil no leer el relato como un escape para las emociones tumultuosas que estaba experimentando entonces. En broma, Capote escribiรณ en una carta a un amigo que el cuento โ€œle arrancarรญa la piel a un elefanteโ€.

Pero no pudo dejar atrรกs el romance. Poco tiempo despuรฉs de regresar a Nueva York en 1951, recibiรณ una nueva carta de Thomas. โ€œAunque alejados por miles de millas, seguimos juntosโ€, le escribiรณ. โ€œOlvida a esa mujer cancerosa [Margaret Taylor] y, si podemos, toda la tonta oscuridad que se extendiรณ entre nosotros por tanto tiempo.โ€ Lo que ocurriรณ despuรฉs fue una clara seรฑal de que la crisis que aรบn la aquejaba era profunda. Gracias a Harperโ€™s Bazaar se habรญa vuelto amiga de Victor Kraft, el fotรณgrafo y compaรฑero oscuramente atractivo de Aaron Copland, que tambiรฉn habรญa sido amante de Leonard Bernstein. Las cartas de Capote revelan que Kraft la habรญa visitado en Sicilia para consolarla. En julio de 1951, para consternaciรณn de los amigos y familia de Pearl, los dos anunciaron su compromiso. Mรกs aรบn, Kraft habรญa aceptado un trabajo en una revista de noticias brasileรฑa. Para estar con รฉl ella volรณ a Rรญo de Janeiro dos meses despuรฉs.

Cuando yo era pequeรฑo, mi madre hablaba de su temporada en Brasil como si se tratara de una aventura. Viajรณ por el paรญs en autobรบs, y en algรบn momento conociรณ a descendientes de esclavistas que se habรญan mudado de Estados Unidos a Brasil despuรฉs de la derrota confederada, y que hablaban un inglรฉs con un acento sureรฑo tan marcado que era casi incomprensible. Pero en sus apuntes biogrรกficos acerca de Elizabeth Bishop comentรณ, sobre todo, โ€œel calor sofocante, la mala comida, las indomables hormigas que desfilaban incesantemente a travรฉs de nuestra cocinaโ€. En una carta a Brinnin poco tiempo despuรฉs de su llegada a Rรญo, alababa la belleza natural de la ciudad pero aรฑadรญa: โ€œeste lugar no tiene centro, y una vez que la encantadora sorpresa visual se vuelve un hรกbito del contexto, uno (yo) confronta los efectos embrutecedores de la inflaciรณn […] Espero que pronto podamos marcharnos de aquรญโ€.

Tambiรฉn era ya visible que el impulsivo matrimonio habรญa sido un error. En las biografรญas sobre Copland, Kraft aparece como un hombre profundamente perturbado que nunca pudo aceptar completamente su sexualidad. En la misma carta a Brinnin, mi madre decรญa que aรฑoraba estar de vuelta en Sicilia y hablaba โ€œdel frenesรญ de acostumbrarme a esta extraรฑa nueva vida, a los cambios, agradables o difรญciles, a que el matrimonio obligaโ€. Poco despuรฉs la pareja se separรณ y mi madre regresรณ a Nueva York. Pero en la dรฉcada de 1950 era difรญcil y caro obtener un divorcio, y Kraft, de mala manera, era renuente a otorgarlo. Siguieron casados hasta 1955.

