Louis-Jean-Franรงois Lagrenรฉe, La Mรฉlancolie, 1785.

De la tristeza

Boecio, Dante, Manrique y Montaigne le dedicaron lรญneas a la tristeza, fuera la de la enfermedad, la de recordar tiempos felices en tiempos de miseria, la de morir en prisiรณn o morir de alegrรญa.
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Se cuenta que hace alrededor de mil quinientos aรฑos se reunieron en la antigua Persia tres filรณsofos para discutir cuรกl era la mayor tristeza que podรญa sobrevenirle al ser humano. En el libro de Percy Sykes se cuenta mรกs o menos asรญ:

Entre las famosas historias de Oriente, se dice que hubo una vez un encuentro de filรณsofosโ€ฆ y se discutiรณ sobre la pregunta de quรฉ constituรญa la mayor infelicidad. Un filรณsofo griego opinรณ que era llegar a edad avanzada sumido en la pobreza; un colega indio optรณ por la enfermedad del cuerpo sumada a desรณrdenes mentales. Buzurgmihr dijo: โ€œPor mi parte sostengo que la mayor tristeza es que un hombre vea que estรก por llegar el fin de su vida sin que nunca haya practicado la virtud.

Se sabe que ganรณ esta tercera respuesta. Obvio por tres razones: porque se relata desde la perspectiva persa, porque la tercera siempre es la vencida y porque es la que lleva mayor carga moral. Practicar la virtud.

A mรญ me parece mรกs acertada la respuesta del indio. Pero cada quien sabrรก elegir entre estas tres u otras que le vengan a la cabeza; ya sea en este momento o cerca del ocaso o cuando le caiga encima una gran tristeza.

Grande aflicciรณn es enfrentarse a la prisiรณn permanente o a la pena de muerte. En esa situaciรณn estuvo Boecio cuando escribiรณ Consolaciรณn de la filosofรญa, precisamente para hallar un consuelo. Cuando la Filosofรญa pide a Boecio que no se acongoje, pues la fortuna le ha dado muchos bienes, รฉl responde:

No puedo negar el curso velocรญsimo con que hizo ausencia mi prosperidad. Pero eso es lo que aflige con mรกs rigor al que vuelve los ojos atrรกs y se acuerda de los gustos, riquezas y honras pasadas. Porque en todos los desvรญos de la fortuna el mayor infortunio es haber sido dichoso y afortunado.

La misma idea escribe Dante en su comedia:

Nessun maggior dolore
Che ricordarsi del tempo felice
Nella miseria

Y esto dicho desde el infierno, que ya serรญa la mรกs grande desdicha para quien crea en รฉl, o para quien estรฉ en รฉl sin haber creรญdo.

Jorge Manrique tambiรฉn halla tristeza en volver la vista al dichoso ayer:

cuรกn presto se va el plazer,
cรณmo despuรฉs de acordado
da dolor,
cรณmo, a nuestro parescer,
cualquiera tiempo pasado fue mejor.

Job sufre indeciblemente, pero la historia tiene un final reconfortante, a menos que se mire desde la perspectiva de sus hijos, que fueron asesinados sin deberla ni temerla.

Montaigne dedica su segundo ensayo a la tristeza. โ€œMe hallo entre los mรกs exentos de esa pasiรณn y no la amo ni aprecio, aunque el mundo se haya dedicado, como por acuerdo previo, a honrarla con un favor particularโ€.

Seguro pensaba en la dignidad que le da la religiรณn cristiana al sufrimiento, como garantรญa de un premio futuro. Jesรบs dice: โ€œBienaventurados los que lloran, porque ellos recibirรกn consolaciรณnโ€. Y Santiago dice en su epรญstola: โ€œTenemos por bienaventurados a los que sufrenโ€.

Pero nada bรญblico menciona Montaigne, y mรกs bien se ocupa del dolor de padres por la desgracia de sus hijos. Cuenta sobre el derrotado rey Psamรฉnito, que ve a su hija prisionera, vestida de criada, acarreando agua; ve tambiรฉn que ejecutan a su hijo. En ambos casos conserva la entereza. Pero al ver a un amigo prisionero, se echa a llorar. Cuando se le pregunta por quรฉ la desgracia de sus hijos no le habรญa conmovido tanto como la del amigo, รฉl respondiรณ: โ€œSolo este รบltimo dolor puede expresarse con lรกgrimas; los dos primeros rebasan con mucho cualquier posible forma de expresiรณnโ€.

O, en palabras de Sรฉneca: โ€œLas penas leves hablan, las grandes son mudasโ€.

Montaigne tambiรฉn recuerda a Nรญobe, que se transforma en roca tras perder a siete hijos y siete hijas.

El padre mรกs desdichado habrรก sido Prรญamo, que vio a mรกs de veinte hijos morir en la guerra de Troya. Y mรกs recientemente son conocidos los cinco hermanos Sullivan, marinos que murieron de un tirรณn cuando un torpedo hundiรณ su barco en la Primera Guerra Mundial.

Montaigne comienza su ensayo hablando de la tristeza, mas luego pasa a la felicidad extrema. โ€œEl papa Leรณn X, al enterarse de la toma de Milรกn, que habรญa deseado con extraordinario empeรฑo, cayรณ en tal exceso de jรบbilo que le invadiรณ la fiebre y muriรณโ€.

Supongo que tambiรฉn morirse de alegrรญa es una pena.

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(Monterrey, 1961) es escritor. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017 por su novela Olegaroy.


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