Desencuentros lejanos del tercer tipo

En Hija de sangre y otros relatos, Octavia Butler, un referente indiscutible de la ciencia ficción, plantea escenarios futuros que funcionan como parábolas de nuestro presente.
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“La verdad es que odio escribir relatos”, afirma Octavia E. Butler (1947-2006) en las primeras páginas de este libro. Pero, a diferencia de sus personajes, condenados a hacer cosas que detestan o que les producen sufrimiento, la narradora estadounidense se concentró en escribir novelas después de publicar estos cuentos, reunidos en un solo volumen por primera vez en 1995 –con una edición posterior, la definitiva, en 2005. Los siete cuentos, los dos ensayos y los epílogos que siguen a cada texto de Hija de sangre y otros relatos (Consonni, 2020, en traducción de Arrate Hidalgo e ilustraciones de Nadia Barkate) son una muestra de su versatilidad como escritora y de su capacidad para imaginar un futuro que, de una manera más que metafórica, se mete en la piel.  

El acercamiento de Butler a la ciencia ficción no es tecnológico sino corpóreo. Los conflictos que se ciernen sobre sus personajes emanan de sus propios cuerpos; como la distancia casi insalvable entre dos organismos –sean o no de la misma especie– o los desencuentros entre individuos y lenguajes que nunca llegan a vincularse.

Ya te lo he dicho ─opuso Dios─. Todo es real. Simplemente no es como tú lo ves.”  

Así, en “Amnistía”, unos alienígenas –“comunidades” de microorganismos parecidos a arbustos– buscan traductores no para favorecer vínculos entre culturas y experiencias, sino para realizar labores burocráticas. En el mundo futurible que aparece en “Sonidos del habla”, la humanidad ha perdido la capacidad del lenguaje, las grandes organizaciones políticas y estatales han desaparecido a causa de esta atrofia y la gente, que trata de comunicarse con gestos o señalando objetos, vive al borde de la violencia física. En “El libro de Martha”, una escritora conversa llena de holgura con Dios pero no deja de sospechar que, por eso mismo, aquello se trata de un sueño. Mientras que un trastorno hereditario hace que la gente desconozca su propio cuerpo y se automutile con brutalidad y saña en “La tarde, la mañana y la noche”.

En el cuento que da nombre a la colección, unos seres que parecen serpientes de muchas extremidades administran una reserva de humanos, fingiendo que lo hacen por amor y no porque necesiten el calor de los cuerpos homínidos para incubar a sus crías. Este relato (ganador de los premios Hugo y Nebula, distinciones máximas de la ciencia ficción) ha sido objeto de todo tipo de lecturas –el embarazo no deseado, la semejanza entre el amor y la esclavitud, o la especulación sobre lo que sucedería si un cuerpo masculino pudiera dar a luz– y su significado no está, ni mucho menos, cerrado a lo que la propia autora ha dicho sobre él. 

“Me da mala sensación que existan. Supongo que es porque nos han vuelto a desplazar del centro del universo. A los seres humanos, digo. A lo largo de la historia, en los mitos y hasta en la ciencia, nunca hemos dejado de colocarnos en el centro.”

El asunto es relevante pues esta compilación incluye epílogos donde Butler, más que explicar o enmendar, revela sus fuentes de inspiración, algunos pormenores creativos y su propia lectura de los cuentos. Que una escritora levante el velo sobre el mecanismo interno de sus relatos apenas aparece el punto final puede molestar a quienes consideran que los registros, pistas y elementos dentro de un texto son suficientes para decodificarlo. Pero estas adendas, más parecidas en espíritu a los comentarios de una visita guiada, abren nuevas discusiones antes que clausurar su significado. Y las mejores interpretaciones son aquellas que se contraponen y enriquecen la visión de esta autora, cuyos cuentos han inspirado a toda una generación de escritoras como Tananarive Due, Nnedi Okorafor, N.K. Jemisin; y siguen produciendo ecos en películas como Arrival (2016), de Denise Villeneuve, o hasta en una serie como Rick and Morty.

Octavia Butler siempre animó el surgimiento de nuevas voces. Los dos ensayos que se incluyen a manera de intermedio entre los cuentos de Hija de sangre versan sobre el furor scribendi, la furia o la rabia por escribir. Y aunque muchos de ellos hablan sobre las distancias que nos separan, esa obsesión positiva –como ella la llamaba– por la escritura logra esos encuentros imposibles.

 

Realizado para Bookmate por Olmo Balam.

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