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El regreso a casa no fue fรกcil. โ€œThe jesterโ€ se publicรณ, y su salvaje retrato de un hombre que se parecรญa de cerca a Lerman hizo mรกs por distanciar a amigos que por construir la reputaciรณn de mi madre. Capote, que originalmente habรญa alabado el relato, le contรณ a mi madre que habรญa escrito a Lerman โ€œuna nota para tranquilizarloโ€ y le dijo que recomendarรญa su traducciรณn para una revista francesa. Pero al mismo tiempo escribiรณ a otro amigo acerca del โ€œmal relato, realmente espantoso […] Leo ha jurado echarla de Nueva York, y segรบn Pearl ya ha logrado impedir que obtenga dos trabajosโ€. Continuaba, maliciosamente: โ€œYo por mi parte no tomo partido. Considero que ambos son muy, muy prescindibles.โ€ Para desconsuelo de mi madre, Capote se alejรณ de ella, aunque no del todo. Cuando estaba en Sicilia a principios de 1951, ella escribiรณ a Brinnin: โ€œTruman soรฑรณ la otra noche que comprรกbamos tarjetas postales en Rusia…โ€ El รบltimo mensaje entre ellos, en los papeles de Capote de la New York Public Library, es una tarjeta postal que รฉl le enviรณ en 1956 desde Moscรบ.

De vuelta en Nueva York, Harperโ€™s Bazaar la habรญa sustituido; encontrรณ un trabajo de correctora en The New Yorker. Le pagaban bien, y Bishop tratรณ de levantarle el รกnimo con una carta humorรญstica: โ€œTe veo rodeada de peines de dientes finos, papel de lija, limas de uรฑas, frascos de barniz, etc., con montones de comas y punto y comas usados a mano, y pequeรฑas frases inรบtiles, sacadas de contexto y muriendo por todo el suelo.โ€ Pero, a pesar de la oportunidad de escribir ocasionalmente la secciรณn โ€œTalk of the Townโ€ [โ€˜En boca de todosโ€™], que aparecรญa sin firma, aquel empleo era inferior al de Harperโ€™s Bazaar. Cuatro aรฑos despuรฉs se quejรณ con una amiga del โ€œtrabajo de escarbar en el diccionario, que ha sido para mรญ incluso mรกs detestable de lo que me he atrevido a admitir ante nadie salvo Nell [su terapeuta]โ€.

Y no podรญa dejar atrรกs a Thomas, que ahora viajaba a menudo a Estados Unidos y asumรญa que la relaciรณn podรญa continuar. En su libro, el ubicuo Brinnin describiรณ un cรณctel de recepciรณn en Boston en 1953:

Dylan y Sarah se movรญan como una pareja รญntima y […] buena parte de la conversaciรณn en la fiesta eran chismes inquisitivos sobre ellos. Cuando por la maรฑana lo llevรฉ al aeropuerto para tomar un vuelo de las diez, dijo que se habรญa quedado con Sarah en el apartamento de un conocido de Cambridge.

Y, sin embargo, para entonces Thomas, vorazmente impulsivo como siempre, mantenรญa tambiรฉn un romance serio con una mujer llamada Elizabeth Reitell.

En noviembre de 1953 Thomas viajรณ a Nueva York por รบltima vez; bebรญa aรบn mรกs (segรบn รฉl habรญa engullido dieciocho whiskies de una sentada) y sufrรญa de pulmonรญa y enfisema. A principios de noviembre se supo que habรญan llevado a Thomas al St. Vincentโ€™s Hospital en estado de coma. En el atardecer del 8 de noviembre mi madre estaba en un congreso en el Bard College con Ralph Ellison, quien los llevรณ en coche a ella y al poeta John Berryman de regreso a la ciudad. Berryman y ella fueron directamente al hospital, y Ellison recordรณ despuรฉs la aflicciรณn โ€œintensamente privadaโ€ de ambos. Una enfermera los dejรณ pasar brevemente al cuarto de Thomas, donde yacรญa bajo una tienda de oxรญgeno. Al dรญa siguiente muriรณ, a los 39 aรฑos. Una semana despuรฉs Bishop escribiรณ a mi madre: โ€œOh Pearl, es tan trรกgico. Espero que no estรฉs demasiado afectada por esto, lo que sea que haya ocurrido […] Por favor, Pearl, dime quรฉ le ocurriรณ a este pobre hombre, si lo sabes โ€“y lo puedes soportar.โ€

Al final mi madre comenzรณ a salir con otros hombres, incluido โ€“por un breve tiempoโ€“ mi padre, aunque no se juntaron definitivamente hasta 1960. En algunos sentidos, era muy parecido a Alfred: un intelectual judรญo ambicioso y trabajador que provenรญa de una familia pobre de inmigrantes. Uno de sus atractivos, bromeรณ posteriormente mi madre, era que Alfred y รฉl se detestaban con cordialidad.

