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Peculiaridades kafkianas

Un inventario de algunas peculiaridades de Franz Kafka, en vísperas de su centenario.
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La guerra sorprendió en Europa a la familia Borges, que se refugió en Suiza. Los padres de Jorge Luis inscribieron a su hijo mayor en un instituto en el que se hablaba alemán. Alguno de sus amigos le acercó una revista expresionista y ahí leyó, a los 16 años, por primera vez a Franz Kafka. De regreso a Buenos Aires escribiría Borges, sobre Kafka y bajo la influencia de Kafka, “La biblioteca de Babel”.

No sé si Juan José Arreola leyó a Kafka por Borges, porque Ernesto Lumbreras ha mostrado que en 1929, en la revista Banderas de provincia, de filiación católica, Efraín González Luna publicó su traducción de “Ante la ley”, que forma parte de El proceso. Quien sí leyó a Kafka vía Borges fue Gabriel García Márquez. El realismo mágico, que algunos atribuyen al colombiano, tiene su raíz en la literatura de escritores centroeuropeos –como Kafka, como Schulz– que describieron cómo la fantasía resquebrajaba la realidad justo cuando se desmembraba el imperio austrohúngaro en el cual hasta entonces estaban insertos. Mientras el imperio se hundía, la fantasía brotaba de lo real: “una mañana Gregor Samsa se encontró convertido en un gigantesco insecto”.

En Alemania, después de la guerra, con el estigma de la derrota, y con la insoportable culpa de haber asesinado a millones de judíos, se fue desarrollando un gran centro de estudios sobre Kafka. Hay calles con su nombre, hay bibliotecas, centros de estudio, archivos muy importantes que atesoran el acervo de Kafka (manuscritos, primeras ediciones). Hay, sobre todo, el inmenso poder cultural que da reivindicar como autor nacional a un escritor, judío y marginal, previo a las crueldades del nazismo. De Alemania es Reiner Stach, autor de una extraordinaria biografía (Kafka,Acantilado, 2016) y también de un libro misceláneo, anecdotario, álbum, pequeño museo de minucias relacionadas con Kafka: ¿Esto es Kafka? 99 hallazgos (Acantilado, 2021).

Kafka y el dinero. Aunque solía ser generoso y desprendido, “difícilmente transigía con un donativo obligado, con un error en el cambio o con gastos hechos sin razón, aun cuando solo fueran diez centavos”. El joven Kafka haciendo trampa en un examen (participando en un plan para sobornar a la camarera de un profesor y obtener así las respuestas de un examen). Kafka dibujante (retrato de su madre y autorretrato), gimnasta metódico y vegetariano. Kafka, las mentiras (no podía mentir) y la cerveza, que le encantaba (recordaba con emoción las cervezas que se tomaba con su papá de regreso del balneario). Lo sentimental que se ponía con las películas tristes. Escenas de sus momentos más desolados, por ejemplo, el día en que rompió su compromiso con Felice Bauer. Lo cuenta Max Brod en su biografía y lo recoge Stach: “Solo necesito reposar un momento”, dijo. Acababa de llevar a Felice a la estación de trenes. Tenía el rostro pálido, expresión adusta y severa, hasta que de pronto se echó a llorar. Esa fue la única vez que lo vi llorar. Nunca olvidaré esa escena: fue una de las más terribles que jamás presencié”.

En vida Franz Kafka fue un hombre muy reservado. A todo el mundo caía bien, era simpático, le gustaban las bromas. Luego de su muerte, y contraviniendo sus más encendidos deseos, conocemos sus cartas, sus diarios, sus apuntes, sus postales, hay testimonio de sus novias, de sus hermanas, hasta de sus enemigos. Conocemos todo lo que hizo.

Gabriel Zaid, a través de Peter Drucker, lo propone como inventor del casco protector para la industria. En el magnífico volumen Novelas (edición de Jordi Llovet, Galaxia Gutenberg, 1999), que reproduce la edición alemana Kritische Ausgabe. Scfriften, Tagebücher, Briefe (S. Fischer, 1982),se muestran otros inventos de Kafka, para prevenir que los obreros no perdieran los dedos con cierta maquinaria. La lógica era que al prevenir los accidentes habría menos reclamos, y él tendría menos trabajo como supervisor de accidentes en la compañía de seguros de la que formaba parte. Hay testimonios de su trato compasivo con las personas que requerían apoyo de sus aseguradores. A Kafka siempre le fascinaron los individuos que actuaban de forma poco convencional.

Sus libros distaron mucho de ser un éxito comercial. Era, eso sí, conocido en los círculos literarios de Praga. Unos dicen que cuando leía fragmentos de sus obras a sus amigos, estos se morían de risa. Otros cuentan que, en una lectura, hubo varias personas que se desmayaron. Que se sepa, solo le escribió un lector, cuya carta se conserva:

Me ha hecho usted desgraciado. Compré su Transformación y se la regalé a mi prima. Pero no consiguió encontrarle sentido a la historia. Mi prima dio a leer el libro a su madre, pero tampoco ella consiguió encontrarle ningún sentido. Su madre pasó el libro a mi otra prima, y tampoco ella logra entender qué significa. Así que me han escrito a mí. Se supone que yo debo explicarles qué significa la historia, ya que para algo soy el doctor de la familia. Pero yo no sé qué decir. ¡Señor! Pasé meses en las trincheras combatiendo a los rusos sin pestañear. Pero no podría soportar que mi buena reputación se fuese al diablo ante mis primas. Solo usted puede ayudarme. Tiene que hacerlo, porque usted me ha metido en este lío. Así que, por favor, dígame qué es lo que tienen que pensar mis primas de La transformación.

No era mojigato, le gustaban los prostíbulos y el sexo. “El sexo me acosa, me tortura día y noche, yo, para satisfacerlo, tendría que vencer mi miedo y mi vergüenza, y sin duda también mi tristeza; por otro lado es seguro que aprovecharía enseguida, sin miedo ni tristeza ni vergüenza, una ocasión que se presentase rápida y fácil y espontánea.”

El padre de Kafka estaba orgulloso de que su hijo fuera doctor en Leyes, aunque lo decepcionaba su desinterés de los negocios. Franz entregó uno de los pocos libros que publicó en vida a su padre, pero nunca supo si lo había leído. Su madre, mujer dulce y agradable, “como no era lectora, se mostró indiferente ante el desarrollo intelectual de su hijo; no sabemos si leyó alguna de sus obras.”

Las hermanas de Franz Kafka murieron en campos de concentración. Sus novias, varios de sus amigos, su tío favorito y casi un tercio de sus compañeros de bachillerato murieron de forma violenta. Franz quería alistarse en el ejército austríaco, pero su jefe, que lo quería, lo impidió.

Reiner Stach reúne 99 apuntes sobre diversas peculiaridades de Franz Kafka, algunos de las cuales he inventariado aquí. Para los amantes de la obra de Kafka, un libro delicioso. ~

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