En 1955 The New Yorker publicรณ un cuento de Pearl basado en un incidente de su infancia: cuando ganรณ un pavo del Dรญa de Acciรณn de Gracias en un sorteo en un cine y finalmente logrรณ persuadir a su madre inmigrante de celebrar la mรกs estadounidense de las festividades. Capturaba el lenguaje del Brooklyn judรญo y concluรญa con un toque cรณmico. Frente al reto de llevar hasta su casa un pavo grande y vivo, mi abuela supuestamente tomรณ de su bolsa un pedazo de cuerda del tendedero y confeccionรณ un lazo. โ€œQuรฉ pasa, ยฟel pavo no tiene piernas, no puede caminar? […] ยฟTienes una mejor idea, mi inteligente hija?โ€ El cuento tuvo repercusiรณn y le dio esperanzas a mi madre de que, por fin, podrรญa tener una verdadera carrera literaria.

Entonces, en el verano de 1956 decidiรณ dejar Nueva York de nuevo y ponerse a escribir. Viajรณ a la costa del sur de Espaรฑa, donde, con la ayuda de un amigo que vivรญa ahรญ, alquilรณ una pequeรฑa casa por 35 dรณlares al mes y contratรณ una empleada domรฉstica para limpiar y cocinar por seis dรณlares mensuales. En los inicios no podรญa creer su suerte: โ€œEs tan glorioso despertar todos los dรญas con luz brillante, las montaรฑas oscuras y el mar azulโ€, escribiรณ a Mary Lou. Trabajaba en cuentos y una novela, feliz de haberse librado de la servidumbre de la correcciรณn de textos. โ€œNunca habรญa trabajado mรกs duro que ahora, […] ni habรญa estado tan contenta en general y tan optimistaโ€, a pesar de โ€œla falta de ciertos tipos de amorโ€.

Pero la euforia no durรณ. Le resultaban irritantes la mayorรญa de sus vecinos expatriados y la soledad se apoderรณ poco a poco de ella. Peor aรบn, The New Yorker rechazรณ un cuento suyo, y el dinero que habรญa ahorrado comenzรณ a escasear. En marzo de 1957 se mudรณ a Londres con la esperanza de encontrar un ambiente mรกs propicio, pero no funcionรณ. Al mes siguiente, en una carta a Bede Hofstadter reconociรณ una suerte de derrota:

He estado sometida a depresiones bastante feroces estas รบltimas semanas, porque tanto el tiempo como el dinero parecรญan estar agotรกndose muy rรกpido, y creo que, si voy a enfrentarme al lado sombrรญo de la psique y mirarlo de frente, lo puedo hacer mejor en mi propio terreno.

Nunca encontrรฉ los cuentos en los que trabajรณ en Espaรฑa y Londres. Probablemente los destruyรณ.

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En junio de 1957 regresรณ a Nueva York una vez mรกs. Retomรณ la correcciรณn de textos enย The New Yorkerย y tuvo nuevos amorรญos, incluido, me contรณ una vez, un joven actor judรญo canadiense llamado William Shatner, la estrella deย Star Trek. En diciembre de 1960 se casรณ con mi padre (en el apartamento de Alfred) y unos meses despuรฉs, de manera un tanto inesperada, quedรณ embarazada. Nacรญ en noviembre de 1961.

Durante dos dรฉcadas mi madre habรญa vivido con libertad y espรญritu aventurero. Pero ahora, a los 39 aรฑos, recalรณ en aquella vida de esposa y madre en el mundo acadรฉmico, y sus dรญas giraban casi por completo alrededor de su hijo y su esposo. En unos apuntes autobiogrรกficos de 2003, Ann Birstein, la exesposa de Alfred, escribiรณ que despuรฉs de mi nacimiento mi madre cambiรณ tanto que no podรญa reconocerse, se volviรณ โ€œuna isla rodeada por un bebรฉโ€ que daba por terminadas fiestas divertidas cuando molestaban al infante que era yo. โ€œยฟLe importรณ algo a Pearl hundirse de nuevo en una pura existencia de shtetl?โ€, continuaba Ann, con algo mรกs que cierta exageraciรณn (y crueldad, puesto que mi madre ya no estaba en condiciones de responder). โ€œExtraรฑo a la vieja Pearlie, que era tan amistosa, tenรญa amantes tan fabulosos y se emborrachaba en las fiestas.โ€

Ni una vez sentรญ, mientras crecรญa, que mi madre me culpara por cรณmo mi llegada habรญa cambiado su vida. Pero ciertamente estaba resentida con mi padre, que esperaba que ella dejara lo que estuviera haciendo cuando รฉl necesitaba algo. Con frecuencia recordaba la vez en que, a fines de la dรฉcada de 1960, estaba impartiendo un curso de redacciรณn a estudiantes de primer grado en la Universidad de Columbia y mi padre hizo que una secretaria la sacara de clase para regresar a casa porque habรญa tenido un problema con el lavaplatos. Mi padre nunca fue abusivo o cruel, y despuรฉs del accidente de mi madre en 2002 la cuidรณ con devociรณn. Pero durante buena parte de su matrimonio no la valorรณ ni de lejos lo suficiente, y los aรฑos en que ella se dedicรณ a atender sus necesidades la dejaron en un estado de frรกgil agotamiento.

Y, sin embargo, con el tiempo empezรณ a escribir otra vez. A principios de la dรฉcada de 1970, una vez que dejรฉ de necesitar cuidados constantes (y antes de que mi diabรฉtico padre comenzara a necesitarlos), comenzรณ a entregar reseรฑas de ficciรณn al viejo semanario sindical The New Leader. Recuerdo bien lo mucho que trabajaba en ellas. Antes de iniciar, caminaba a la biblioteca pรบblica de Cambridge y regresaba con una pila de libros โ€“todo lo que el autor en cuestiรณn habรญa escrito alguna vez, asรญ como obras similares de otros autoresโ€“. Sufrรญa con estos ensayos y resultaban hermosamente elaborados.

Pocos aรฑos despuรฉs se convirtiรณ en la crรญtica de ficciรณn habitual de Commentary, y solo dejรณ aquel trabajo cuando la revista se inclinรณ demasiado hacia la derecha reaganista. Su crรญtica se cimentaba profundamente en la historia literaria, y siempre evaluaba las novelas contemporรกneas segรบn los estรกndares de calidad establecidos por los maestros de los siglos XIX y XX. Podรญa ser muy afilada. Mundo sin fin, de Francine du Plessix Gray, โ€œno es una novela de ideas, es una ensoรฑaciรณn adolescente, una orgรญa de pretensiones pseudointelectualesโ€. James Baldwin, en Sobre mi cabeza, โ€œha escrito una novela que deriva y naufraga en la resaca de la incertidumbreโ€. Los tontos mueren [Fools die], de Mario Puzo, deberรญa llamarse Los tontos compran [Fools buy]. Mi madre ganaba poco dinero con esas reseรฑas, y no era la ficciรณn que habรญa soรฑado escribir, pero le gustaba hacerlas. Tarde en su vida, intentรณ escribir una novela, pero nunca la terminรณ ni encontrรฉ jamรกs el borrador.

Le gustaba ante todo escribir sobre mujeres novelistas, y en la dรฉcada de 1990 intentรณ armar un volumen de ensayos sobre el tema. Querรญa mostrar cรณmo โ€œlas autoras extraen su material de una experiencia รบnica cuando escriben una novela, el gรฉnero literario que con mรกs generosidad les permite dar forma y coherencia imaginativas a las particularidades de la vida de una mujerโ€. Sin embargo, era severa con la crรญtica literaria feminista โ€“pensaba que se apoyaba demasiado en la victimizaciรณn y el trauma y que permitรญa que la polรญtica falseara temas de relevancia estรฉticaโ€“. En 1970, en pleno florecimiento de la liberaciรณn femenina, llamรณ la atenciรณn, en la reseรฑa de un libro, sobre las โ€œverdades bรกsicasโ€ de que โ€œlas mujeres, en efecto, han sido discriminadas, sus talentos desperdiciados o mal utilizados por muchas instituciones y muchos hombres durante largo tiempo, y el fin de esta desigualdad aรบn no se vislumbraโ€. En el mismo texto, sin embargo, descalificรณ a Betty Friedan como โ€œuna quejica ideolรณgica que no se cansa nuncaโ€. Su libro nunca encontrรณ editor.

Fue siempre fiel a sus amigas cercanas. Cuando yo era un niรฑo pasรกbamos todos los veranos en Marthaโ€™s Vineyard, donde ella y mi padre habรญan construido una casa. No era una รฉpoca en la que los padres se sintieran obligados a dedicar sus dรญas a guiar a sus hijos en actividades cuidadosamente seleccionadas o llevรกndolos de paseo. (Cuando pedรญa que me llevaran en coche al centro comunitario local, ella contestaba: โ€œhaz autostopโ€.) Casi todos los dรญas, mi madre se reunรญa con amigos que tenรญan hijos de mi edad, y nos dejaban jugar como quisiรฉramos, en los bosques o en la playa, mientras ellos dedicaban su tiempo a hablar y, segรบn recuerdo, a reรญr, siempre a reรญr.

El mejor ensayo de mi madre trataba de su amistad con Bishop. Comenzaba con el recuerdo de su primer encuentro en Yaddo, en 1949:

La primera vez que vi a Elizabeth, estaba soplando burbujas a travรฉs de una pipa de barro, curvada y elegante. Conforme las frรกgiles esferas iridiscentes se elevaban por el aire, flotaban vacilando por un instante y desaparecรญan en la luz del sol de verano, ella seguรญa su ascenso hacia el olvido con una mirada afectuosa y atenta.

En aquel ensayo, mi madre desarrollรณ la imagen como una metรกfora de la fragilidad emocional de Bishop. Ahora que lo vuelvo a leer, me pregunto si ella recordarรญa su propia carta a John Brinnin, donde hablaba de las โ€œburbujas de culebrรณn reventadasโ€ cuando se fue de Londres en 1950.

Tambiรฉn los recuerdos desaparecen como burbujas de jabรณn cuando las mentes que los retienen se van. Casi todos los que conocieron bien a mi madre se han ido ya, junto con sus recuerdos. Todavรญa sueรฑo con ella, a veces casi a diario. En los sueรฑos estรก entera y bien, recuperada de su accidente. Le puedo preguntar lo que sea, y ella contesta. Despierto y sรฉ que se ha ido, y que hay muchas cosas que nunca sabrรฉ. Pero puedo interrogar el pasado de la mejor manera a mi alcance, y verla como era, frรกgil y desbordada, pero igualmente apasionada y valiente โ€“la joven mujer que nunca conocรญ. ~

Traducciรณn del inglรฉs de Andrea Martรญnez Baracs.
Publicado originalmente enย 
The New York Review of Books.


  1. Vรฉaseย A Pearl of great price. The love letters of Dylan Thomas to Pearl Kazin, editado por Jeff Towns, Cardigan, Gales, Parthian Books, 2014. โ†ฉ๏ธŽ
  2. Write like a man. Jewish masculinity and the New York intellectuals, Princeton, Princeton University Press, 2024. โ†ฉ๏ธŽ
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es profesor en el Departamento de Historia de la Universidad de Princeton. Farrar, Straus and Giroux
publicarรก su mรกs reciente libro, Men on horseback. Charisma and power in the age of revolutions.


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